Por Belén de la Banda, Periodista
Obra del artista Bansky en el tercer aniversario de la guerra en Siria.
Tengo una amiga especialista en movilización callejera que se mueve por la ciudad, cualquier día de su vida, con un bolso ultrapesado que contiene, entre otras cosas, martillo, alicates, tijeras, cúter, cinta métrica... Su perspectiva es inequívoca: si hay que colgar algo, sujetar algo, poner algo, que permita organizar un acto de denuncia, protesta o solidaridad, no será por falta de equipamiento que no podamos hacerlo. Y muchas veces he visto que las circunstancias le daban la razón, aunque alguna vez se haya enganchado en un control de seguridad, con serias dificultades para explicar el motivo de su sobreequipamiento.
En el ámbito digital contamos cada vez más con herramientas que nos permiten conectarnos, participar, recibir información diferente y organizarnos. Es una clave importante para poner de acuerdo a personas que no pueden reunirse para colaborar, que se mueven desde distintos lugares del mundo, y que necesitan movilizarse de muy diferentes formas. Uno de los momentos más emocionantes por el impacto en los últimos meses ha sido el quinto aniversario de la guerra de Siria. Ante la pasividad de los líderes mundiales, hemos tenido la oportunidad de asistir a un enorme despliegue de acciones solidarias por parte de muchas personas de todo el mundo.
Sin esta posibilidad, creeríamos que las escaladas de violencia que hemos visto después no le importan a nadie. Pero cuando hay oportunidad de compartir una acción online, es francamente estimulante. Basta ver la página de la acción global o la página en español, o seguir la etiqueta #withSyria en las redes sociales para entender que existen muchas capacidades que podrían dar frutos. En palabras de Juan Merodio, uno de los influencers online que apoyaron esta acción sobre Siria, cediendo su perfil en twitter durante una hora y colaborando con su análisis sobre lo que ocurrió en la acción, 'la gente sí apoya este tipo de causas, por lo que se aprovecha tanto la micro-influencia como la macro, ya que hay grandes personajes como Richard Branson que han apoyado la campaña a través de Instagram'. Uno de los riesgos es caer en el desánimo y en pensar que somos incapaces de influir para cambiar las cosas. Pero a muchas personas que participan en estas acciones les interesa 'sentirse parte de algo, sentirse de ayuda, sentir que pueden aportar su granito de arena y que les escuchen. Las redes sociales dan voz a todos los usuarios.'