Ángeles Espinosa

Síndrome de Ramadán

Por: | 31 de julio de 2012

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Decoración de Ramadán en una calle de Ammán, Jordania./ The Economist

A punto de cruzar el ecuador del Ramadán, empiezan a notarse los efectos de ese mes de ayuno (y abstinencia) que constituye uno de los cinco pilares del islam. En oficinas públicas y despachos privados, los empleados desfallecen. Y es que por mucha devoción que uno tenga, resulta extremadamente duro abstenerse de comer y beber durante las entre 15 y 16 horas que transcurren desde el amanecer hasta la puesta del sol en estos días de julio y agosto con los que ha coincidido la penitencia este año. Así que no es de extrañar que algunos falten al trabajo.

Claro que lo de Kuwait ha desbordado todas las previsiones. Por lo menos 15.000 funcionarios pidieron la baja sólo en los tres primeros días de Ramadán, según ha informado el diario Al Jarida. El periódico, que cita fuentes oficiales, cuenta que la mayoría de los justificantes emitidos por los centros de salud alegan “agotamiento y dolores de cabeza”, y son presentados por mujeres. Pero es que además, 100.000 empleados públicos llegaron con retraso y otros 15.000 se fueron antes de concluir su jornada laboral. El 80% de los kuwaitíes trabaja en la administración, lo que teniendo en cuenta que la población activa es de 1,375 millones y los nacionales son un tercio de todos los habitantes, supone unos 250.000 burócratas.

No he encontrado estadísticas similares para otros países de mayoría musulmana, pero sospecho que al menos en el resto de las monarquías de la península Arábiga no debe de haber muchas diferencias. En principio, el objetivo del ayuno Ramadán, como cada año se encargan de recordar los clérigos, es experimentar las carencias de los necesitados y poner a prueba la paciencia y voluntad de uno mismo, una suerte de purificación espiritual no muy diferente de la que los católicos buscan durante la Cuaresma. Sin embargo, entre la teoría y la práctica hay un abismo.

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Desayuno de Ramadán para los pobres en El Cairo./ The Economist

Recuerdo mi primer Ramadán en El Cairo, cuando fui destinada allí como corresponsal en 1989, y aquello tenía más de celebración navideña que de abstinencia. Cierto que, a excepción de Titi que sufría del riñón, todos los empleados de la oficina donde tenía alquilado mi cubículo cumplían con rigurosidad el ayuno. Bueno, a veces Seftab venía a mi despacho a echar un cigarrito y Nagwa confesaba haber bebido un trago de agua en el lavabo. Pero Reda era seguro que aguantaba firme hasta que sonaba el cañonazo que anunciaba la ruptura del ayuno, el iftar.

Entonces, la capital egipcia se transformaba en una fiesta que duraba hasta el amanecer. Desde las comidas colectivas que los ricos ofrecían a sus vecinos menos favorecidos en plena calle, hasta los elaborados bufetes con que muchas familias recibían a parientes y amigos, Ramadán se convertía en sinónimo de opípara pitanza. Se tiraba la casa por la ventana y los comerciantes hacían su agosto aunque el mes de ayuno cayera en noviembre. Todos mis conocidos cogían peso durante esos treinta días. Una invitación a un iftar servía para comprender porque al día siguiente el empleado del banco dormitaba sobre la mesa y nadie cogía el teléfono en la oficina de prensa extranjera antes de mediodía.

Ese volcarse en la comida revelaba, además de la generosidad egipcia, las carencias cotidianas de la mayoría, equiparable a las mesas rebosantes de nuestras abuelas que hoy se consideran fuera de lugar. No todos los países viven ese mes de forma tan festiva. Mi primer Ramadán en Teherán fue una desilusión por lo normalito. No había excesos, ni invitaciones a grandes iftares. Todo seguía funcionando con una pequeña reducción de horario. Apenas se notaba el ayuno, salvo que uno le coincidiera la hora del almuerzo fuera de casa porque, por ley todos los restaurantes y casas de comida, permanecían cerrados.

