Sol Gallego Díaz ha ganado el premio Cuco Cerecedo de Periodismo. Me he llevado una alegría genuina. Sol es tierna y sólida, sabe donde está asentada, es independiente incluso de sí misma; escribe muy bien, lo que le da a lo sabe y a lo que dice aire y profundidad al mismo tiempo. Su carrera profesional está llena de logros, pero ninguno ha sido capaz de molestar su modestia, un valor, por otra parte, esencial para sobrevivir en periodismo sin que se te suba la sangre a la cabeza.
Sol hizo muchas cosas; fue corresponsal en París, directora adjunta, corresponsal en Londres... Ahora es adjunta al director de EL PAIS; su presencia entre nosotros da equilibrio y personalidad a las reuniones, o al menos a mi me da equilibrio y me obliga a tratar de profundizar en los asuntos; cuando digo algo que no parece bien pensado su mirada basta para que yo rebusque en el cajón de los argumentos. No es nada banal, nunca lo fue, y este va siendo un mérito sin el cual yo no creo ya en los periodistas.
Su llegada a París fue la despedida de Feliciano Fidalgo. El estilo con el que hicieron el relevo indica que estamos ante dos personas que ya no se encuentran fácilmente. El año pasado instituí en la universidad de verano de El Escorial el premio Feliciano Fidalgo; este año no me han invitado y no hemos dado premio. Pero me da la gana de darlo y se lo voy a entregar en este instante a Sol Gallego, y consiste en un beso que ahora mismo recibe en memoria de aquel gran hombre cuya memoria se me aviva siempre con el verano.
Me piden que diga algo de Gabriel Cisneros. Cómo no. Era un excelente escritor de periódicos; sus editoriales, creo que en Arriba o Pueblo, eran excelentes; como parlamentario, su manera de convencer con argumentos (estuvieras o no de cauerdo con él) era una antología oratoria. Tenía sentido del humor y era educado; era de buen trato, dentro y fuera del Parlamento. Lamento su pérdida, era, en la derecha, un hombre que tenía muchísimo que aportar en la definición de futuro de su partido.
Mañana les contaré de Adeje. Fue un viaje estupendo, un poco cansado; ya Ocira y Natalia han contado bastante. Diré que allí me entregó un amigo del ayuntamiento un texto que había escrito hace diecisiete años. A máquina. No tenía copia. Estaba dedicado a mi entrañable amigo Pepe Toledo, el gran cirujano del Médano. Natalia me hizo el favor de llevárselo. Me hizo mucha ilusión que lo encontraran.
Ahora me voy a Elche, a ver a Serrat y a Sabina. Después iré a Santa Pola, a ver a Vicente Verdú y la isla de Tabarca. Cuento estos detalles porque tengo un amigo, el pintor José Luis Fajardo, a quien le encanta saber por el blog los diversos destinos diarios de mi vida.
Ah, hoy no corrijo. Me espera el avión.
Hay 1 Comentarios
¿qué pasa que nadie deja comentarios? ¿donde se fueron?
Publicado por: dizzy | 30/07/2007 23:19:56