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3500 Millones

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3.500 Millones es un blog coral dirigido por Gonzalo Fanjul. Este espacio es el resultado de un esfuerzo colectivo en el que los protagonistas de la lucha contra la pobreza comparten su experiencia y sus propuestas.

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  • Gonzalo FanjulGonzalo Fanjul lleva más de veinte años dedicado al activismo contra la pobreza, impulsa la iniciativa porCausa y colabora como investigador con diferentes think tanks, universidades y ONG

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Captura de pantalla 2016-09-18 a las 19.54.42Refugiados huyendo de Siria. No son los únicos que no tienen ni idea de dónde acabarán. Foto: ACNUR (Anadolu Agency/A.I. Oztury). 

De tanto interpretar a la baja las leyes de asilo y refugio para evitar una reacción de rechazo en las poblaciones europeas, sus gobiernos y las instituciones de la UE han hecho precisamente lo que los xenófobos siempre han querido: provocar primero la histeria colectiva y anteponer después la supuesta "seguridad" a cualquier otra consideración, incluyendo el cumplimiento de las obligaciones internacionales. El discurso del Presidente de la Comisión, Juan Claude Juncker, durante el debate sobre el estado de la Unión esta semana fue un reflejo fiel de esta derrota: "Tengo la convicción que una solidaridad mayor sería necesaria pero también que la solidaridad es un acto voluntario. Debe salir del corazón. La solidaridad no se puede imponer".

La solidaridad tal vez no, pero las leyes que regulan la responsabilidad internacional de protección sí que pueden y deben ser impuestas, un asunto que la UE ha dejado en entredicho con su actuación y que determinará la cumbre que tendrá lugar mañana en la Asamblea General de la ONU para tratar la situación global de refugiados y migrantes. En una declaración sin precedentes, los jefes de estado y líderes de 193 países establecerán un compromiso basado en cuatro puntos: la protección de los derechos humanos de todos los refugiados y migrantes; una campaña global contra la xenofobia; desarrollar antes del fin de 2018 un pacto global para una regulación segura, ordenada y regular de las migraciones; y asegurar un reparto equitativo de las responsabilidades de acogida e integración de todos los refugiados.

Por decirlo de forma simple, si el rasero de estos compromisos es el que ha establecido la UE durante estos cuatro años, yo no iría descorchando el champán.

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  Captura de pantalla 2016-09-16 a las 0.27.10

Migrantes deportados en un vuelo de Air Europa. Foto tomada del Diario Diagonal/Juan Luis Sánchez.

Esta semana Las noticias que nos rompen que elaboramos junto con la Fundación porCausa hablan de héroes y de villanos. El contexto -como ya es tristemente habitual en las historias que destacamos- es la dramática situación de los centenares de miles de refugiados que han llegado hasta Europa en los últimos años buscando la protección que les garantizan las leyes internacionales. La crisis no cede y la respuesta de la UE no varía. Nuestras historias nos acercan a tres rincones del continente en donde gobiernos de muy diferente pelaje demuestran que Europa es perfectamente capaz de dejar a un lado sus diferencias ideológicas cuando las prioridades están claras. Francia y el Reino Unido (socialistas salmón pálido y conservadores de corte hooligan) se preparan para levantar en Calais un nuevo muro de la vergüenza que evite las escapadas del gueto inmundo en el que se ha convertido el campamento de refugiados e inmigrantes. Eso sí: como aclara el redactor de The Guardian, el lado del muro que mira a la población francesa contará con "plantas y flores para reducir su impacto visual en el pueblo". Para que luego digan.

En el caso de Grecia (comunistas de nuevo cuño), la amenaza proviene de los menores extranjeros no acompañados (Human Rights Watch). Estirando la interpretación de la ley hasta un punto que habrá hecho palidecer de envidia al mismísimo ministro Fernández Díaz, las autoridades de este país no solo detienen a menores de forma sistemática y durante períodos prolongados, sino que las condiciones de su internamiento son a menudo deplorables. Cómo coger un cuarto de siglo de Convención de Derechos del Niño y limpiar con ello los restos de musaca. 

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Rescatando el contrato social (y 2)

Por: | 15 de septiembre de 2016

Desigualdad-el-roto

El Roto.

