Ángeles Espinosa

Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

Eskup

Los estereotipos nunca mueren

Por: | 28 de marzo de 2013

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Cartel de la película.

Anoche fui al cine. Vi Olympus has fallen, o como se ha traducido al español Objetivo: La Casa Blanca. Nada extraordinario. Otra película de vaqueros, salvando las distancias. O sea, de buenos buenísimos (el guardaespaldas, la mujer del presidente, el inevitable niño…) y malos malísimos (los terroristas asesinos que atacan la Casa Blanca y no cuento más porque no pretendo destripar el argumento), que es el tipo de filme de aventuras que en esta parte del mundo pasa la censura sin cortes.

 
Aún así, está catalogada para mayores de 18 años, no por la violencia que se ha normalizado en todas las pantallas, sino porque los protagonistas usan a menudo lo que los americanos (sí, ya sé que lo correcto es decir estadounidenses, pero nadie les llama así, al menos no por estos lares) denominan “the F word”, nuestro ¡joder!

 
Hasta ahí todo normal. Incluso me pareció un detalle que los malos malísimos no fueran directamente los norcoreanos, sino una banda de renegados de ambos lados de la zona desmilitarizada y que incluía a un ciudadano estadounidense. Es decir, que evitaba asociar a los enemigos con una nacionalidad concreta, más o menos. Lo cual, a la luz de las noticias que estos días llegan de Pyongyang, resulta todo un avance en el discurso esquematizado de Hollywood.


Pero los viejos usos nunca mueren. Y en un momento determinado, cuando en la película las televisiones se hacen eco del ataque a la sede presidencial en Washington, un locutor dice, como de pasada, que “en Oriente Próximo miles de manifestantes se han lanzado a las calles para celebrar la caída de la Casa Blanca”. Es sólo una frase, pero muy elocuente del estereotipo aún imperante, no sólo entre los guionistas.

Una sonora carcajada resonó en la sala de proyección. No cuando cayó la Casa Blanca, sino cuando se produjo el comentario. Me dio la impresión de que era de desdén. Como si los espectadores, entre los que había numerosos saudíes, dijeran “otra vez”.

La cuestión no es “otra vez”, sino “¿cuántas veces más?”. La historia reciente de esta parte del mundo hace temer que a base de repetir fórmulas estereotipadas sólo se consigan más  profecías autocumplidas. No hace falta forzar la máquina y pretender que el héroe de la película fuera un árabe, pero tampoco machacar en un desencuentro del que no sólo una parte es responsable.

Que disfruten de la Semana Santa, el Nowruz, las vacaciones de mitad de curso, o cualquiera que sea el pretexto para tomarse unos días de descanso en estas fechas.

Abu Dhabi, tropical por una noche

Por: | 24 de marzo de 2013

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Gilberto Gil en concierto./ abudhabifestival.ae

Es inusual que la música de Brasil llegue hasta los confines del desierto Arábigo. Pero el empeño de Hoda Kanoo por acercar Oriente y Occidente llevó ayer a Gilberto Gil al escenario del Festival de Abu Dhabi. En un ejemplo práctico de cooperación por encima de los tópicos, el brasileño presentó en escena a Dina el Wedidi, una joven egipcia a la que apadrina desde hace un año como parte de un proyecto que une a artistas noveles del valle del Nilo con otros consagrados. La experiencia puso también a prueba la tolerancia local.

Dina no sólo movió las caderas con soltura al ritmo de Babá Alapalá, sino que le hizo los coros invocando sin complejos a Aganjú y Xangô. Desconozco cuántos entre la audiencia, mayoritariamente occidental (pero en la que también había egipcios, libaneses y un puñado de emiratíes) estaban al tanto de que Aganjú y Xangô son dos de las deidades de la mitología yoruba. En cualquier caso, el ritmo eclipsó el riesgo de que los asistentes fueran tachados de politeístas. Tampoco el Imagine de Lennon hizo levantar las cejas a las autoridades presentes cuando llegó al estribillo que dice:

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Ha empezado el bombardeo

Por: | 20 de marzo de 2013

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La Plaza del Paraíso, vista desde el Hotel Palestina, durante los bomabardeos./ Á.E.

“¡Ha empezado el bombardeo, ha empezado el bombardeo!”
Dos colegas golpeaban la puerta de mi habitación, en la sexta planta del hotel Palestina, preocupados porque no me hubiera reunido con ellos para vivir juntos el ataque. Después de los nervios de los días precedentes y de la imposibilidad de dormir de un tirón debido al continuo trasiego en el pasillo, la noche del 19 de marzo de 2003 me coloqué unos tapones en los oídos para conciliar el sueño. Llevaba dos meses en Bagdad y estaba agotada. Así que cuando a las cinco y media de la mañana del día siguiente sonaron las primeras alarmas antiaéreas, no me enteré hasta que oí que me llamaban. Lo que vino después ya es historia y ha quedado escrito:

"Empezaba a amanecer. El cielo aún claroscuro de la capital iraquí se iluminó con los destellos de las balas trazadoras. El ruido de las bombas que caían a lo lejos quedaba apagado por la respuesta de las baterías antiaéreas. Una explosión sonó más fuerte que las demás y una columna de humo se elevó desde el suroeste de la ciudad, más allá de Dora, una zona industrial en el camino de Kerbala y Basora", relaté en mi crónica.

