Gente enganchada al móvil en el metro de Bangkok. / D. AZUBEL (EFE)
Es lunes y llegamos a la oficina con alguna que otra legaña pegada al ojo después de un fin de semana en el que, el que más o el que menos, ha hecho sus planes familiares, de ocio y de descanso. Una cenita, unas copas, quizás una pequeña escapada o simplemente en casa (como decía aquel spot televisivo de Ikea) del sofá a la cama y de la cama al sofá. Bien…¿eso es todo? Me temo que no…Hay una actividad que, a buen seguro entre plan y plan o, incluso durante el propio plan, nos ha ocupado gran parte de nuestro tiempo. Esa actividad no es otra que mirar nuestro móvil… Nos guste o no, es así.