Ángeles Espinosa

Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

Eskup

¿Dónde están los ‘Monuments Men’ hoy?

Por: | 27 de febrero de 2014

Por fin he visto la anunciada The Monuments Men. No me ha defraudado. Además de hacerme pasar un rato entretenido, me ha traído recuerdos y suscitado preguntas. Tal vez haya influido que acababa de regresar de un viaje a Bagdad en el que volví a visitar el Museo Nacional de Irak. El caso es que no he podido evitar acordarme del saqueo que sufrió esa galería y todos los yacimientos arqueológicos del país a raíz de la invasión estadounidense de 2003.

The-Monuments-MenCartel de la película The Monument's Men

Entonces viví en directo la pasividad de los soldados ante el desenfreno acaparador de una parte de la población, tal vez azuzada por agitadores y maleantes. El Museo de Irak no se libró del afán por apropiarse de cualquier cosa que tuviera un mínimo valor. Es más, algunos testimonios hicieron sospechar que la irrupción en el viejo edificio de la plaza de Alawi no fue espontánea. Tampoco sería de extrañar. Existe un amplio mercado clandestino internacional que sin duda aprovecha las situaciones de caos y desgobierno. Lo mismo había estado sucediendo durante años en Afganistán.

Aún sabedora de que las circunstancias no son comparables, no he podido evitar preguntarme dónde están los hombres de los monumentos del siglo XXI. ¿Acaso no sirvió para nada la lección aprendida con la Segunda Guerra Mundial? Porque no recuerdo que ni en Irak ni en Afganistán me cruzara con arqueólogos de uniforme o soldados con sensibilidad por el patrimonio artístico tratando de salvar la memoria no ya de iraquíes y de afganos, sino de la humanidad.

“La historia empieza en Sumer” estudiábamos cuando yo iba al colegio. Supongo que eso no habrá cambiado en la era de Internet. O tal vez sí. Tengo que preguntar a mis sobrinos.

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Piezas recuperadas tras el saqueo del Museo Nacional de Irak./ Á.E.

No son asuntos retóricos. Ahora está en peligro nuestro patrimonio en Siria, uno de los países con mayor concentración de yacimientos arqueológicos y monumentos antiguos del mundo. Aún recuerdo uno de los reportajes que más he disfrutado cuando acompañé a un equipo de arqueólogos españoles, dirigido por el profesor Fernando Valdés, que asesoraba a sus colegas sirios en la conservación de mosaicos.

Los especialistas consideran que la destrucción sistemática de antigüedades en el país levantino es el mayor desastre desde la voladura de los Budas gigantes de Bamiyán en 2001. Algunos lugares como el zoco de Alepo han desaparecido para siempre en el fuego cruzado de la guerra. Otros como la Fortaleza cruzada del Krak de los Caballeros han sido golpeados por los bombardeos aéreos del régimen. Los fundamentalistas islámicos que pueblan las filas rebeldes han empezado a destruir mosaicos bizantinos y estatuas griegas y romanas porque rechazan la representación de la figura humana.

Habrá quien cuestione esa preocupación ante las decenas de miles de vidas que se están perdiendo en ese país. Pero como cuando el personaje del presidente en The Monuments Men pregunta al profesor Stokes si las dos bajas que ha tenido su equipo han valido la pena, el planteamiento es erróneo. No se trata de elegir entre personas y monumentos, sino de proteger la vida y la memoria.

Este consulado no da visados… a periodistas

Por: | 24 de febrero de 2014

No entiendo cómo les preocupamos tanto. En un país en que no pasa un día en que los talibanes asesinen a los que no lo son, algún marido mate a su mujer o el sistema judicial envíe a la cárcel a una joven violada o a una niña que intenta escapar de un matrimonio forzado, resulta que los consulados de Afganistán tienen órdenes de no dar visados a periodistas “porque es peligroso”.

“Si usted tuviera otra ocupación, no habría ningún problema, pero con los periodistas tenemos órdenes de nuestro Ministerio [de Exteriores] de no tramitarlos sin una autorización previa”, me explicó en el Consulado General de Dubái un amable funcionario que se identificó como Omar.

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Embajada de Afganistán en Abu Dhabi

Hasta ahí, todo normal. Es habitual que en los países no democráticos pongan todo tipo de controles y trabas para el acceso de los periodistas. No me había pasado hasta ahora con Afganistán, pero ya hace cinco años largos de mi última visita y la medida parece indicar que las cosas no han evolucionado a mejor sino al contrario. El problema vino cuando traté de averiguar a quién debía dirigirme en Kabul, o bien un teléfono o dirección de email donde solicitar esa autorización previa sin la cual el funcionario no iba ni siquiera a recoger mi solicitud.

