Ángeles Espinosa

Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

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Sotanas, kipas y turbantes

Por: | 26 de octubre de 2011

El zoco Waqif es el corazón restaurado de Doha. Los destartalados colmados y tiendas de aparejos de pesca han recobrado vida tras la reforma que les ha devuelto los techos de palma y las paredes recebadas de barro. Pero los tiempos cambian y la gente ya no va a comprar a los mercados sino a los centros comerciales. Así que para mantenerlo en activo, los responsables lo han convertido en un zoco turístico donde los comercios de toda la vida se alternan con puestos de souvenirs, restaurantes y cafetines en los que se fuman las tradicionales pipas de agua. El resultado ha sido un éxito tanto con los locales como con los extranjeros.

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En medio de la animación, el lunes por la noche, destacaban unos visitantes muy particulares. Un capuchino, un obispo anglicano, curas coptos, el reverendo Jesse Jackson, el gran muftí de Bosnia y varios rabinos paseaban por sus callejuelas, acompañados por los anfitriones qataríes. Eran algunos de los 700 participantes en la 9ª Conferencia de Diálogo Interreligioso de Doha, que se había inaugurado esa misma mañana y que se clausurará hoy.

¿Y qué? se preguntarán algunos. Pues que esa convivencia amigable en esta parte del mundo es casi un milagro. Anoche, en la cena que el embajador de España, Juan José Santos, ofreció a algunos de los participantes, lo puso en evidencia el padre Madbi Abdul Malek, miembro de la iglesia copta en Qatar: “Cuando yo llegué a este país en 1975, no había ni una sola iglesia y para rezar nos reuníamos de forma clandestina en las casas. Incluso evitábamos aparcar cerca para no llamar la atención de la policía. El primer sacerdote no pudo venir hasta diez años después y con un visado de tres días. Ahora no sólo tenemos una iglesia, sino que me siento más libre para ejercer mi religión aquí que en mi país, Egipto, donde este año muchos coptos han sido víctimas de la violencia sectaria”.

La primera iglesia cristiana desde el advenimiento del islam en el siglo VII, se abrió en el conservador emirato petrolero en marzo de 2008 en un terreno donado por el emir. Fue la de la Nuestra Señora del Rosario (de rito católico). Después siguieron la anglicana, la copta, la greco-ortodoxa y un centro ecuménico para once ritos indios. Algo así sigue siendo impensable en la vecina Arabia Saudí, donde está prohibido el ejercicio de cualquier religión que no sea el islam.

La medida qatarí estaba claramente orientada a la creciente población extranjera del país cuyos apenas 250.000 habitantes siguen la rama suní del islam. “Es un hecho que la mayoría de los habitantes de Qatar son cristianos”, señala el pastor anglicano Bill Schwartz en referencia a los 1,5 millones de trabajadores inmigrantes, un puñado de europeos, pero sobre todo filipinos y del sureste asiático. Algunos vieron en el gesto un guiño del monarca hacia la comunidad internacional en un momento en el que Qatar aspiraba a conseguir los juegos olímpicos de 2016. Sin embargo, la visión del emir parece ir más allá.

Su apoyo a las iniciativas de diálogo intercultural, como la citada Conferencia Interreligiosa o la Alianza de Civilizaciones que Qatar acogerá en diciembre, indican una ambición mucho mayor. El pequeño emirato aspira a convertirse en un centro cultural como lo fueron en su día Bagdad o Córdoba. Reflexionando en torno a la mesa del embajador Santos, todos los participantes subrayaban el valor del diálogo para resolver las diferencias y la igualdad de los seres humanos. “Mis problemas no son distintos que los de un cristiano o un judío”, señalaba Mustafa Ceric, el gran muftí de Bosnia. “No se puede amar sin escuchar”, añadía Henry Sobel, rabino de Brasil. El teólogo Juan José Tamayo, por su parte, echaba de menos que todos los credos tomaran partido por los oprimidos en una especie de teología interreligiosa de la liberación

El gran reto es cómo trasladar esos buenos deseos de los hombres de fe a la realidad de unas comunidades cada vez más preocupadas por lo que las diferencia que por lo que las une. Por eso esta novena edición de la Conferencia Interreligiosa buscaba la ayuda de las redes sociales para difundir el mensaje de la convivencia en paz. Faltaba, sin embargo, la voz de los laicos, de aquellos que desde una religión o desde ninguna ven la fe como un asunto privado que no debe interferir en lo público. En mi opinión, esa es la gran brecha que afrontamos, cómo encajar el fenómeno religioso en la sociedad plural.

