Terminamos la semana donde la empezamos, con una visión desasosegada del esfuerzo de la comunidad internacional para hacer frente a la crisis de refugiados y a la reforma del modelo migratorio. Nuestra primera pieza del storify (elaborado por Yuly Jara, de porCausa), es una reflexión simple pero cierta sobre el resultado de las reuniones que han tenido lugar en Nueva York estos pasados días: un monumental ejercicio de impostura (Hufftington Post). Tendremos oportunidad de hablar más sobre ello en este blog.
Mientras tanto, en tu vecindario, "una de cada tres familias numerosas se ha visto obligada a echar mano de ahorros o a contraer alguna deuda para llegar a fin de mes", nos cuenta 20 Minutos. No están mucho mejor en Italia, donde una medida del gobierno para facilitar el gasto cultural de los jóvenes ha sido recibida como "un regalo caído del cielo".
El resto de nuestra selección nos ofrece una pequeña vuelta al mundo a base de buen periodismo. La Vanguardia nos recuerda que no solo España padece ausencias en su memoria histórica: Bélgica, que desvalijó y desvencijó a todo un semicontinente como la RD del Congo, ahora acaba de recordar que también utilizó a sus habitantes como carne de cañón durante la I Guerra Mundial. Nunca es tarde.
En el otro lado del charco, The Guardian cuenta una peculiar historia de desigualdad: la de la posesión de armas en EEUU. El dato: un 3% de los adultos del país acumula el 50% de todas las armas. Parte de ese comercio obsceno acaba cada año en México, que bate todos sus récords de violencia y se entierra -de acuerdo con el Índice de Paz Global- entre el grupo de Estados fallidos (Animal Político). Y en el lado menos oscuro de la región, dos buenas noticias: la de Dennis Muñoz, el abogado que lucha contra el fundamentalismo anti-abortista de El Salvador (The New York Times) y las posibilidades del comercio para poner paz en la región (ElFaro.net).
Estas y otras historias en Las noticias que nos rompen de esta semana. Pasen y vean.
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