Theresa May, ministra y agitadora. Foto: Real Media Press.
Fernández Díaz, Donald Tusk, Monseñor Cañizares… Resulta francamente complicado seguir a los participantes de la olimpiada de memeces en la que se ha convertido la crisis de refugiados a la que hace frente Europa. Ninguno de ellos, sin embargo, ha alcanzado el grado de sofisticación de la Secretaria de Interior del Gobierno británico, Theresa May, cuyo discurso sobre inmigración el pasado 6 de octubre en la conferencia del Partido Conservador convierte a Margaret Thatcher en una progre de salón.
Como señalaba el abatido comentarista del Daily Telegraph esa misma tarde, “Es difícil saber por dónde empezar con este horrible, repugnante, engañoso, cínico e irresponsable discurso”. No exagera.