Inesperado encuentro con Antonio Banderas

Por: | 24 de octubre de 2011

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Llego a Doha y me encuentro con Antonio Banderas. No él en persona, sino una enorme foto suya anunciando el Doha Tribeca Film Festival. Resulta que nuestro actor más internacional hace nada menos que de emir de Hobeika en Black Gold, una superproducción árabe que se ha filmado entre Qatar y Túnez, y que esta semana va a estrenarse en la inauguración de ese festival. El DTFF es fruto de una visita a Qatar de Robert de Niro y ya lleva tres años rodando. Lástima que yo no haya venido a este rico emirato a ver cine sino a una reunión empresarial. Así que no estaré aquí cuando el día 28, Nessib / Banderas cuente a los aficionados sus experiencias rodando en el desierto.

Sin duda, una sala refrigerada de cine constituye una gran alternativa al calor húmedo y sofocante que castiga las orillas del golfo Pérsico / Arábigo durante la mayor parte del año. A diferencia de Arabia Saudí donde están prohibidas las proyecciones públicas (que no las ejecuciones públicas), o de Irán donde sólo dejan exhibir películas al gusto oficial, Qatar y Emiratos Árabes Unidos cuentan con confortables multicines y están apostando por el séptimo arte. Al éxito del ya consolidado Dubai Filmfest, que el próximo diciembre celebrará su octava edición, también se ha sumado desde 2007 el Abu Dhabi Film Festival que acaba de recoger su alfombra roja.

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No será Cannes, pero han pasado por allí Tilda Swinton, Rupert Friend, Uma Thurman, Abbas Kiarostami y Asgar Farhadi, el director de 'Nader y Shirin, una separación', la primera película iraní en ganar un Oso de Oro. Además, estos festivales no se limitan a los grandes nombres internacionales, sino que intentan promocionar el cine hecho en casa. Aunque todavía en sus inicios, los premios a jóvenes documentalistas locales animan a las nuevas generaciones a emprender un camino profesional que hasta ahora no tenía precedentes en la península Arábiga. Y empieza a dar frutos. Hace dos años se estrenó el primer largometraje dirigido por un emiratí, 'Dubai, City of Life' de Ali F. Mostafa.

No soy crítico de cine y además la vi en un avión, pero pasé un rato de lo más entretenido y lamenté no haber disfrutado de las hermosas panorámicas de la ciudad árabe más internacional en una gran pantalla. Ahora, todas las miradas están puestas en una nueva opera prima, 'Sea Shadow' de Nawaf al Jahani. 'Sea Shadow' cuenta la historia de dos jóvenes que se hacen hombres durante un viaje de Ras al Khaimah a Abu Dhabi. Quienes han asistido a un pase previo han visto también una metáfora de que la industria cinematográfica local se acerca a su mayoría de edad. Ahora sólo cabe esperar que esa madurez alcance también a los responsables de la distribución y los interesantes títulos que se exhiben durante los festivales lleguen a las salas, habitualmente saturadas de insulsas películas comerciales de Hollywood y Bollywood.

¿Otro complot iraní?

Por: | 17 de octubre de 2011

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Ahmadineyad (a la izquierda) y el rey Abdalá. / AP.

