Esta entrada ha sido escrita por Paola Bernal, responsable de comunicación de la Fundación porCausa.
Foto: Paola Bernal.
En los últimos días es más fácil explicar dónde se encuentra el lugar en el que estuve trabajando algo más de 14 meses: El Chocó; ese departamento Colombiano que parece que lucha por reivindicar su propia existencia, no sólo ante el mundo sino también ante sus propios compatriotas. Es más fácil porque, como siempre, en ese país que sufre un conflicto no sólo olvidado sino enquistado, ha sucedido un hecho noticioso, en este caso de envergadura internacional. Las FARC han secuestrado, por primera vez en más de 50 años de enfrentamientos, a un General de la República, lo que ha ocasionado la suspensión de los diálogos de paz que adelantan en la Habana esta guerrilla y el gobierno.
Esto ha puesto a Chocó en el mapa mental de muchas personas, algo que solamente suele ocurrir con acontecimientos de este tipo. En el mapa internacional, un ejemplo es la tristemente célebre matanza de Bojayá, una de las peores que se recuerde de este conflicto. Las FARC lanzaron una bombona de gas bomba a la Iglesia del pueblo, la única construcción de cemento, y en la que se refugiaban sus habitantes de un enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército. El resultado fue la muerte de 119 personas, en su mayoría niños.
En el mapa nacional lo hizo hace unos meses, la muerte niños indígenas Emberá por desnutrición, niños que formaban parte de una comunidad que había vivido un proceso de retorno promovido por el Gobierno a su territorio después de estar desplazadas durante años en Bogotá.