Esta entrada ha sido escrita por Alex Prats (@alexpratstweets).

El dictador ecuatoguineano Teodoro Obiang. Foto: Afrol News
En entradas anteriores les hablábamos de la hemorragia financiera que la fuga ilegal de capitales supone para África, y les explicábamos las principales estrategias de evasión fiscal que algunas empresas multinacionales llevan a cabo, impidiendo que miles de millones de euros puedan ser invertidos en la lucha contra la pobreza. Si bien la evasión fiscal supone entorno al 60% del total de capitales perdidos, existe otra vía importante: las llamadas ‘deudas odiosas’.
¿Qué son exactamente las ‘deudas odiosas’ y quién está involucrado?
Para explicarlo, resulta útil pensar en una puerta giratoria. A través de esta puerta, el dinero que entra en África en forma de préstamo externo sale de forma inmediata para ser depositado en cuentas bancarias privadas, con frecuencia en paraísos fiscales y en los mismos bancos de los que salió inicialmente el préstamo. De este modo, mientras que los recursos públicos que entran en el país como préstamos externos se privatizan, la población en representación de la cual se firmó el préstamo debe hacer frente a dos problemas: por un lado, no podrá beneficiarse de las inversiones que el préstamo debería haber generado, y por otro, deberá asumir de forma colectiva, durante las décadas siguientes, la devolución y el coste de la deuda. Según Ndikumana y Boyce, por cada dólar que entra en forma de préstamo, 60 céntimos salen del país en el mismo año.