 

Cuando entrevisté al rey Abdalá de Arabia Saudí en junio de 2007, su entonces ministro de Información Iyad Madani me presentó diciendo que vivía en Teherán. “Debe de ser una experiencia muy interesante”, comentó el monarca. Lo que yo interpreté como una mera expresión de cortesía resultó ser genuina curiosidad por saber cómo era de verdad Irán y, sobre todo, los iraníes. Nerviosa porque sus asesores me habían dado apenas 20 minutos y el reloj corría, no recuerdo con precisión todas sus preguntas, pero sí que eran pertinentes y concretas, nada de generalidades.

A pesar de sus problemas históricos y rivalidad regional, Arabia Saudí no ha dejado de tener una embajada en la capital iraní. Entonces, contaba además con un embajador de carrera y muy competente, Osamah al Sanosi. Así que el rey no necesitaba recurrir a la visión de una periodista extranjera para informarse sobre su vecino. Sin embargo, aquel interés (“quiero saber su opinión personal”, insistía el monarca) revelaba inquietud y constataba hasta qué punto las aguas del golfo Pérsico separan más que unen a ambos países.

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Dúo de guitarra y laúd

Por: | 12 de octubre de 2011

Mi última noche en Saná asistí a un milagro. Fue gracias al entusiasmo del embajador español Javier Hergueta por promover nuestra cultura por encima de las bombas y las puñaladas políticas. Hergueta había organizado un taller de música en su residencia con la presencia del guitarrista José Luis Martínez, un virtuoso no sólo de la cuerda sino de las relaciones humanas.

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El guitarrista José Luis Martínez, junto a varios de los músicos yemeníes que participaron en el taller organizado por la Embajada de España en Saná. / Á. E.

Sin atender a las preocupantes noticias que genera Yemen, Martínez aceptó la invitación para encontrarse con dos colegas yemeníes apasionados de Paco de Lucía y autodidactas. Kundan Olleri y Talal Alrabia no podían ocultar su emoción. Llevan varios años tocando flamenco en celebraciones y festejos, junto a otros tres músicos. Pero nunca habían tenido la ocasión de conocer a un profesional.

“La guitarra es mi pasión, aprendí con unos vídeos y ahora intento transmitir mi conocimiento a otros”, explica Kundan, que descubrió al maestro De Lucía porque “cuando buscaba un método de perfeccionamiento en Internet, su nombre aparecía por todas partes”. Ahora toca sus composiciones con un nivel que dejó impresionado a Martínez.

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Che Guevara en Yemen

Por: | 10 de octubre de 2011

La sede de las fuerzas de la Seguridad Central en Saná es uno de los lugares más vigilados de Yemen. Sin embargo, cuando ayer domingo acudí a entrevistar al general Yehya Mohamed Abdalá Saleh, ni siquiera me hicieron abrir el bolso. El general Yehya es el jefe de ese cuerpo entre policial y militar, pero sobre todo es uno de los poderosos sobrinos del presidente Saleh, que junto al hijo de éste, controlan todo el aparato de seguridad del país.

O lo controlaban hasta que el pasado marzo el jefe de la Primera División Acorazada decidió ponerse del lado de la revuelta popular contra Saleh. El general (desertor) Ali Mohsen justificó su decisión en la matanza a manos de francotiradores de medio centenar de manifestantes el pasado 18 de marzo, bautizado como viernes negro. Los yemeníes saben que al militar, compañero de larga data del presidente Saleh, no le mueven las mismas ansias de democracia que a los jóvenes de la plaza del Cambio.

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El general Yehya firma la foto del Che. / Foto: Abdulrahman Jaber.

Era un secreto a voces que Ali Mohsen se había enfrentado con Saleh por el creciente poder (militar, económico y político) de su hijo Ahmed y sus sobrinos Yehya y Ammar. La revuelta le ha dado la oportunidad de canalizar su descontento y ponerle las cosas difíciles a la familia gobernante. Sus tropas (los soldados de la Primera División desertaron en bloque con su general) se hallan ahora cara a cara con las de Ahmed (la Guardia Republicana) y Yehya. E incluso han tenido algunos roces que han hecho temer una guerra civil.