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Ahmadineyad comete un pecado

Por: | 14 de marzo de 2013

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Ahmadineyad abraza a la madre de Chávez.

En cualquier otra parte del mundo, el abrazo de Ahmadineyad a la madre de Chávez durante el funeral de éste, hubiera pasado desapercibido. Pero para el puritano régimen iraní, el gesto constituye un oprobio y, sobre todo, da argumentos a los oponentes políticos del presidente para despellejarle. Tan pronto se supo de la existencia de una foto, saltaron las alarmas e incluso el vicepresidente Mohammad Reza Mirtajeddini, que acompañaba al jefe del Gobierno, intentó sembrar la duda diciendo que era trucada. No me imagino si además se hubiera probado que también besó a una de las hijas de Chávez como señalaban los primeros rumores…


La estricta moral que impone el régimen salido de la revolución de 1979 considera pecado cualquier contacto físico entre personas de distinto sexo sin parentesco. Cualquier extranjero que haya viajado a Irán, o tenido contacto con algún representante oficial de ese país, está al tanto del tabú; en particular las mujeres que a menudo se quedan con la mano congelada en el aire mientras su interlocutor se lleva la suya al corazón y esboza una sonrisa nerviosa. Así que nada más difundirse la imagen, varios clérigos salieron al paso de semejante atrevimiento y afearon la conducta del presidente iraní.


“Tocar a una mujer que no sea familiar de primer grado está prohibido en cualquier circunstancia, sea dar la mano o tocar la mejilla”, recordó Mohammad Taqi Rahbar, citado por los medios locales. Según este ayatolá, que lidera la plegaria del viernes en Isfahán, ni siquiera se justifica en el caso de “una mujer mayor (...), y es contrario a la dignidad del presidente de la República Islámica de Irán”. Otros clerigos le han acusado de “hacer el payaso”.


Doy fe de que Ahmadineyad está al tanto de la norma. Cuando le entrevisté en la primavera de 2008 no me dio la mano. Pero tal vez, como pasa con otros dirigentes iraníes, no esté muy convencido de la pertinencia de esa norma. Su predecesor, el reformista Jatamí, le confío a la esposa de un jefe del Estado europeo que a él la prohibición le parecía exagerada. De hecho, no es la primera vez que Ahmadineyad se la salta a la torera. Ya hace unos años fue criticado por haber cogido cariñosamente la mano de una anciana que había sido su primera profesora y a la que homenajeaba en el Día del Maestro.

 
En realidad, su salida del tiesto da fuelle a sus rivales políticos para denigrarle. El controvertido presidente, que tras su elección en 2005 contó con el respaldo del difuso bloque conservador, pronto generó suspicacias ante su estilo independiente y demasiado directo para el gusto de la élite tradicionalista. Las divisiones se agrandaron a partir de su reelección en 2009 y la total marginación política de los reformistas. El marco de debate político se redujo, pero no ocurrió lo mismo con la tendencia iraní a las intrigas y el enfrentamiento. Así que cualquiera de sus meteduras de pata es una buena ocasión para ajustar cuentas.


De hecho, la foto con la madre de Chávez fue lo de menos. La polémica había estallado el propio día de la muerte del venezolano con la nota de pésame que Ahmadineyad envió al (todavía) entonces vicepresidente Nicolás Maduro. En ella, el iraní se mostraba convencido de que “Chávez regresará junto con Jesucristo y el imam Mahdi”, en referencia al redentor que los musulmanes chiíes creen que se escondió en el siglo IX y que reaparecerá el día del Juicio Final para impartir justicia al mundo.

 
“Se puede escribir una carta diplomática sin entrar en disquisiciones religiosas”, criticó el líder de la plegaria del viernes, el ultraconservador ayatolá Ahmad Jatamí (que no está relacionado con el ex presidente del mismo apellido). Anque la creencia en el regreso del Mahdi está muy extendida entre las capas populares, las élites religiosas no suelen hacer mucho hincapié en el asunto y, en cualquier caso, la resurrección de los muertos no forma parte del credo oficial.

 
Así que, a tres meses de las elecciones, Ahmadineyad, que no es la primera vez que se mete en jardines teológicos, ha vuelto a dar material para que sus oponentes le critiquen. Aunque él no puede presentarse a un tercer mandato, está intentando promocionar a su aliado y consuegro, Esfandiar Rahim Mashaei, acusado a su vez de seguir una “corriente desviada” por haber cuestionado en alguna ocasión el velayat-e-faqih, la supremacía del poder religioso sobre el civil.