La semana pasada hablábamos en este blog de la crisis de la desigualdad en España, que no es sino una réplica a escala del fenómeno global que conocemos demasiado bien: mientras una minoría próspera y segura se beneficia de las capacidades y recursos para desenvolverse en el entorno económico y sufragar su propio “Estado del bienestar”, una masa amplia de clase media precaria vive marcada por la vulnerabilidad y una fracción queda condenada a vivir en la pobreza como consecuencia de un ascensor social roto. Como ha demostrado el caso estadounidense, esta realidad es perfectamente compatible con la creación de empleo y ciertos niveles de crecimiento económico, porque sus claves residen en el reparto de las rentas del trabajo y el capital. Dicho de otro modo, los discursos de PP y Podemos pueden ser simultáneamente ciertos, porque hablan de cosas diferentes.

La reducción de la brecha de desigualdad es, junto con el dilema entre nacionalismo y cosmopolitismo, uno de los dos grandes debates de nuestro tiempo. Les ofrezco tres claves que me ayudan a navegar este asunto:

· Un debate objetivo e informado: El tono general de esta conversación es alarmantemente superficial. Las universidades y los (muy escasos) think tanks que estudian este asunto en nuestro país rara vez consiguen hacerse hueco en una conversación pública acelerada, sesgada e híperopinativa que admite poco más que lugares comunes y titulares gruesos. Algunas iniciativas periodísticas y académicas se han esforzado en los últimos años por cubrir este hueco y merecen ser consultadas con regularidad: Agenda Pública, Ctxt, Piedras de papel, Politikon, Economistas frente a la crisis, The conversation o porCausa son solo algunas de ellas.

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Repensar la malnutrición infantil

Por: | 14 de septiembre de 2016

Por Rubén Villanueva, desde Bangkok

Malnutrición infantil

No es tan sencillo: la nutrición infantil no depende solamente del ingreso familiar. Imagen: Unicef.

Algunos problemas saltan a la palestra pública durante la crisis, y pierden la atención cuando amaina el temporal. Es lo que ha pasado con malnutrición infantil. En España lo sabemos bien, y otros países conviven con la misma paradoja.

En contra de lo que pueda parecer, la idea de que tener ingresos equivale a tener una buena nutrición no es necesariamente cierta. Los datos indican que en muchos de los países con mayores cifras de casos de niños que sufren retraso en el crecimiento -como Pakistán, Indonesia o Bangladesh- la tasa de malnutrición infantil entre el estrato más rico de la población aun excede sobradamente el 20 por ciento considerado como aceptable por la Organización Mundial de la Salud. Es decir, que la malnutrición infantil no es tan sólo un problema exclusivo de los más pobres, sino a menudo un problema social enquistado.

Hasta hace muy poco, la lucha global contra la malnutrición infantil ha estado compuesta por programas nutricionales de carácter específico. Más recientemente ―a raíz de la publicación en 2013 de una serie de investigaciones sobre nutrición materno-infantil en la revista científica especializada The Lancet―, se ha empezado a aceptar de una forma más generalizada que la mayoría de las formas de malnutrición infantil están relacionadas no sólo con factores como la salud materno-infantil o la disponibilidad de comida especializada y nutrientes, sino también con el acceso a agua y saneamiento, prácticas culturales, factores políticos y sociales.

The Lancet estimó que replicar a grande escala diez programas nutricionales de carácter específico y de efectividad probada llevaría a una reducción de la tasa global de retraso en el crecimiento de tan sólo un 20 por ciento. Mientras que innegablemente ello supondría una mejora considerable de la salud y el desarrollo infantiles, aun nos quedaríamos cortos y demasiado lejos de solucionar el problema. La Asamblea Mundial de la Salud se ha marcado como meta una reducción de la tasa global del 40 por ciento para 2025.

Por esa razón, la comunidad internacional ve necesario un nuevo tipo de intervenciones adicionales “sensibles” a la malnutrición para combatirla de una forma más efectiva. Pero, de qué tratan realmente estos nuevos programas y cuál es la diferencia en relación a las tradicionales formas de lucha contra la malnutrición, se preguntarán algunos. Hasta ahora, la mayoría de programas han tratado las causas inmediatas de la malnutrición infantil, esto es, los factores relacionados directamente con el consumo infantil de alimentos y el estado de salud de los propios niños.