El general Yehya, un hombre de 46 años, aspecto jovial y maneras suaves, descartó esa posibilidad y trató de presentar una imagen amable del régimen yemení. Hasta se hizo acompañar por dos mujeres militares durante la conversación. Como era de esperar, responsabilizo a sus oponentes políticos de la penosa situación en que se encuentra el país a raíz de las protestas. También insistió en su confianza en el sistema democrático. Sin embargo, mencionó como referentes políticos Cuba, Venezuela y Bolivia.

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Ministerio de Desinformación

Por: | 07 de octubre de 2011

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El Ministerio de Industria y Comercio en el barrio de Hasaba, fuertemente dañado por los combates entre fuerzas gubernamentales y milicianos del jeque Al Ahmar

Los periodistas rehuimos los ministerios de Información. Nadie cuestiona que se trata de órganos de desinformación cuya tarea es poner todo tipo de trabas a nuestro trabajo. Es decir, evitar que metamos las narices en su cesto de la ropa sucia y difundamos sin pudor sus vergüenzas, incluso cuando éstas llevan tiempo al aire. Para ello emplean desde la llana y simple negación del visado hasta más sofisticados sistemas de acreditación que intentan limitar o al menos controlar nuestras actividades.

Es igual en todos los regímenes autoritarios. La periodista rellena la ficha con sus datos personales, medio para el que trabaja, países que ha visitado en los últimos meses, idiomas que habla… Y los responsables de atenderla se encargan de que se traspapele en alguno de los múltiples estantes que suelen adornar sus despachos. Rara vez hay libros en ellos.

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Café Mokka

Por: | 05 de octubre de 2011

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A menudo cuando se informa de un conflicto en un país lejano, llega una carta al director o un mensaje al email en el que algún residente allí cuestiona los intereses del periodista. “Dice usted que las protestas tal y tal. Yo vivo aquí tranquilamente con mi familia y hemos seguido saliendo por las noches y yendo a la playa el fin de semana…” o algo similar. Me pasó cuando estuve en Bahréin. Las realidades suelen ser poliédricas. No me sorprendió.

Inicié mi carrera como corresponsal en Beirut, en los últimos años de la guerra civil. Tras desayunar, el que luego sería mi marido y yo solíamos asomarnos por la ventana de la cocina y si veíamos mucho humo en los barrios del sur, cogíamos un taxi y nos íbamos a ver cómo estaba la guerra que entonces libraban las milicias de Amal y Hezbolá. Si se nos hacía tarde, en vez de regresar a comer a casa, parábamos en alguno de los restaurantes de la calle Hamra. Y después de haber enviado nuestras crónicas, no era inusual que nos fuéramos a cenar y al cine a Jounieh.

Entre bombardeos y coches bomba, aprendimos que incluso en un lugar en guerra la vida sigue, la gente se enamora y hasta se forman familias. Los jóvenes libaneses salieron de los sótanos de uno de aquellos periodos duros bailando la lambada. Era la música del momento y la ponían por la radio, la única distracción cuando llovía artillería pesada.

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Arabia no tan Félix

Por: | 03 de octubre de 2011

Saná, capital de Yemen

Cubrir esta región del mundo es un sinvivir. No has terminado de deshacer la maleta en Riad, cuando los jefes ya quieren que estés en Yemen porque la situación allí está al rojo vivo. Al lado de la apuesta por la reforma que han hecho los jóvenes yemeníes, para apreciar el proceso de cambio saudí se requiere una lupa con muchos aumentos. Así, que el viernes puse rumbo a Saná, la capital de lo que un día se conoció como la Arabia Félix.

En el aeropuerto, daba la impresión de que la guerra civil que anuncian muchos analistas fuera estallar en Arabia Saudí en vez de en Yemen. Los pasajeros se amontonaban ante el mostrador de embarque de Yemenia como si huyeran de un bombardeo. El barullo era tal que en vez de doscientos parecía que éramos mil. Todos yemeníes, excepto un par de saudíes y yo. Además, los yemeníes viajan con unos maletones enormes, como si trasladaran con ellos toda una vida y en muchos casos es así.

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El País

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