Sin embargo, para un país oficialmente tan piadoso, no encontré nunca tantas personas con justificación médica para saltarse el sacrificio como en Irán. Tampoco tanta gente comiendo en la calle. Algunos oficinistas bajaban a sus coches y se escondían tras los maleteros abiertos. Otros trabajadores se refugiaban en los parques. Y no dejaba de haber colas frente a las panaderías, un signo elocuente, dado que a los iraníes el pan les gusta calentito y nadie lo compra a mediodía para la hora de cenar. La cosa ha debido ir a más desde mi salida el verano pasado puesto que este año un responsable policial ha anunciado “duras sanciones para quienes beban, coman o fumen en público”.

Al otro lado del golfo Pérsico, en la cosmopolita Dubái donde ahora resido, las autoridades hacen equilibrios entre su deseo de satisfacer a los sectores más conservadores de su población y su vocación de ciudad abierta al mundo. Así que también se prohíbe comer o beber en público, incluso mascar chicle tal como ha recordado Gulf News. Pero en todos los hoteles y grandes centros comerciales hay al menos un restaurante que discretamente (con las puertas cerradas o tras una cortina) sirve alimentos y bebidas no alcólicas a cualquier hora. Previo pago, eso sí, de la correspondiente tasa a la municipalidad. Además siguen funcionando los servicios de comida para llevar.

El problema se plantea para los trabajadores extranjeros (el 95% de los habitantes del emirato), al menos la mitad de los cuales no son musulmanes. Sujetos a las normas locales, muchos empleados indios, filipinos y de otros países asiáticos tienen que ingeniárselas para no desfallecer durante la jornada laboral. En los centros comerciales, la gente forma largas colas en los aseos con bolsas que apenas disimulan la botella de agua o el zumo y el tentempié. Otros improvisan un rápido picnic en los vestuarios de gimnasios o piscinas. Uno de los vigilantes de seguridad de mi edificio me guiña el ojo cada vez que le encuentro en el ascensor con el batido energético en la mano. Incluso he visto oficiales del Ejército comprando cervezas sin alcohol frías a mediodía.

Además el ansia que precede a la ruptura del ayuno provoca enormes atascos y hace aumentar el ya elevado número de accidentes de tráfico que se producen en este país. Según un responsable policial, en los diez primeros días de Ramadán se han producido 195 accidentes en la media hora anterior al iftar debido a la excesiva velocidad y a la imprudencia.

Los medios locales pueden desgañitarse con reportajes que aseguran que el ayuno reduce el riesgo de infarto o que es posible ayunar aunque se tenga diabetes (los enfermos no están obligados a hacerlo), pero si tan convencidos están de las bondades de pasarse 15 horas sin beber y con el estómago vacío, ¿por qué necesitan imponerlo? No sólo lo pregunto yo. Lo ha cuestionado nada menos que el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, quien en un arranque de liberalidad sugirió hace unos días a la policía de su país que en lugar de cerrar cafés y restaurantes, eduque a los ciudadanos para que elijan por sí mismos. Sólo entonces sabremos quiénes ayunan de corazón y quiénes sólo de cara a la galería.

Ramadán Karim!