Por el contrario, esta nueva ola de programas pretende abordar sus causas subyacentes: aquellas que afectan al niño de una forma indirecta, tales como el nivel de renta familiar, el acceso a una dieta suficiente, nutritiva y equilibrada, la disponibilidad y calidad de los servicios de salud o los recursos disponibles  para una buena alimentación y cuidado. La principal novedad sin embargo radica en que mientras que la lucha contra la malnutrición infantil no estaba entre los objetivos principales de este tipo de programas, ésta ha sido añadida con posterioridad.

Esto significa que deberán asumir la medición del impacto de sus acciones sobre estos nuevos indicadores, cosa que no ocurría antes. Además, incluye nuevos sectores más allá del ámbito puramente materno-infantil como el sector agrícola, el de la protección infantil, el de agua y saneamiento, el de educación y el de la protección social.

Este último destaca de entre los varios sectores como uno de los que más activamente están contribuyendo a repensar la lucha contra la malnutrición infantil por la forma en que interrelaciona pobreza y malnutrición. Históricamente, en los países de renta media y baja los programas de protección social se han centrado casi exclusivamente en la reducción de los niveles de pobreza.

Durante estos últimos años ya se habla de programas de protección social sensibles a la nutrición. Sin embargo, en un momento en que los sistemas de protección social más desarrollados del Norte industrializado aún se están recuperando de la sacudida de la última crisis económica y social y nuevos sistemas se encuentran aún en fase de consolidación y expansión, el potencial de este tipo de programas para atajar la malnutrición infantil aún está por ver.

La parte más difícil ya ha sido superada. El cambio de paradigma ya es un hecho.

Rescatando el contrato social (1)

Por: | 09 de septiembre de 2016

Rato1"Cheers!". Fuente: Hufftington Post.

El 20% más próspero de los españoles acumula una riqueza que multiplica por siete la del 20% más pobre. Cuatro de cada diez jóvenes menores de 30 años está desempleado y uno de cada cinco de los que tienen empleo sigue atrapado en la exclusión social. Los hijos se han convertido en un factor de riesgo para las familias más vulnerables y los indicadores de desigualdad de ingreso, educación y satisfacción vital en la infancia han empeorado de forma alarmante a lo largo de la crisis. Los mecanismos de lo que se conoce como ‘transmisión intergeneracional de la pobreza’ condenarán a los hijos de muchos de los que ahora han quedado atrás, consolidando en España un modelo de 'ascensor social roto'.

Son datos de la OCDE, Eurostat, UNICEF y Caritas, no del círculo de Podemos de Lavapiés. Los economistas más críticos y los organismos internacionales más ortodoxos llevan años advirtiéndonos sobre el doble riesgo de la excesiva inequidad: el golpe para los directamente afectados y las costosas consecuencias para el conjunto de la sociedad, como la pérdida de productividad, la desafección democrática o la caída de la natalidad. De acuerdo con una encuesta realizada por Metroscopia a principios de este verano, la fractura de la desigualdad social es un hecho cierto para nueve de cada diez españoles, la gran mayoría de los cuáles se teme que tenemos problema para largo.

Si todo el mundo parece haberse dado cuenta, ¿por qué ignoran esta situación quienes tienen la responsabilidad de corregirla?

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En el Día del Cooperante: una mirada a los pequeños

Por: | 08 de septiembre de 2016

Por María José Agejas, Periodista, Oxfam Intermón

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Un menor no acompañado en un centro de Sicilia (Italia). Imagen de Luigi Baldelli /Oxfam.

Los de República Centroafricana son más pequeños y tienen cerca a sus padres. Cuando pienso en ellos pienso en sus ropas hechas jirones, su afán por darme la mano, su gran sonrisa… Pequeñas nubes de niños expulsados de sus hogares por la violencia se movían a mi alrededor durante mis visitas a los campos de desplazados, luchando día a día para contradecir a las estadísticas, según las cuales la mortalidad infantil en ese país es de las más altas del mundo.

En los seis meses que pasé en Bangui conocí toda clase de sufrimiento infantil: niños soldado, niñas abusadas, niños acusados de brujería y linchados por ello hasta la muerte, niños durmiendo en la calle despreciados por todos, y cientos de miles de niños y niñas desplazados por el conflicto interno. Estos últimos viven en campos, totalmente desatendidos por un estado que tampoco tiene la capacidad para ello, y con las agencias de la ONU y las ONG como único apoyo. Un apoyo que, por problemas de financiación, no logra cubrir las necesidades más básicas.

