Los sucesos de Ucrania están teniendo impacto mucho más allá sus fronteras. El país cuya revolución naranja inauguró el uso de un color como símbolo de la oposición está siendo observado con interés en todo Oriente Próximo. Pero en pocos lugares el seguimiento de lo que acontece en el Maidán ha revelado la polarización de la sociedad como en Irán.
Desde el primer momento estaba claro que, a diferencia de en Bahréin, Egipto o Túnez, las autoridades iraníes no iban a simpatizar con la población. En Ucrania, como en Siria, la revuelta se hace contra un aliado, en este caso Rusia, con el que Teherán se identifica. De ahí que desde el principio la radiotelevisión estatal haya presentado las protestas como “un complot occidental”.
Plaza de la Independencia de Kiev./AP
Lo sorprendente ha sido el entusiasmo y apoyo que los opositores ucranios han encontrado entre la prensa reformista. El pasado 22 de febrero, el día de la huida del presidente Victor Yanukovych y la consecuente liberación de Yulia Tymoshenko, el contraste entre la portada de Shargh y la del conservador Vatan-e-Emrooz era tal que parecía que hablaban de dos países distintos.
El primero mostraba una fotografía de la ex primera ministra dirigiéndose a sus seguidores bajo el título: “El presidente de Ucrania se ha ido, Tymoshenko está libre”, y en un guiño de complicidad sobreimprimía “El día naranja” usando ese color. En las antípodas, Vatan ilustraba la información con una imagen de un hombre frente a un edificio destruido, junto a un titular que hacía un juego de palabras con democracia y destrucción.
El también reformista Etemad iba incluso más lejos y junto al texto titulado “La liberación de la Señora Naranja en un día histórico para Kiev”, publicaba unas declaraciones del presidente del Parlamento sobre los líderes de la oposición iraní que permanecen bajo arresto domiciliario, Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubi. (“No hay razón para ello. Esos asuntos debieran solucionarse”, aseguraba Ali Lariyaní en una traducción de su entrevista con el diario francés Le Figaro.)
El analista Arash Karami en un comentario para Al Monitor estimaba que “dado el fracaso del Movimiento Verde en las elecciones presidenciales de 2009 y el continuo encarcelamiento de sus líderes, es natural que los periódicos reformistas miren de forma favorable el éxito de las protestas callejeras y la liberación de una figura de la oposición”.
Sin embargo, el ministro de Justicia iraní, Mostafa Pourmohammadi, no lo ha visto de la misma manera. Apenas dos días más tarde, recurrió a la agencia Isna para explicar que Ucrania no era Irán y que los medios iraníes debían calmar sus ánimos respecto a lo que ocurría en ese país.
“Algo ha sucedido en Ucrania y algunos periódicos titulan como si hubiera sucedido en Irán. Nuestro país y nuestras instituciones no son comparables a esos lugares”, declaró Pourmohammadi, antes de asegurar en que el régimen iraní es “estable” y “poderoso”. El ministro también insistió en que la prensa no debía excederse en su cobertura de los acontecimientos en Ucrania ni sentirse victoriosa por ellos.
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