Hay 13 Comentarios

Farah, claro que podemos criticarnos, y ahora con mas razón porque siento que has sentido grandes ganas de darle a Ángeles un abrazo de agradecimiento por haber expresado al detalle tus propias vivencias y tus propios sufrimientos. Pero espero que lo hagas con la conciencia clara de que es un abrazo puntual, así evitarás sentirte defraudada si Ángeles vuelve a sus andanzas. La vida puede volverse insoportable cuando la vivimos así: un día contentos y otro descontentos, un día alegres y otro abatidos, y todo ello dependiendo de como actúan los demás.
Gracias por compartir tus vivencias y tu obligada soledad y no niego que se parecen bastante a una época de mi vida que creo haber superado, salvo si algún día alguna prueba de la vida me saque alguna faceta monstruosa de mi propio ego que no conozco o me haga enfrentar a renovados y reforzados monstruos ajenos. El profeta por ejemplo no deseaba para ningún mumin o mumina (creyentes) vivir la gran prueba del Dayyal (anticristo), y creo entender que la razón es que no todos nos mantendremos firmes ante tan extrema prueba.
Es valiente aguantar la soledad, y es inteligente saber distinguir entre lo que son los principios y lo que son las actuaciones hipócritas de la gente. Pocos superan esta prueba, la mayoría reniegan de la fe cuando ven que los que se hacen pasar por religiosos no son más que puros egos buscando lo terrenal. El profeta dijo que los falsos que en nombre de la fe persiguen el provecho terrenal, serán destinados al peor abismo del infierno.
Si, yo también creo que la gente del parque que describes parecen mas bien gente de la Yahilliyya, pero no deberíamos olvidar que la proporción de los corazones puros es siempre ínfima. Según un Hadith, de cada cien corazones, uno es puro (la gente son como cien camellos, apenas encuentras uno que sirva de montura). Los sufies enseñan que cuando uno vacía su corazón de cualquier apego hacia los terceros, pues deja de sufrir por lo que son los demás o lo que hacen. Enseñan además que el mundo es una criatura perfecta tal como es. Hay que aceptar. Quizás Allah quiere que tu seas así en medio de esos del parque tan opuestos a ti. Ellos pueden servirte de vía para superar los apegos y los anhelos de tu propio ego. Igual esperas algo de ellos por eso te defraudan tanto. Si consigues esa superación interna en tu isla, en tu parque, en tu inmediato entorno, habrás conseguido en realidad una superación universal. “Cada uno tiene su pincho tirano”, le decía Don Juan Matus a su discípulo Carlos Castaneda. Un abrazo.

Ahmed continuemos nuestra luna de miel mientras dure, porque no hay nada más perecedero que la vida. Al Qurán dice: "Dejádles que se alegren por el verdor de sus cosechas sin saber que un día amarillearan y serán paja"
Ya sabes que cuando no estoy de acuerdo contigo lo digo igual que cuando me parecen acertados tus comentarios.
En mi pueblo hay un parque infantil. Por la tarde-noche están los del pueblo y a partir de las 23 h. el parque es un enjambre de melfas con niños y teléfonos caros. Ellas no se mezclan y ellos tampoco; el racismo empieza con ellas. Cuando me conocieron se alegraron ¡Oh una española que viste abaya y lleva turbante tamazight! ¡Luce un tatuaje en la barbilla y otro entre las cejas! Luego cuando les hablé de la mezquita-garaje a la que van, ya les gusté menos, y después el marido de mi mejor amiga quiso, a través de otra mujer del pueblo, que yo supiera que deseaba acostarse conmigo. Sé lo que traman y urden sus corazones...
Todo aquello me dio tanto asco; ver como la casa de mi amiga está todo el día llena de gente, que cuando sale ella dice ¡Ufffff que pesada!!!!! y me aparté. Ahora no me saludan ni siquiera....
Me gusta la soledad y no quiero estar con haÿawanat, prefiero estar sola. Ellos anoche que fui a tirar la basura, tenían su comida de Ramadán estaban "expandidos a la calle por el calor". Yo ni los miré. Estas personas para mi no son musulmanas, ni árabes ni son nada,son Yahil wa yahiliÿia, y lo peor, ni siquiera existen para mi. No por orgullo, sino por el hadhit que comenté ayer. Doy media vuelta y vuelvo a mi casa, a leer su precioso comentario. No espere usted que nadie se le una en su proyecto, ni los propios musulmanes, al final somos dos extraterrestres hechos de piedra del anti-Atlas.... Y allí ya eran cristianos bizantinos antes de la llegada del Islam. La gente equivocada ha decidido que ese sea su destino y es exactamente esa la experiencia que necesitan para progresar como alma, déjeles, al final "Al Láh ha regado con la misma agua la planta que da cosecha que la hierba dañina" Un abrazo confidente.

