Este texto ha sido escrito por Ramón Almansa, Coordinador del Área de Cooperación en Entreculturas (@Entreculturas).
Tareas de rescate tras el terremoto de Nepal. Foto: WHO/A. Khan.
Hace unos días nos llegaba un correo de Fr Prakash Louis SJ (coordinador del equipo de respuesta de emergencia de los jesuitas en Nepal) titulado: “Nepal está devastado pero no derrotado”. Esta frase me hizo pensar y recordar. Recordaba lo vivido hace cinco años en Haití y lo que está viviendo el pueblo nepalí. Y pensando en ambos pueblos y en ambas catástrofes, no podía dejar de ver demasiadas similitudes entre ambas.
La primera similitud es la resiliencia y la dignidad de ambos pueblos. Pensar en la dignidad y la capacidad de aguante del pueblo nepalí, que pese a la magnitud de la tragedia y pese a ser uno de los países más pobres del mundo está luchando por permanecer en pie, me hizo recordar a los haitianos que hace cinco años se vieron castigados por otro terremoto de magnitud similar, de efectos también cruelmente devastadores y que dejó convertido Puerto Príncipe y sus alrededores en escombros: me venía a la cabeza que entonces los haitianos nos mostraron la misma capacidad de sobreponerse y de resiliencia que estamos viendo en Nepal.
La segunda similitud es el nivel de pobreza de ambos países. Rebuscando datos me encontré que en 2011, el año siguiente del terremoto de Haití, ambos países eran vecinos de pobreza. Hay dos cifras que quiero que los que estéis leyendo este artículo retengáis en vuestras mentes y en vuestros corazones, 157 y 158. Estas dos cifras unen fatídicamente a Nepal y a Haití. ¿157? ¿158? Ciento cincuenta y siete es la posición que ocupaba Nepal en el año 2011 en el ranking de desarrollo humano y ciento cincuenta y ocho es la posición que ese mismo año ocupaba Haití.
El Índice de desarrollo humano sirve para medir de modo sencillo el nivel de desarrollo de los pueblos. Pues bien, Haití y Nepal son vecinos en la parte más baja de la escala, son vecinos en pobreza. ¿Y esto qué significa? Pues tan fácil como que los efectos de ambos terremotos han sido brutalmente devastadores.
Estas coincidencias acaban en muerte y en sufrimiento de estos dos pueblos tan distante en el globo terrestre. Y es que este terremoto de Nepal, como en su día el terremoto de Haití, vuelven a aflorar que las situaciones de pobreza y vulnerabilidad multiplican exponencialmente los efectos de las catástrofes naturales sobre las poblaciones. Por lo tanto el primer aprendizaje es muy claro: la relación entre la vulnerabilidad de los pueblos y los daños provocados por los fenómenos naturales es directa. Cuanto más pobre sea el país donde has nacido, las probabilidades de que un terremoto, una inundación o cualquier otro desastre natural acabe con tu casa y con tu familia se multiplica por mil. Así son los desastres naturales, que muchas veces no hacen más que desnudar las realidades de injusticia. Los más pobres son una vez más los más golpeados.
Los terremotos tienen efectos sobre los pueblos que los sufren que se proyectan en el tiempo y que suponen retrocesos muy graves en los procesos de desarrollo. Volvamos a poner la vista en Haití: en el año 2010, año en que sufrieron el terremoto, Haití ocupaba la posición 145 en la escala mundial de desarrollo humano, pues bien pasados 4 años, en 2013, Haití se ha hundido hasta la posición 168. ¡Ha caído más de 23 posiciones! Y nos debemos preguntar ¿Ha hecho la comunidad internacional todo lo que tenía que hacer en Haití? Las cifras parecen decir que no. Y no puedo dejar de preguntarme: ¿Qué pasará con Nepal cuando midamos su nivel de desarrollo dentro de cuatro años? Forges nos estuvo martilleando certeramente con aquel “y no te olvides de Haití”. El pasado 12 de mayo cuando un nuevo terremoto volvió a sacudir Nepal, pareciera que se nos estaba mandando un nuevo mensaje muy claro: “y no os olvidéis de Nepal”.
En este momento en el que la comunidad internacional y las organizaciones no gubernamentales estamos trabajando con las poblaciones de Nepal en una fase de emergencia apoyando a las personas más vulnerables, no podemos dejar de recordar que la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la lucha por el desarrollo de los pueblos, por la recuperación de la dignidad de tantas personas, es el mejor medio para reducir drásticamente los efectos devastadores de estos fenómenos impredecibles.
Por ello tenemos que recordar a nuestros políticos que la cooperación para el desarrollo debe volver a ser una pieza clave de la política exterior de España, que estamos en el momento de volver a recuperar la senda del 0.7, la senda de la solidaridad, la senda de la lucha por la dignidad de las personas. España en el año 2014 dedicó a la lucha contra la pobreza tan sólo el 0.13%.
Hace unos días nos llegaba el testimonio de una mujer nepalí que nos decía: “Se necesita toda una vida para construir una casa y mantener una familia y unos pocos segundos para ver toda ella destrozada y devastada”. En medio de tanto dolor y cuando este terremoto dejé de ocupar portadas, tenemos que seguir apoyando al pueblo nepalí, al pueblo haitiano y a todos los pueblos en vías de desarrollo a ponerse de pie, a construir esperanza y a construir su futuro.
“No nos olvidemos de Nepal… ni de Haití.”
Hay 0 Comentarios