Y resulta que vuelvo desde uno de los países más pobres del mundo a la Europa del siglo XXI, y me encuentro con que los menores refugiados tienen que rebuscar en la basura para encontrar ropa, que las niñas corren el riesgo de ser víctimas de la trata, que en los centros de acogida no hay programas de escolarización o que miles de ellos están desaparecidos, han huido de los centros de recepción donde muchas veces están detenidos de facto y se han vuelto invisibles para una sociedad que no quiere verlos, así que todo cuadra.  

Los datos del reciente informe de Oxfam sobre menores no acompañados en Italia demuestran la pequeñez ética de Europa y cómo la defensa de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario se ejerce un poco al estilo de la caridad hipócrita de la que nos hablaban antaño en el colegio: empieza por uno mismo (y termina también, por lo que se ve).

¿Es posible que seamos incapaces de atender debidamente a los 11.797 menores que han llegado a Italia sin la compañía de una persona adulta en el primer semestre del año? Pues resulta que sí. El informe enumera una larga serie de grietas en el sistema de acogida de estas víctimas de la guerra y la desigualdad: faltos de espacio, los ayuntamientos responsables de atenderlos los mantienen en centros de primera acogida en los que sólo deberían estar dos o tres días Sólo se les da, por tanto, una muda de ropa. “Salíamos por la noche a buscar en la basura ropas que pudiéramos ponernos. Nunca pensé que tendría que hacer algo así”, cuenta uno de ellos. Sin escolarizar, sin poder comunicarse con sus familiares,  sin un tutor legal, muchos huyen de los centros, tratando de encontrar a su familia en otros puntos de Europa o de buscarse la vida en las calles.

Solos, con frío o calor, quizá con hambre, arrastrando quién sabe qué traumas por la violencia o la pobreza sufridas, sin nadie a quien abrazar. Como juguetes rotos a los que nadie presta ya atención. Así se encuentran miles de menores por la incapacidad de reacción de nuestros gobiernos. ¿Qué valores pretenderán defender de ahora en adelante nuestros líderes? ¿A quién le vamos a dar lecciones o exigir compromisos en materia de derechos humanos? ¿Cómo pediremos a otros que respeten los Acuerdos de Ginebra, que incluyen normas obligatorias de acogida a los refugiados, y que son la base de la legislación humanitaria de los conflictos del mundo?

Responsables e irresponsables

Por: | 07 de septiembre de 2016

Por Belén de la Banda @bdelabanda, periodista.

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La 'vuelta al cole' está resultando este año especialmente dura. Siguiendo, a ratos de cerca y otros de lejos, las negociaciones parlamentarias, de investidura, o encaminadas futurible o hipotéticamente a formar un Gobierno que ya se demora demasiados meses en nuestro país, no puedo evitar pensar en qué manos estamos. Y me preocupa mucho que no veo en el discurso de ninguno de estos líderes - me refiero a los que suben a la tribuna parlamentaria, se reúnen entre ellos o convocan a los medios para ir dosificando las decepciones- una muestra suficiente de responsabilidad sobre lo que tienen entre manos, que son las necesidades básicas de una ciudadanía cada vez más agotada y escéptica.

La responsabilidad, al contrario de lo que se ha repetido tanto estas últimas semanas, no debería estar solo en hacer lo mínimo para constituir un Gobierno, aunque sería muy de agradecer dado que ya hemos votado un par de veces para animarles a la tarea. No debería estar sólo en reformular sus propuestas, que cada vez suenan más descafeinadas, para ajustarlas a lo que los otros estarían dispuestos a ceder.

La responsabilidad debería centrarse de forma sencilla y contundente en asegurar los servicios básicos vitales para quienes se enfrentan al sufrimiento, la precariedad, la pobreza, o quienes huyen del terror. No hay futuro sin ellos. Sería un programa de gobierno o un texto de acuerdo que la mayoría de la sociedad respaldaría, y que los otros grupos políticos no se atreverían a ridiculizar. 

