Desde hace días las calles se han llenado de banderas nacionales y carteles anunciando el aniversario. Emiratos Árabes Unidos (EÁU), la federación de siete emiratos de la que forma parte Dubái (donde resido), cumple 40 años hoy. El espíritu festivo es tal que incluso los extranjeros empezamos a contagiarnos. Así que he decidió hacer un paréntesis en la transcripción de las notas que me traje Siria, para reflexionar sobre este curioso país que ha logrado romper el tópico de ociosa monarquía petrolera para caer en el de reino mundial del consumo.
En realidad, estoy hablando de Dubái, el emirato que ha llevado la iniciativa en la transformación no sólo del país sino de toda la región. Menos agraciado con petróleo que Abu Dhabi, el hermano mayor de la federación, sus gobernantes aprovecharon su tradición comercial para desarrollar centro de re-exportación con la vista puesta no sólo en las orillas del golfo Pérsico sino en todo el subcontinente indio, de donde proceden la mayoría de sus trabajadores. Junto a la diversificación económica, la mano de obra extranjera ha sido clave para ese desarrollo, imposible con la escasa población autóctona.
Apenas un millón de los entre cinco y ocho millones de habitantes que se estima residen en el país, son emiratíes. De ahí tal vez el entusiasmo con que estos días agitan la bandera nacional y las sorprendentes decoraciones de sus coches con los colores de esa enseña o los rostros de los siete emires de la unión. La empresaria Umm al Nahyan ha llegado a gastar 162.000 dirhams (unos 33.000 euros) en adherir a la chapa de su todoterreno 150.000 cristales Swarovski para mostrar su patriotismo.
Los medios locales ensalzan el progreso alcanzado en estas cuatro décadas. Imágenes del país a principios de los años setenta y ahora dan prueba del enorme salto de una sociedad casi medieval hasta estos albores del siglo XXI. Algunos analistas hablan de “modelo de desarrollo”. Sin duda, y a pesar del impacto de la crisis financiera, eso es cierto en el terreno económico y de las infraestructuras, pero aún quedan sombras en el terreno de los derechos políticos, laborales y de los inmigrantes.
EÁU se ha mantenido al margen de las revueltas que agitan el mundo árabe. Como las otras monarquías petroleras dispone de recursos para cooptar a su población, pero sobre todo de una sociedad más abierta. Aún así, la reciente condena a cinco activistas que pedían el sufragio universal ha señalado los límites a la libertad de expresión. El hecho de que el presidente de la federación y emir de Abu Dhabi, el jeque Khalifa bin Zayed al Nahyan, les haya perdonado y puesto en libertad no cambia lo esencial.
Pero la preocupación de las organizaciones de derechos humanos e incluso de su aliado EEUU se centra en los extranjeros que constituyen la mayoría de los habitantes y hasta el 99% de la fuerza laboral en el sector privado. A pesar de sus avances en la lucha contra el tráfico de personas, el sistema de patrocinador ('sponsor') que imponen las leyes de inmigración da a los empresarios un poder excesivo sobre las vidas de sus trabajadores extranjeros. La situación es especialmente grave para las empleadas de hogar, a menudo víctimas de abusos. Además EÁU sigue sin reconocer los derechos de asociación y huelga.
Tal vez algunos consideren políticamente incorrecto hablar de esos puntos oscuros en medio del clima celebratorio. Pero sin avanzar en esos derechos fundamentales, el desarrollo del país no será completo. Aunque los rascacielos imponentes y los gigantescos centros comerciales atraigan gran número de turistas, su imagen terminará resintiéndose y el equilibrio social estará en peligro.
¡Feliz 40º aniversario!
Hay 3 Comentarios
@ Ramón Que casi la mitad de los trabajadores extranjeros procedan de India, no significa que sean hindúes. Al contrario, la mayoría son musulmanes y cristianos. No todos son albañiles explotados. También hay contables, empleados de banco y, en menor medida, familias de joyeros y comerciantes que se encuentran entre las más ricas del país. Entre los inmigrantes también hay árabes de distintas nacionalidades (palestinos, sirios, libaneses, egipcios...) Además, no todos los emiratíes son "jeques forrados", muchos trabajan como usted y como yo, e incluso los hay que tienen dificultades económicas y reciben ayuda social. El mundo no es blanco y negro sino con muchos tonos de gris.
Publicado por: Ángeles | 02/12/2011 17:48:04
Es paradógico que siendo estados muy restrictivos en los derechos humanos y las libertades publicas, su éxito sea producto de un modelo capitalista! La vida te da sorpresas!
Publicado por: Gustavo | 02/12/2011 15:26:54
Estoy de acuerdo con el artículo de la periodista Ángeles Espinosa en su parte final, al poner en evidencia esa "felicidad" de un país como el emirato de Dubái donde impera la discriminación y el abuso sobre los trabajadores inmigrantes de origen hindú (casi la séptima parte de la población total) Esta claro que el resto de la población, algo menos de 1/3 son árabes, que viven sentados sobre los millones de dólares.
Publicado por: RAMÓN | 02/12/2011 12:57:26