“Ah, eso no lo sé y aunque lo supiera, no podría decírselo”, me aseguró el hombre muy serio.

Traté de hacerle ver que lo que me decía no tenía sentido, pues me llevaba a un callejón sin salida. Entonces me sugirió que mi oficina en Kabul, solicitara el permiso a su Ministerio. Al decirle que no tengo una oficina allí y por eso precisamente tengo que ir a cubrir las elecciones, me respondió que entonces se lo pidiera a quien me hubiera invitado. Mi explicación de que no me invitaba nadie y que como periodista era yo, o más bien mi empresa, quien pagaba los gastos, no debió de convencerle.

Sin ocultar su fastidio por mi insistencia, me dijo que esperara un momento, desapareció de la ventanilla y volvió con un joven diplomático, el Sr. Jihan, quien me repitió el mismo argumento que su colega, pero con una sonrisa. Parecía que lo tuvieran ensayado porque a cada objeción mía respondía con las mismas alternativas que el empleado de la ventanilla, aunque al menos el diplomático reconoció que el asunto era “complicado”.

Pues si su empresa no se preocupa de conseguirle el visado, hable con su Gobierno, tal vez su Embajada en Kabul pueda ayudarle”, me señaló finalmente a punto de perder la paciencia.

Así que eso era todo. Una década luchando por recuperar la plena soberanía del país y cuando los soldados extranjeros por fin parece que se van a marchar a su casa a finales de este año, los gobernantes afganos envían a los periodistas a las embajadas de sus respectivos países para curarse en salud de lo que les pase. Les di las gracias por la información y me fui.

Stones en el desierto

Por: | 23 de febrero de 2014

Todos los medios emiratíes celebran este fin de semana el éxito de los Rolling Stones. Por fin, el pasado viernes por la noche, la legendaria banda dio su primer concierto en Oriente Próximo, en el auditorio de la isla de Yas (Abu Dhabi). Llenazo total. Aficionados de un crisol de nacionalidades ocuparon las 30.000 plazas del aforo para satisfacción de los organizadores y los artistas.

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Numerosos occidentales que trabajan no sólo en Emiratos Árabes, sino en los vecinos Arabia Saudí, Omán, Qatar, Bahréin e incluso Kuwait se habían acercado a ver a sus ídolos. Esta corresponsal no tuvo la suerte de poder estar presente, pero no se ha librado de sus efectos. El sábado cené con colegas libaneses que habían estado y la conversación giró un buen rato en torno a los septuagenarios rockeros y sus saltos en el escenario.

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Como el resto del público, mis amigos quedaron encantados con el detalle de Mick Jagger de expresarse en árabe (“Marhaba Abu Dhabi”, “Hola Abu Dhabi”). Los emiratíes también agradecieron que saludara a los seguidores de los siete emiratos que componen la federación, aunque al parecer se olvidó del pequeño Ajman, en tiempos famoso por sus colecciones de sellos. Tocaron casi los mismos temas de la gira de su 50º aniversario, con algún clásico más como Angie y Emotional Rescue para deleite de sus aficionados.

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“Excelente sonido, pletóricos de energía”, me resumió con entusiasmo contagioso Alfons de Arabia, cuyas fotos del concierto ilustran este post (¡gracias Alfonso!). Este agudo observador, que viajó a Abu Dhabi desde un país cercano, notó un lapsus de Keith Richards al comenzar Slipping Away. “Se equivó de nota inicial”, asegura, pero ni eso ni las largas colas para acceder a los WC o conseguir un taxi a la salida, deslucieron una noche que será difícil de repetir, los Rolling Stones en las arenas de Arabia.

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Jomeini abre cuenta en Twitter

Por: | 20 de febrero de 2014

No ha revolucionado Twitter, pero 1.530 seguidores en menos de dos meses tampoco están mal. Sobre todo para tratarse de alguien que ya ha dejado este mundo. La aparición el pasado 3 de febrero de una cuenta a nombre del fallecido ayatolá Jomeini sorprende en un país como Irán, donde esa red social está bloqueada. Lejos de ser una broma, el proyecto parece contar con el beneplácito del sucesor de Jomeini y actual líder supremo, Ali Jamenei, ya que a menudo retuitea sus mensajes. Pero ¿con qué objetivo?