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Captura de pantalla 2016-09-05 a las 20.56.06"Sana, tal vez. Sencilla, nunca". (Campaña de vacunación de desplazados en Irak. Foto: Peter Biro/ECHO)

Ha sido un verano largo y reparador, que buena falta nos hacía. Pero 3.500 Millones está de vuelta y nada mejor para una rentrée que la 15ª selección semanal de Noticias que nos rompen, elaborada por nuestros colegas de la Fundación porCausa (gracias a Elena Cabrera por las noticias de esta semana). El avispado lector se habrá dado cuenta de que nos hemos saltado la selección 14, pero eso es solo porque en las playas nudistas no hay ni wifi ni bolsillo. Pueden consultarla en el repositorio de storify de porCausa.

Al tajo: mientras usted y yo descansábamos, la crisis de Europa a la que tienen que hacer frente los refugiados ha seguido dando muestras de vitalidad. Medios de  todo el continente (El Mundo, The Guardian, eldiario, Efe) siguen impidiendo que olvidemos la vergüenza de nuestro tiempo. Las historias que recogemos esta semana nos llevan a Calais, Turquía o Hungría, escenarios diferentes de una misma batalla.

También hemos pegado el salto a México, un alumno aventajado de las políticas migratorias del Norte que ahora se ha decidido a cortar la vía de acceso a través del tren conocido como la Bestia (la historia es del imprescindible Animal Político). Si les interesa conocer más acerca de este drama humanitario sobre raíles, no dejen de asomarse al libro que escribió en su momento el salvadoreño Óscar Martínez, de elfaro.net.

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Los retos de una paz duradera en Colombia

Por: | 24 de agosto de 2016

Por Thomas Mortensen, Coordinador de InspirAction en Colombia.

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Foto: Christian Aid/Paul Hackett

No me atrevo a llamar paz al futuro que se avecina porque aún falta el desarme del ELN, la desactivación integral del paramilitarismo, así como el combate y la reducción del crimen organizado en Colombia, pero desde luego los acuerdos de paz abren esperanzas respecto a cambios estructurales en el país” señala Claudia Julieta Duque, corresponsal en Colombia de la emisora radial por Internet de derechos humanos Radio Nizkor.

Tanto Claudia, a la que apoyamos a través de su socia local Brigadas Internacionales de paz Colombia, como muchas otras defensoras de los derechos humanos en el país y víctimas del conflicto saben que, a pesar del entusiasmo que estos días se apodera de Colombia, queda mucho camino por recorrer aunque tienen claro su firme compromiso con el Acuerdo de Paz. También son conscientes de que si el proceso fracasara podrían pasar muchos años hasta que la sociedad colombiana estuviese preparada para un nuevo intento y mientras tanto podría haber millones de nuevas víctimas.

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Por Elena Cabrera (@elenac), de la Fundación porCausa (@porcausaorg).

Captura de pantalla 2016-08-21 a las 10.41.45

Recordarán de episodios anteriores de este Storify los escalofriantes testimonios recogidos en el campo de detención de la isla-Estado de Nauru, filtrados al diario The Guardian. Imposibles de olvidar los acosos y abusos a las niñas, los cuales les hacían desear la muerte.

Junto a Nauru, Manus es el otro campo de refugiados que Australia mantiene más allá de su frontera. Nos hubiera gustado decirles que el reportaje ha provocado el desmontaje de estas instalaciones inhumanas pero la respuesta del Gobierno australiano, junto al de Papua Nueva Guinea, ha sido el anuncio del cierre del otro campo, el de Manus. No han dicho cuando. No han dicho qué harán con los 854 hombres que viven allí. No han dicho nada más. Pero el periodista refugiado iraní Behrouz Bboochani, quien lleva allí más de tres años, dice que, ahí dentro, nadie acaba de creérselo; no es la primera vez que una noticia imprecisa les asalta.

Mientras tanto, en Europa, más de lo mismo: cierre de las fronteras a cal y canto. Frontex, la agencia de la Unión Europea que vigila y controla los bordes exteriores de la Unión, envía a Bulgaria 100 agentes de refuerzo para un único puesto fronterizo, el que limita con Macedonia. Pero en realidad Bulgaria había solicitado 200. Al país le preocupa el incremento del flujo de migrantes que llegan desde Turquía y Serbia. Se lo escuchamos en A Vivir Que Son Dos Días a José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras: “Europa torpedea constantemente el derecho de asilo y refugio”.

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