Por Lisa Maracani, de InspirAction (@inspiractionorg) desde Guatemala. Este país celebra elecciones generales mañana 6 de septiembre. Su presidente actual, Otto Pérez Molina, acaba de ser encarcelado por fraude.
Protestas contra el Gobierno de Pérez. Foto: EL PAÍS/JORGE DAN LOPEZ (REUTERS).
Muchos guatemaltecos hoy en día son conscientes de que el escándalo de fraude fiscal que padece el país es sólo la punta del iceberg. Un iceberg no solo de fraude fiscal y corrupción, sino de pobreza, desigualdad extrema e injusticia. Nada nuevo bajo el sol en Guatemala, pero que sin embargo, ha motivado que miles de personas salgan a las calles y organicen durante tres meses consecutivos protestas pacíficas, aun sabiendo lo difícil ha sido históricamente romper el círculo vicioso de la impunidad. No solo la sociedad civil se ha movilizado, también el sector privado se unió a la huelga nacional el 27 de agosto y muchos negocios cerraron en solidaridad. ¿Cada vez un mayor número de personas están viendo la salida al final del túnel?
Antes de la dimisión del presidente Otto Pérez Molina, el 3 de septiembre, el último impulso al movimiento de protesta ha estado motivado por la detención en agosto de la ex vicepresidenta Roxana Baldetti por su participación en la "La Línea", la trama de fraude fiscal en las aduanas del país. Los fiscales también aportaron datos que sugieren la implicación del presidente Otto Pérez Molina en la estafa. En un país con un alto porcentaje de impunidad, la detención y posterior juicio al presidente Pérez Molina supone sentar un precedente histórico, un hecho que puede significar el inicio de un cambio que desemboque en que todos aquellos que violen los derechos humanos finalmente se enfrenten a la justicia. El fin de la impunidad.