Una adolescente en uniforme escolar hace la cola para pasar cita por su embarazo en el Hospital Nacional de Maternidad, en San Salvador. La fotografía forma parte del fotoreportaje Las niñas a las que llaman señoras, de Mauro Arias para ElFaro.net. Pueden ver aquí el resto de las fotografías.
Beatriz C. es salvadoreña, tiene 22 años y está embarazada. De acuerdo con un dictamen realizado por 15 especialistas del Hospital Nacional de Maternidad de San Salvador, la paciente presenta “un parto prematuro previo y embarazo de alto riesgo con crisis lúpica, preeclampsia grave con crisis hipertensiva, con atonía uterina posparto (…), en estado de embarazo de aproximadamente 19 semanas de un feto con anencefalia [sin formación de cráneo y cerebro]”. En otras palabras, el bebé de Beatriz morirá con toda certeza poco después del parto, si es que llegase a ese punto. De continuar con la gestación, se disparan las posibilidades de que la madre también muera como consecuencia de las complicaciones de su propia enfermedad y las sobreimpuestas por el embarazo.
Para evitar que eso ocurra, Beatriz C. necesita interrumpir cuanto antes su embarazo. Pero las leyes salvadoreñas –cuyo Código Penal prohíbe el aborto bajo cualquier circunstancia- se lo impiden. Sus abogados han interpuesto un recurso ante la Corte Suprema de Justicia que debe ser resuelto en poco tiempo tras un dictamen del Ministerio de Salud. El recurso ha sido apoyado por un llamamiento internacional de expertos de la ONU que se ocupan de la mujer, el derecho a la salud y –atentos- de la tortura y otras formas de trato degradante.