Farah, creo sinceramente que en cuanto la autora cambie de Qibla, perderá este trabajo. Y esa es su prueba personal en esta vida. Los creyentes confiamos en que cuando somos coherentes con nuestros principios, que nos han sido enseñados desde el cielo a través de los profetas, Allah nos provee lo mejor. Pero los que no creen se aferran a lo que tienen entre manos aunque eso suponga vender la propia alma. Cada uno es responsable de sí mismo, de su ser, de su esencia, y cada uno responderá de sus actos; pero es obvio que lo peor es vivir esta vida como un instrumento en manos de otros a cambio de dinero.
Por alguna razón, hay una campaña concienzuda que intenta ennegrecer la imagen del Islam en los ojos de los occidentales (y de otros también). Y esta campaña se ceba con dos víctimas: una obvia y la forman los propios musulmanes que reciben daños directos, y la otra, menos obvia, la forma el ciudadano occidental, que sufre manipulación, desinformación y lavado de cerebro. Creo que las dos víctimas, en vez de seguir enfrentadas, deberían unirse para enfrentarse juntas a los malignos que diseñan dichas campañas y crean odio y enfrentamientos.
Es nuestro deber luchar en este sentido, y cada uno es responsable. Diría que mis comentarios se inscriben en este sentido, y mi objetivo sería desvelar los motivos de cada uno, aunque muchas veces no hago más que enfadar al personal. En mi vida no discuto, pero en estos foros veo la posibilidad de dar la otra visión de las cosas, no sin hacer sentir a cada uno responsable de lo que dice. Me ha alegrado muuuuucho saber que tus origines se parecen a los míos, sobre todo lo de tachilhit, y es un gran FARAH saber que tu corazón está en contacto con el Tasawwuf, ya que a mi me pasa lo mismo.
Creo que a pesar de esta luna de miel entre nosotros, el sentido crítico debería permanecer, ya que somos limitados y nuestro saber es relativo y a veces nuestras opiniones puedan ser totalmente o parcialmente contrarias entre si, pero ello es una buena vía para entender al otro, aprender de él y darse cuenta de los propios errores. Cordiales saludos.

Farah, creo sinceramente que en cuanto la autora cambie de Qibla, perderá este trabajo. Y esa es su prueba personal en esta vida. Los creyentes confiamos en que cuando somos coherentes con nuestros principios, que nos han sido enseñados desde el cielo a través de los profetas, Allah nos provee lo mejor. Pero los que no creen se aferran a lo que tienen entre manos aunque eso suponga vender la propia alma. Cada uno es responsable de sí mismo, de su ser, de su esencia, y cada uno responderá de sus actos; pero es obvio que lo peor es vivir esta vida como un instrumento en manos de otros a cambio de dinero.
Por alguna razón, hay una campaña concienzuda que intenta ennegrecer la imagen del Islam en los ojos de los occidentales (y de otros también). Y esta campaña se ceba con dos víctimas: una obvia y la forman los propios musulmanes que reciben daños directos, y la otra, menos obvia, la forma el ciudadano occidental, que sufre manipulación, desinformación y lavado de cerebro. Creo que las dos víctimas, en vez de seguir enfrentadas, deberían unirse para enfrentarse juntas a los malignos que diseñan dichas campañas y crean odio y enfrentamientos.
Es nuestro deber luchar en este sentido, y cada uno es responsable. Diría que mis comentarios se inscriben en este sentido, y mi objetivo sería desvelar los motivos de cada uno, aunque muchas veces no hago más que enfadar al personal. En mi vida no discuto, pero en estos foros veo la posibilidad de dar la otra visión de las cosas, no sin hacer sentir a cada uno responsable de lo que dice. Me ha alegrado muuuuucho saber que tus origines se parecen a los míos, sobre todo lo de tachilhit, y es un gran FARAH saber que tu corazón está en contacto con el Tasawwuf, ya que a mi me pasa lo mismo.
Creo que a pesar de esta luna de miel entre nosotros, el sentido crítico debería permanecer, ya que somos limitados y nuestro saber es relativo y a veces nuestras opiniones puedan ser totalmente o parcialmente contrarias entre si, pero ello es una buena vía para entender al otro, aprender de él y darse cuenta de los propios errores. Cordiales saludos.

