Por Charo Mármol, colaboradora de la Fundación Luz Casanova.
Más de 700 personas duermen cada noche al raso en Madrid. Imagen de Fundación Luz Casanova.
Hace días que las grandes ciudades se han visto inundadas de luces: miles de bombillas que anuncian un tiempo de fiestas, compras, comidas y encuentros familiares. Por el centro de Madrid cuesta trabajo caminar. Cientos de personas con bolsas en las manos van y vienen, jóvenes que te abordan para que te afilies a una ONG, emigrantes contratados para repartir folletos publicitarios... Personas y más personas buscan el encuentro con las amigas y amigos, con los compañeros de trabajo, o con familiares lejanos que “vuelven a casa por navidad". Mientras tanto hay otras personas invisibles, que están ahí pero que no vemos porque son incómodas, porque nos hacen sentirnos regular: son las personas sin hogar, las personas que viven en la calle, en medio de cartones.
En Madrid, el recuento municipal de diciembre del 2014 habla de 1.905 personas sin hogar, de las que 764 duermen al raso y el resto (1.141) pasan la noche en la red de albergues municipales o en centros. Cuando los grandes comercios y las pequeñas tiendas cierran sus puertas, las personas sin hogar montan sus cartones en los atrios de los bancos y de las tiendas.
Loli tiene 52 años y llegó a la calle por un desahucio. Como muchas otras de la personas que viven su situación, se sintió invisible, nadie la miraba, nadie la veía, pero ella si podía ver: “recuerdo el vacio que sentía cuando de noche se encendían las luces de las casas y te imaginas a la gente cenando y viendo la tele, mientras tú estás ahí, muerta de frio, pasándolo muy mal”.
Quizás en algún momento nos pueda parecer que estás situaciones nunca nos pueden ocurrir a nosotros, pero esta idea se derrumba cuando te acercas a estas personas y ves que las causas por las que están en la calle son múltiples: pérdida de empleo, desahucios, enfermedad, divorcio, por malas políticas económicas y sociales…
Roberto es chileno, tiene 64 años y es periodista. Sus padres eran españoles, republicanos que con Franco tuvieron que refugiarse en Francia y más tarde emigraron a Chile. Allí nació él. Se licenció en periodismo y trabajó en la televisión chilena. “Cuando vino el golpe militar, por el simple hecho de haber ingresado en la época de Allende te convertías en una persona peligrosa y mala. Tuve que salir muy camuflado por Argentina, fue toda una odisea en la que acabo como exiliado político en Alemania. Luego vine a España y trabajé como corresponsal en Nicaragua durante la revolución sandinista. Tambén estuve en el norte de Turquia con el tema de los kurdos…” En 1994 deja de ejercer y se convierte en un pequeño empresario. Su socio le estafa y esto se une a problemas con su matrimonio. “Era el 2012. Pierdo mi casa, mi trabajo, pierdo todo… y a partir de ahí comenzó mi calvario, un calvario, terrible. Me ayudó alguna gente, me quedé en la calle, estuve un tiempo con una persona, un tiempo con otra, desesperado hasta que llegó un momento que tuve que tuve que coger el teléfono y llamar al SAMUR: ‘me encuentro en la calle. No sé que hacer’”
Roberto es un hombre sin hogar, pero tiene un techo en una pensión donde puede ir a dormir. Va a comer a un centro de día de la Fundación Luz Casanova, donde cada día se encuentra con más de cien personas que, como él, nunca pensaron llegar a esta situación y hoy luchan por salir de ella. Instituciones como ésta que trabajan por paliar los problemas de las personas que están en la calle, alertan constantemente sobre la necesidad de evitar que las personas lleguen a situación de calle.
La red EAPN (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social) señalaba en su informe del pasado 19 de octubre dos metas relacionadas con este problema, imprescindibles para erradicar la pobreza en España.
- Reducir al menos en un 15% el número de personas en situación de riesgo de pobreza y exclusión en el territorio de España.
- Reducir la tasa de riesgo de pobreza y exclusión infantil hasta el 15%, prevenir el desempleo juvenil y la baja cualificación, lo cual implica reducir el abandono prematuro de los estudios al finalizar la edad escolar obligatoria del 21,9% actual al 10%.
Son dos acciones muy concretas lo que necesitan es voluntad política para llevarlas a cabo. Quizá estas dos metas no eliminen el problema de las personas sin hogar, pero forman parte de la prevención imprescindible para evitar esta situación.
Mientras tanto, estos días además de echarles una mano colaborando con alguna de las organizaciones que los apoyan, podemos contribuir de forma muy sencilla a su bienestar: basta cruzar unas palabras con ellos y mirarles a los ojos. Porque son personas, y no son invisibles.
Hay 2 Comentarios
Es increíble que durante estas fechas caminemos por calles abarrotadas, de compras y gastando un dineral en regalos y que personas que viven en las calles y que están pidiendo nos pasen prácticamente desapercibidas. La política social de este país ha tenido mucho que ver en que esta situación se vea como "normal".
Publicado por: Accountant marbella | 12/01/2016 13:57:39
Debemos ser solidarios con los qu eno tienen nada porque un día nos puede pasar a nosotros, parece que en navidad se nos despierta el sentimiento de culpa y ayudamos, pero ellos nos necesitan todo el año.
Publicado por: Cuidelia | 11/01/2016 21:38:21