 
Hasta los reformistas, en general más relajados en el asunto de dar la mano a la otra “mitad del cielo”, ha encontrado motivo para atacar al presidente más polémico que ha tenido la República Islámica.

 
“Me partí de risa cuando vi a Ahmadineyad llorando sobre el hombro de la madre de Chávez”, declaró Abbas Abdi. “Si necesitaba llorar, debiera haberlo hecho por sus compatriotas que murieron”, añadió en referencia a las víctimas que dejó la represión de las protestas por su reelección en 2009, que los reformistas consideraron amañada.

Fútbol sin fronteras

Por: | 08 de marzo de 2013

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Fotograma del documental Baghdad Messi./ dubaifilmfest.com

¿Real Madrid o Barcelona? Es la pregunta clave a la que se enfrenta cualquier español que visite Irak. Ante el funcionario que sella el pasaporte en el aeropuerto, en los numerosos puestos de control que salpican las calles de Bagdad, en la antecámara del despacho de cualquier político… Da igual que el interlocutor sea chií o suní, árabe o kurdo. La pasión por el fútbol, y en particular por la liga española, constituye un verdadero aglutinante para los iraquíes.

A la entrada del barrio de Al Kadhumiya, sede del principal santuario chií en Bagdad, un enorme poster del Real Madrid comparte protagonismo con los innumerables carteles de los imames reverenciados por esa rama del islam. Pero eso no significa que sus habitantes apoyen de forma unánime al equipo blanco. En el mercadillo cercano a la mezquita, varios jóvenes atienden puestos de cachivaches diversos luciendo la camiseta del Barça. Las copias chinas de ambos uniformes se compran unos 15.000 dinares (casi 10 euros) y son muy populares, a pesar de que su material sintético no parezca lo más cómodo para este clima.

En el departamento de español de la Universidad, la primera curiosidad de los estudiantes (incluidas algunas chicas) es saber con qué equipo está la periodista. Se saben de memoria las alineaciones. Y hablan de los últimos partidos con la seguridad de un experimentado cronista deportivo. Alguno incluso asegura estar estudiando la lengua de Cervantes debido a su afición al Barça, ajeno a las veleidades lingüístico-nacionalistas que implica tal aserción. El fútbol está por encima de eso y la posibilidad aunque sea remota de un día poder hablar con Mesi supera cualquier otra consideración.

Hasta en el Kurdistán, la región autónoma del norte de Irak, donde los anhelos de independencia hacen suponer una mayor inclinación hacia los blaugranas, existe una notable afición fiel al Real Madrid. El entusiasmo aquí lleva las pasiones al límite. Un recién llegado de Erbil, la capital kurda, cuenta que cuando se produce un duelo entre ambos equipos, la policía despliega de antemano junto a dos populares cafeterías en las que los futboleros se reúnen a verlo para evitar que lleguen a las manos.

Mientras, esta reportera, que nunca ha terminado de entender los asuntos del balón, ha aprendido a responder “al faraiq al uatani” (la selección nacional) para evitarse complicaciones. Nunca se sabe las consecuencias que puede tener una elección equivocada.

Diez años después

Por: | 05 de marzo de 2013

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Mezquita de Al Kadhumiya, Bagdad./ worldphotos.com

Acceder a la Kadhumiya es más difícil que cruzar una frontera. En realidad se cruza una frontera mental mucho más marcada que algunas de las lindes físicas que separan países. Después de la violencia sectaria que desató la ocupación estadounidense, muchos barrios de Bagdad se han parapetado detrás de enormes muros de hormigón y barreras que los aíslan de los barrios vecinos. Con más razón Al Kadhumiya, que alberga el gran santuario chií que le da nombre, un centro de peregrinación equivalente a Santiago de Compostela para los católicos. Esa comunidad ha sufrido, y sigue sufriendo, frecuentes ataques terroristas y el propio recinto del templo ha sido objeto de varios atentados.

“¿Vive usted aquí?”, pregunta el policía al conductor. “Sólo los residentes pueden acceder; tendrá que dejar el coche en el parking”, añade ante la respuesta negativa.

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Regreso a Bagdad

Por: | 01 de marzo de 2013

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Aeropuerto Internacional de Bagdad a día de hoy / Vía airport-technology.com

La primera impresión resulta agradablemente esperanzadora. Nada más salir del aeropuerto, pequeños grupos de jardineros están regando las palmeras replantadas y cuidando el césped. Hacía diez años que no veía algo semejante en Bagdad. Pero la imagen de normalidad se quiebra enseguida. Un par de tanquetas cruzadas en la carretera cierran uno de los accesos a la capital iraquí para aquellos vehículos que no tengan un pase especial y recuerdan que las heridas de la última guerra aún no están cicatrizadas.

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El País

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