Ahmed, claro que entiendo tu metáfora y ahora entiendo muchas más cosas sobre tu comentario. Pero ¿que esperabas de un diario que es propiedad de un grupo de empresas de EEUU? Soy española de nacimiento,con ancestros tashlhit de Canarias pre-hispánica, judíos de Navarra y portugueses de Madêira, sin olvidar mi amada isla, en la que vivo feliz porque me gusta mucho el desierto: Fuerteventura, y llegué al Islam en un momento de terrible sufrimiento en mi vida, me ayudó muchísimo, y no me quedé en las superficie. Me interesan Tasawwuf y otras corrientes espirituales en un Islam tan plural que toda esta gente se pierde por mirarnos como un bloque mono-color.
Tienes razón al 3000 % en que estoy enfadadísima con las "cáscaras folclóricas" que son la parte mas visible del Islam, y en la que se ceba toda esta gente para meternos en un saco y lanzarnos al océano, sin saber que cada gota, forma parte del mismo océano al que nos quieren arrojar...
La periodista ha relatado y criticado este Islam superficial, por lo que le presupongo algún conocimiento más profundo no sólo del Islam, sino de la vida como un todo. ¿Por que negarle su ciencia? A veces he sido feroz en mis críticas hacia ella pero pienso que ha variado su "qibla" y ha decidido ser mas rigurosa en su trabajo, lo cual es de agradecer. Lamentarse en vano no arregla nada, y antes de barrer la casa ajena, barramos la propia: llena de "cáscaras inservibles". Gracias por tus palabras tan profundas y bonitas en este mes tan importante para ti y para mi.
¡Importante no discutas! El profeta era "haya", jamás discutía, y una vez respondió a una pregunta sobre cual era la mejor manera de seguir el Islam diciendo: "Dejando de lado lo que no te interesa".

Para un país donde la religión ha sido un verdadero engaño durante casi 20 siglos, es muy relajante creer que todas las religiones se han portado de la misma manera. El Islam es la religión transmetida a Mahoma, pero es la misma que la de Jesús, y la de Jesús es la misma que la de Moisés, y la de Moisés es la misma que la de Abraham, etc Que Allah bendiga a todos ellos. Hay una continuidad entre todas y la esencia no cambia. La Iglesia católica no representa a Jesús. La Iglesia católica es el enemigo de Jesús, de Moisés, de Abraham y de Mahoma.

Ahmed... las peras se le piden al "olmo"... no hables de lo que no sabes...
¡Ah! por cierto, el islam es sólo una religión más de todas las que se han inventado los hombres para hacerse la vida más llevadera y no más complicada como pretendéis los pobres de espíritu, ¡como tú y los tuyos!

El Islam enseñado por Mahoma es espiritualidad, y enseñado por imanes, al servicio del poder, es puro mercantilismo. El Cristianismo enseñado por Jesús es espiritualidad, y enseñado por clérigos al servicio del poder, es puro mercantilismo. Y esto ocurre con todas las religiones, cuyos traficantes (o mercaderes) tratan a las masas como simples corderos. ¡A pastar en los establos la hierba que se les da¡

Otra cosita Farah, una nuez nace en el árbol con dos cáscaras y un núcleo: la cáscara verde blanda pero tenaz, la cáscara marrón muy dura y luego en el centro y muy protegida, la sabrosa y provechosa semilla. El Islam es igual, pero creo que tu estás muy enfadada con las dos cáscaras por no ser ellas también tan provechosas como la semilla, lo que sería en mi opinión como pedir peras al álamo. Cuando hablo del Islam, hablo de ese núcleo. ¿Me entiendes?

