Por José Barahona -@JBarahonaSLN.
Estoy en Uvira, en la provincia de Kivu Sur, en la frontera con Burundi. Hoy he visitado el campo de refugiados de Burundeses que están huyendo al Este del Congo. Mejor dicho, he visitado a las personas que están en el campo. La mayoría son mujeres y niños, muchísimos niños. Hay también algunos hombres y jóvenes. Han llegado hace poco, la mayoría andando, casi sin nada. Han dejado muchas cosas: el pilón para preparar la comida, los dos colchones que la familia tenia, unas sillas, la casa que habían construido con ayuda de los demás, alguna cabra, oveja o cerdo el que lo tuviera. Las gallinas. Y lo peor de dejar atrás: la tierra para cultivar, el único sustento de la mayoría de ellos. El resto de cosas, en un futuro, con mucho esfuerzo, se podrían llegar a comprar pero dejar la tierra sin ocupar en la zona de Grandes Lagos tiene sus riesgos. Aquí hay una gran densidad de población; mucha gente y poca tierra, así que es muy probable que si la familia no puede volver durante un tiempo, esa tierra la ocupe alguien y la pierdan para siempre.