La crisis económica ha resucitado el debate sobre las políticas fiscales y su importancia en el sostenimiento de los servicios públicos y la legitimidad misma de los Estados. En el caso de los países en desarrollo, cuyos presupuestos dependen en parte de la ayuda externa, este debate tiene la carga añadida de la responsabilidad nacional frente a la generosidad de otros. Al fin y al cabo, ¿por qué deberían las clases medias de España realizar el esfuerzo que no se les pide a las clases altas latinoamericanas, por ejemplo? En un momento de transición, en el que muchos receptores de ayuda se han convertido en economías emergentes y en el que la capacidad de solidaridad internacional de los donantes está más tocada que nunca, esta pregunta es todavía más relevante.
Mañana se presenta en Madrid (si quieren asistir, ver aquí los detalles) un informe sobre este asunto elaborado por Déborah Itriago, investigadora de Intermón Oxfam. Se trata de un trabajo serio y bien argumentado que desarrolla una hipótesis principal: si queremos conseguir los recursos necesarios para acabar con la pobreza, los países en desarrollo necesitan reformar sus sistemas fiscales para recaudar más y hacerlo de forma más justa. Utilizando datos de 52 países de África, Asia y América Latina, el informe sugiere la envergadura de este potencial: una mejora de la recaudación fiscal que reduzca las vías de escape e incremente la carga sobre los más ricos podría generar alrededor de 269.000 millones de dólares cada año, lo que supone un 60 por ciento del total de los recursos anuales necesarios para financiar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Los obstáculos que impiden alcanzar este objetivo están claramente identificados y describen un panorama en el que consumidores, asalariados y PYMES cargan con la parte principal del esfuerzo (¿les suena?):
- Los impuestos indirectos (como el IVA) tienen una importancia desproporcionada en la estructura impositiva de muchos países, lo que determina el carácter regresivo de estos sistemas. Solo en América Latina, el peso relativo sobre el PIB de la imposición indirecta creció del 4,1 al 8,8 por ciento entre 1990 y 2002. Mientras tanto, las imposiciones a las rentas personales y a los beneficios empresariales fueron diluyéndose. El FMI y otros organismos internacionales jugaron con sus recetas un papel clave en este proceso.
- Como en el caso de España, las empresas y los contribuyentes más ricos han tenido éxito a la hora de promover una legislación fiscal a su medida, en donde un complejo entramado de exenciones, devoluciones y aplazamientos les exime de buena parte de sus obligaciones fiscales. Este fenómeno -conocido en el argot como gasto tributario- se comió en 2005 el 51 y el 31 por ciento de los ingresos fiscales de India y de Bangladesh, respectivamente.
- La evasión y la elusión fiscales suponen un sumidero permanente de recursos públicos. Una evaluación conservadora de la práctica conocida como 'precios de transferencia' (asociar la generación de ingresos a un paraíso fiscal y no al lugar donde realmente se produjeron) estima las pérdidas de los Estados entre los 98.000 y los 106.000 millones dólares anuales.
- La economía informal supone todavía un lastre definitivo para la recaudación fiscal de muchos países en desarrollo (alrededor de un tercio de los ingresos potenciales). La corrupción, la debilidad institucional o el populismo han sido un freno para aflorar amplios sectores sumergidos y rescatar los beneficios fiscales y laborales de la economía formal.
El trabajo de Itriago detalla una batería de medidas que permitirían hacer frente a estos problemas, desde la eliminación de exenciones injustas al fortalecimiento de la capacidad de control, la reducción de la economía informal y el impulso de los impuestos directos. A nadie se le escapa que cada uno de estos asuntos exige una madurez política y económica considerables, de las que aún carecen muchas regiones pobres (en países como Guatemala una propuesta de este tipo te puede costar la vida). Pero, como señala el informe, la crisis, la relevancia de las economías emergentes, la evolución ideológica del FMI o la propias necesidades fiscales de los países desarrollados ofrecen una combinación de circunstancias poco común que podemos convertir en una oportunidad para el cambio.
El hecho mismo de que una organización como Oxfam publique este trabajo y se plantee una ambiciosa agenda de influencia política en este campo demuestra del modo en el que las grandes ONG se enfrentan al futuro de la financiación del desarrollo. La ayuda seguirá jugando un papel relevante, pero será solo una pieza más en un engranaje comunicativo y político más complejo.
Hay 5 Comentarios
Concuerdo con el comentario de @pedro telleira. Ahora bien, creo que el problema en cuanto a recaudación fiscal en países pobres se debe a dos factores: tasas impositivas altas y la evasión fiscal derivada de la misma. Sobre todo por el tema de corrupción e ineficiente clase politica, lo cual genera la percepción del mal empleo de recursos.
Publicado por: cfdi | 10/10/2011 20:58:43
Interesantísimas las propuestas de Intermón Oxfam.
http://destelloshumanos.blogspot.com/2011/08/me-encuentro-en-el-ocaso-de-un-nuevo.html
Publicado por: Diego | 29/09/2011 5:48:12
Los países más desarrollados tienen sistemas impositivos que funcionan mejor que los países pobres. Sin embargo, todos ellos sufren de un mismo problema (si bien a través de mecanismos diferentes): los más ricos consiguen librarse de la mayoría de las cargas fiscales.
En el caso de países ricos, los sistemas fiscales graban básicamente el consumo (IVA) y los ingresos por trabajo (IRPF). Apenas graban los ingresos financieros y las propiedades inmobiliarias (el IBI es básicamente una contribución por gastos directos). Y no graban nada o casi nada la fortuna (el impuesto de patrimonio es testimonial).
Aún peor, el sistema fiscal está enfocado a la llamada economía productiva o economía real, pero deja completamente de lado la llamada economía financiera, que es casi diez veces mayor (su volumen real no lo sabe nadie), y que es la causante de la crisis actual.
En resumen: el gran reto de la sociedad global es conseguir un sistema impositivo justo, solidario y universal. Desgraciadamente, no parece probable que aparezca a corto o medio plazo.
Publicado por: pedro telleria | 28/09/2011 11:19:24
Solo una pequeña corrección, el término correcto es "precios de transferencia" y no "transferencia de precios".
Publicado por: Peter | 26/09/2011 13:07:59
Enhorabuena y mucha suerte al informe!
Publicado por: Alberto | 26/09/2011 11:35:51