... Y el Ramadan, espiritualmente hablando, es una gran via que canaliza dicha espiritualidad, y para eso está y exclusivamente para eso. Lo demás es cáscara. Los diferentes profetas hablaron del ayuno como una vía de mejora espiritual. Es decir, hay un núcleo de gente espiritual que aporvecha plenamente de las grandes dadivas y bendiciones del Ramadan, y eso no se ve en el folklor de la calle.

Ramadan Mubarak Farah, estarías de acuerdo conmigo que la autora escribe desde un desconocimiento y desde una postura islamofóbica y eso desde hace décadas. Creo que aunque veamos que coincida con nosotros en algo, deberíamos de tomar en consideración ese dato. Creo que si tienes una báscula (una balanza) que siempre te da mal los pesos, no creo que te vayas a basar en ella para pesar tus cosas ni para confirmar que acierta. Es de sentido común. Para mi la autora no acierta en lo que dice porque ella misma padece de una doblez. Pero ahora si tu eres la que hace la misma crítica, pues te escucharía, porque me imagino que conoces la otra dimensión de lo que es Ramadán (supongo que perteneces a algún país musulmán), me lo imagino pero no estoy seguro. Nunca he dicho, ni digo ahora, que la hipocresía es un fenómeno occidental. Creo que todos los musulmanes superficiales lo son. Pero eso no quita que hay otra dimensión en el Islam, la espiritual, que es grandiosa y atrae a los que se acercan a ella. En el islam sigue viva una vía espiritual que puede ser la salvación de la humanidad de sus locuras. Occidente está loco (no todos los occidentales, pero si el SISTEMA), el Islam puede ser la salvación, pero no todos los musulmanes representan ese Islam.

Ahmed esta vez no le doy la razón; la autora del artículo refleja la hipocresía instalada dentro del Islam, que veo en mi pueblo, dónde los musulmanes no son visibles durante el dia, excepto los que visten vaquero y estaban ayer frente a una mesa de recreativos, una sala de juegos.... hombres por supuesto. Las mujeres, en su mayoría saharáhuis, estaban en el parque con los niños a las once de la noche con carritos para bebé de más de 200 euros la pieza, y mostrándose unas a otras teléfonos móviles samsung de última generación vestidas con melfas, nada saharáhuis por cierto importadas como costumbre de Mauritánia, ya que el vestido tradicional de la mujer saharáhui ha sido desplazado por esta prenda hipócrita que no concuerda con el teléfono caro...
Desde siempre he sabido que en Ramadán se hacen las prácticas que la autora desvela en este reportaje y por eso no ayuno. Lo he cambiado por un mes de meditación y muy poca agitación festiva, mucho más productiva que pilotar un 747 con más de 300 pasajeros a bordo de El Cairo a New York sin beber ni una gota de agua, poniendo en peligro la vida de los pasajeros.... ¡Ramadan Mubarak!

Creo que no es nada acertado comentar sobre el Ramadan desde una moral hipócrita. Es decir, viene un ser sin principios, sin metas, salvo la de ganar dinero y sacar provecho material, y se pone a comentar algo que pertenece al terreno de lo espiritual. Es normal que no consiga ver ni la decima parte de la realidad del hecho observado. Es como empeñarse en ver el cosmos a traves de una simple lupa escolar y sentir autosatisafcción. Para comentar lo espiritual, hacen falta observadores preparados, y no un simple periodista de pacotilla. He leido el articulo y lo encuentro penosamente pobre, y penosamente tendencioso. Creo que los lectores merecemos cosas mas profundas y gente más preparada.

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Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

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