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Vista del Twitter a nombre de Jomeini.

“Se trata de una cuenta vinculada al sistema que trata de revivir los objetivos del Imam Jomeini, de la misma forma que distribuyen grandes carteles con su imagen, para transmitir la idea de que su espíritu está aún vivo en las venas del régimen”, asegura una activista social desde Teherán.

Esa lectura encaja con los mensajes que siguieron al “en el nombre de Dios el Clemente” con que se estrenó la cuenta. Durante los primeros días, su principal misión parecía ser la promoción de la página de Instagram consagrada a fotografías del fundador de la República Islámica. De hecho, @IRKhomeini sólo sigue a dos usuarios, las cuentas en inglés y persa que gestiona la oficina de Jamenei, quien al parecer no ve ninguna contradicción entre utilizar las redes sociales y el hecho de que los iraníes no puedan acceder a ellas si no es violando la ley que prohíbe el uso de VPN (redes privadas virtuales que permiten saltarse el bloqueo).

Los textos, escritos en persa, remitían cada día a una imagen de algún momento importante en la vida de Jomeini. Hasta que el 20 de enero apareció en inglés el siguiente mensaje: “Si los musulmanes estuvieran #unidos, sería imposible que los extranjeros les dominaran. La división de los musulmanes fue obra de gente ignorante y eso nos preocupa”. Una semana más tarde, aseguraba que “si se introduce el #Islam al mundo cómo realmente es y se obedece como se debe, el Islam ganaría gloria”. En esta ocasión, se da además la fecha en que la frase fue pronunciada por el ayatolá, el 14 de noviembre de 1965.

Sin embargo, a mediados de febrero los mensajes en inglés adquirieron un cariz preocupante. Después de haber pasado el 35 aniversario de la revolución sin hacer mención a la fecha, los autores eligieron recordar la fetua que Jomeini pronunció contra el escritor Salman Rushdie hace 25 años.

“Informo a los musulmanes del mundo que el autor del libro Los versos satánicos escrita contra el Islam, el Profeta y el Corán está sentenciado a muerte” 1/3

“Solicito a musulmanes valientes que lo ejecuten allí donde lo encuentren de forma que nadie se atreva nunca a insultar a las santidades musulmanas” 2/3

“Si alguien puede ponerse en contacto con el autor del libro pero no puede ejecutarlo, debe presentárselo a otros para que lo castiguen” 3/3

Esta brutal sentencia, sin juicio ni audiencia previa, fue pronunciada el 14 de febrero de 1989 y supuso un nuevo aislamiento internacional de Irán en un momento en que empezaba a superarse el impacto de la revolución de 1979 y la guerra con Irak. El Reino Unido retiró a su embajador, mientras otros países europeos enfriaron sus relaciones. Jomeini murió unos meses más tarde, lo que impedía anular el edicto religioso y dejaba al Gobierno iraní en una situación comprometida. Hubo que esperar a la elección del presidente reformista Mohamed Jatamí en 1997 para que asegurara que su Gobierno no iba a promover, respaldar ni condonar la ejecución de la ominosa fetua (aunque una fundación mantiene hasta hoy una recompensa para quien la lleve a cabo).

Aunque no podía descartarse la actuación por su cuenta de algún fanático, Rushdie empezó a normalizar su vida, tal como ha contado él mismo en su libro de memorias Joseph Anton. ¿A qué viene entonces ahora recordar el asunto, justo cuando un nuevo presidente de talante moderado intenta recomponer el daño hecho por la falta de transparencia de su programa nuclear y la gestión del mismo por su predecesor?

El Twitter de Jomeini no ha sido el único en recordarlo. El líder de las plegarias del viernes en la Universidad de Teherán, el hoyatoleslam Kazem Sadighi, un conocido ultra, ha calificado la emisión de la fetua de “momento estelar” en la vida del reverenciado religioso. Además, también ha aparecido una página web que homenajea a Mostafa Mazeh, el suicida que en agosto 1989 murió al estallarle la bomba con la que intentaba asesinar a Rushdie en un hotel de Londres. Es inevitable sospechar que los sectores duros del régimen agitan la bandera del “no nos moverán” ante el temor a perder sus prebendas y privilegios si el sistema se abre al exterior y se hace más tolerante.

