Ángeles Espinosa

Ni sexo ni tacos

Por: | 16 de octubre de 2013

En esta parte del mundo, una se acostumbra a ver comedias románticas cuyos protagonistas nunca llegan a besarse y películas que duran menos porque las tijeras del censor han recortado los momentos tórridos. En el cine, se entiende. En una ocasión descubrí que no había entendido el argumento porque faltaba toda la escena inicial que transcurría… en la cama. Aunque en general los cortes no suelen ser tan graves, es una práctica cuyo sentido se me escapa cuando la tecnología permite el acceso sin censura incluso a la pornografía.

Según tengo entendido, el Consejo Nacional de Medios, que autoriza y clasifica las películas, veta las secuencias que considera inapropiadas. Algunos directores se niegan a aceptar el tajo, como sucedió con Los hombres que no amaban a las mujeres, que no participó en el Festival Internacional de Cine de Dubái hace un par de años. Otras veces, cuando unos cuantos cortes no son suficientes, el Consejo prohíbe directamente el filme en cuestión. Así Cisne Negro y Amor y otras drogas no pudieron exhibirse en Emiratos Árabes Unidos por “excesivo contenido sexual”.

Pero no son sólo las imágenes de sexo. En un país en el que la ley castiga los juramentos y el lenguaje soez, también los tacos son objeto de censura en el cine. Hace unos días fui a ver Empire State y además de que la historia me defraudó, me resultó insufrible que faltara una palabra de cada dos. Al suprimir los fucks (joder) con los que los protagonistas salpican sus diálogos, daba la impresión de que hablaran a saltos.

Claro que más molesto debe de ser que te saquen de la sala porque al censor se le han escapado unas cuantas palabrotas. Es lo que ocurrió el pasado sábado durante la sesión de las 16.30 de Plan de escape, la película que coprotagonizan Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger y que se había estrenado dos días antes.

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Cartel de la película Plan de escape./ totalfilm.com

Aunque se exhibía en versión original, en inglés, alguien se percató de que uno de los personajes profería un juramento en árabe. Los responsables pararon la proyección, devolvieron el precio de la entrada a los espectadores y remitieron la cinta para su edición. Un par de horas más tarde, la copia estaba lista para el siguiente pase.

Este puritanismo, que no es exclusivo de Emiratos, llama aún más la atención cuando nadie se escandaliza por la violencia que inunda las pantallas. Los golpes, la sangre, las peleas, los huesos rotos e incluso el sadismo reconcentrado del malo de turno, hacen las delicias de buena parte del público. Con el agravante de que, en este país, muchos padres acuden al cine con niños pequeños e incluso bebés independientemente de cuál sea la clasificación de la película.

Al principio de llegar a Dubái, sólo la idea de poder ir al cine me parecía fantástica. En la vecina Arabia Saudí ni siquiera hay salas. Y en Irán, donde estaba destinada con anterioridad, lo único que se exhibía eran loas a la revolución y filmes de propaganda político-religiosa. Ahora me entran dudas sobre si lo que veo es fiel al original, o me he perdido la escena clave. Lo peor es que la mayoría de las buenas películas, ni siquiera llegan.

Hay 6 Comentarios

Y del cine español por allí... ni hablamos ¿Verdad?

http://elmejorhumorinteligente.blogspot.com

Pero si lo mejor es la violencia y el sexo...

http://adf.ly/4hVPL

Deja de sufrir y salde ahí. Todo es malo. Vete a un sitio mejor y escribe desde allí.

A mi lo que me hace gracia es tener que esperar a que pasen la película en OSN para verla sin censura.... eso y los escotes que aparecen y desaparecen en E!

Recordemos que en España no hace mucho también había censura y que parte del periodismo lleva comprado muchos años: http://xurl.es/vebod

Hola Ángeles: aqui en India nos vamos a quedar sin ver la última de Woody Allen (Blue Jasmine) por la censura debido a que algunos personajes fuman. en India, en esos casos, sale un cartelito en la pantalla que dice lo malo que es fumar, y el sr. Allen se ha negado a que le pongan pegotes. por no añadir los cortes en escenas de sexo y tacos. eso sí, en las copias piratas de la calle, no hay censura.

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Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

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