Esta entrada ha sido escrita por nuestra colaboradora Marta Arias.

©UNICEF España/2012/Ajay Hirani
Hace unos
días alguien me contó que algunos miembros de la Asociación Española
Contra el Cáncer empiezan sus charlas pidiendo que levanten la mano las
personas de la audiencia que han tenido alguna relación directa con el cáncer.
El porcentaje de manos alzadas es siempre muy elevado, y eso hace reflexionar
al público sobre lo cerca que esta enfermedad está de todos nosotros. En ese
momento pensé: “pues entonces las organizaciones de infancia lo tenemos más
fácil todavía, todo el mundo ha tenido alguna vez en su vida una relación más
que directa con la niñez, ¿no?”.
Pues a pesar
de que mi sesuda reflexión no es más que una obviedad, lo cierto es que de
fondo esconde la frustración de casi todos los que nos dedicamos a promover los
derechos de la infancia. Nos encontramos una y otra vez con reacciones de
simpatía, de ternura, un asentimiento sincero… pero con un muro casi
infranqueable cuando queremos hablar de los niños y las niñas como sujetos
“serios”, de pleno derecho, como un colectivo que merece la atención social y
política y que tiene algo que decir. Algo que quizá nosotros desde nuestra
perspectiva de adultos con frecuencia ignoramos, o no logramos entender del
todo.
Y sin
embargo, cuando lo hacemos nos encontramos con resultados sorprendentes. En
UNICEF acabamos de tener una experiencia interesantísima al respecto. Hemos
preguntado a 6.000 niños y niñas de 1º de la ESO, en toda España, acerca de lo que se denomina su
“bienestar subjetivo “. Es decir, cómo ven ellos su vida. Y nos hemos
encontrado con respuestas
muy interesantes.