“Puede ser una cuenta creada por seguidores sinceros del ayatolá Jomeini, al menos esa es la imagen que pretenden, pero su forma de actuar me hace temer que es obra del ciberejército de los Pasdarán”, interpreta la activista. Ese ciberejército se dedica a crear estados de opinión en Internet a través de falsas identidades y a piratear cuentas.

Tanto el presidente Hasan Rohaní como varios de sus ministros son muy activos en el uso de las redes sociales para comunicar sus políticas. Pero a pesar de que el Gobierno ha prometido desbloquear su acceso, chocan con la oposición de los sectores más conservadores que ven en ellas instrumentos de corrupción de Occidente. Tratan a los iraníes como menores que necesitan su constante protección frente al exterior.

Nota: Esta entrada se actualizó el 23 de febrero de 2014 para incluir la página web en homenaje al suicida que intentó asesinar a Rushdie.

¿Por qué no se convierte al islam?

Por: | 03 de febrero de 2014

Estaba esperando para una entrevista en una de las entradas de la Zona Verde de Bagdad (ha fracasado el intento de llamarla Zona Internacional). No sé qué le llamó la atención. Tal vez me oyó hablar en español por el móvil y le resultó una lengua distinta al inglés con el que se asocia a los extranjeros. El caso es que la mujer me miraba tan descaradamente que no pude más que saludarla con un “Salam aleykum”, el equivalente a nuestro hola, aunque literalmente signifique “la paz sea con usted”.

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Una entrada a la Zona Verde de Bagdad, después de un atentado./ Ángeles Espinosa

En buena hora. La señora en cuestión, de unos 50 años aunque bajo el chádor aparentaba bastantes más, estaba más aburrida que una ostra. Esperaba a una hija que en esos momentos se examinaba en la Embajada británica porque iba a ir a estudiar al Reino Unido. Llevaba varias horas allí y no sabía cuánto le quedaba. Así que encontró a una incauta con la pegar la hebra. Era de Kerbala y cuando le dije que el día anterior había estado allí, se le iluminaron los ojos.

“¿Qué tal le fue?”, me preguntó como si hubiera estado en Londres por asunto de negocios. No quise entrar en detalles y le respondí que bien. Tampoco mi precario árabe daba para mucho más. Así que concluidas las cortesías de rigor esperaba que la mujer me dejara por imposible. Sin embargo, una pregunta me hizo dudar de que su acercamiento hubiera sido casual.

“Con lo bien que habla árabe, ¿no piensa hacerse musulmana?”, me espetó sin previo aviso. Me quedé pasmada. No tanto por la zalamería como por la directísima que no enlazaba en absoluto con el resto de la conversación. Sin recursos lingüísticos para expresar matices, puse la mejor de mis sonrisas e intenté decirle que no soportaría que mi marido tuviera otras tres esposas (el islam permite tener hasta cuatro de forma simultánea). Se echó a reír con ganas.

“¿De verdad que eso le molestaría?”, me preguntó. En ese momento comprendí que estábamos en dos planetas diferentes. Lo que a mí me parecía un horror, a ella ni siquiera le parecía un inconveniente. Se lanzó entonces a una perorata de la que a duras penas logré comprender algunas palabras. Pero cuando le pedí que repitiera, encontré una inesperada ayuda.

Un caballero que estaba sentado un poco más allá, y que obviamente había estado siguiendo divertido nuestra conversación, empezó a traducirme al inglés. Tras enumerar las condiciones bajo las cuales el islam permite la poligamia (permiso de la primera esposa, igual trato a todas las mujeres, etc), aportaba de su cosecha las ventajas que suponía, al menos para ella.

No sé si mi rostro expresó incredulidad, o si el intérprete voluntario temió que me llevara una mala imagen de su país. El caso es que, de repente, dejó de traducir y optó por intervenir.

“No todos los iraquíes somos así. Yo estoy muy enamorado de mi esposa y no tengo ninguna intención de casarme con otra. Además ésa es una costumbre cada vez menos practicada… tal vez en los pueblos”, me dijo muy sentido.

Le respondí que lo sabía, pero que de todas las formas, era algo permitido por la ley islámica y que, en mi opinión, ésta resulta claramente desfavorable para las mujeres. Asintió con un gesto resignado y entonces apareció el cachas encargado de escoltarme hasta las oficinas de la ONU. Cuando salí, la mujer de Kerbala ya no estaba allí. No consiguió una conversión, pero estoy segura de que le di tema de charla con su hija en el camino de regreso a casa.

El País

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