Esta mañana hemos recibido en @3500M una felicitación navideña de nuestro colaborador Alberto Eisman (@ajeisman), desde la pequeña localidad de Lira en el norte de Uganda. Aunque es un texto más largo de lo que solemos publicar, nos ha emocionado mucho, así que le hemos pedido permiso para compartirlo con ustedes. No encontramos mejor modo de felicitar las fiestas a los lectores de este blog.

Lira, 26 de Diciembre, 2012
Querida familia, queridos amigos:
Soy perfectamente consciente que esta felicitación llega con retraso y la
verdad es que, ante la perspectiva de escribirla deprisa y corriendo en el
ritmo frenético que solemos sufrir en los días previos a la Navidad, he
preferido hacerlo ahora con un poco más de sosiego y calma, aprovechando que en
Uganda, siguiendo la tradición anglosajona, el 25 y el 26 son días de fiesta.
Primero que nada querría expresaros mis mejores deseos de felicidad y de
paz para esta Navidad. Al cobijo de este árbol que obviamente no tiene el
encanto ni el glamour de muchos otros que habréis visto por ahí en estos días,
pero que sin embargo, en vez de copiarlo de algún sitio, he querido crear y
adornar yo mismo en la esperanza de que os guste y que las musas hayan sido lo
suficientemente inspiradoras.
Creo que más que nunca nos hacen falta hoy los deseos sinceros que nos
solemos expresar en Navidad. Especialmente en España, estáis viviendo uno de
los momentos más duros que se conocen, con los altos índices de paro, la
crisis, los desahucios, el descontento general, la privilegiada clase política
completamente desconectada del pueblo, la corrupción que como una mancha de
aceite se extiende por derechas e izquierdas, el umbral de la pobreza que se
ensancha y las muchas consecuencias que ahora se sufren de haber tenido años de
una bonanza económica que – a toro pasado – nos damos cuenta que era irreal y
ficticia. Nuestro progreso y bienestar en Occidente se muestra ahora como un
gigante con pies de barro y seguro que habrá quien se pregunte si los fundamentos
de nuestra sociedad no están podridos al haber dado tanto poder al dinero, a la
ambición y al consumo desmedido.