Kabul está totalmente tomado por las fuerzas de seguridad afganas. Los controles se han extremado ante las elecciones presidenciales y provinciales de mañana sábado. En las carreteras de acceso a la capital, los soldados paran a los camiones ante el temor a que puedan esconder explosivos, causando enormes colas. En la ciudad, la policía ha pedido a cafés y restaurantes frecuentados por extranjeros que cierren sus puertas hasta que pasen los comicios, como medida de precaución. La psicosis es grande. Y a la vista de los atentados que se han sucedido en las últimas semanas, fundada.
Estaba escribiendo este post a primera hora de la mañana cuando ha llegado la noticia del tiroteo contra las dos compañeras de AP, que ha matado a Anja Niedringhaus y dejado malherida a Kathy Gannon. Conocí a Katy en Islamabad, de la mano de Françoise Chipaux. Siempre ha sido una referencia para los periodistas que nos interesamos por esta parte del mundo. Inevitablemente, el suceso ha influido en mi estado de ánimo.
Coche en el que viajaban las dos periodistas cuando fueron tiroteadas./ Reuters
“Ten cuidado”, te dicen en la redacción (y por descontado, tus familiares y amigos). ¿Qué significa eso? ¿Qué no te pongas en el camino de un terrorista suicida? ¿Qué no pases por delante de la sede de la Comisión Electoral cuando la ataca un comando talibán? ¿Qué no vayas a los restaurantes o a los hoteles? ¿Qué no salgas de casa para que no te pase como al periodista sueco Nils Horner, asesinado a tiros en el centro de Kabul? ¿O qué estés siempre fuera por si acaso la asaltan como en el caso de la ONG Roots of Peace?
Nadie lo sabe. Parece prudente no acudir inmediatamente a la escena de un atentado porque a menudo los terroristas hacen estallar un segundo artefacto justo cuando llegan los servicios de socorro (el colmo de la crueldad) y los reporteros. En algunas organizaciones, establecen toques de queda y piden a sus empleados que no estén fuera de sus alojamientos cuando cae la noche o más tarde de las nueve, o de las diez. Son límites aleatorios cuya lógica desconozco.
Si bien evitar salir de noche puede hacer más improbable que a uno lo asalten y lo desvalijen (no sólo en Kabul, sino en medio mundo), no creo que esa sea la principal preocupación aquí. Además, la mayor parte de los atentados suceden a plena luz del día. En un par de salidas nocturnas, a cenar y a una entrevista, he encontrado mayor tranquilidad que durante el día. Apenas hay nadie en las calles y el riesgo de quedar atrapado en un atasco, con escasas posibilidades de escapatoria en caso de atentado, es mucho menor.
Todos hemos visto estos días cómo aumentaba el celo con el que los guardas de cualquier embajada o sede pública pasan el espejo debajo de los coches, o el perro entrenado para detectar explosivos. También se han intensificado hasta el aburrimiento las veces que uno tiene que ser cacheado antes de acceder a un mitin político o un centro oficial.
“Si se hiciera un buen registro una vez, no harían falta los demás”, me dijo un especialista en seguridad en una ocasión en Irak. Pero no se hace bien. O se hubiera evitado que cuatro talibanes se colaran en el hotel Serena y mataran a ocho personas, entre ellas un colega de France Presse, y que un hombre vestido de soldado matara a seis policías en la entrada al Ministerio del Interior.
¿Qué podemos hacer los periodistas para protegernos? “Tú, sé prudente”, me ha dicho cariñoso un compañero en un email. “Cuidado, mil ojos”, ha escrito un amigo en mi muro de Facebook.
Estoy segura de que Anja y Kathy eran prudentes y andaban con mil ojos. Eran periodistas experimentadas. Acompañaban a un equipo de distribución de material electoral a los centros de votación. Iban escoltadas por miembros de las Fuerzas de Seguridad afganas, que han entrenado tropas occidentales. Y ha sido justo uno de ellos, el jefe al parecer, el que al grito de “Dios es el más grande” ha arrebatado la vida de Anja y lo ha intentado con Kathy.
(Los musulmanes de bien, que son muchos, deberían empezar a quejarse de que los asesinos usen su proclamación de fe como seña de identidad; ningún agravio justifica atacar a dos personas desarmadas en ningún lugar del mundo).
Hay 3 Comentarios
Así que ahora, los musulmanes de bien que hay en el mundo ¿son muchos? No puedo dejar de estar perpleja ante su bipolaridad. Me alegro de que, siquiera por una vez, haya cruzado la acera para ver la ciudad desde otra perspectiva. El problema es que cuando los musulmanes se quejan, se les tacha de locos (como hace educadamente nuestro amigo Per) o, simplemente, se les niega el acceso a los medios. Gente como usted, que ha viajado tanto y, a pesar de ello, continúa teniendo una visión sospechosamente impermeable a otras culturas, es la que hace daño a la imagen de los musulmanes ya que, lejos de separar religión de fiel, asocia una y otra, complicándole la vida, sin siquiera darse cuenta, a millones de musulmanes que viven en España y en Europa. Gracias por su inestimable labor señora Espinosa.
Publicado por: estupefacta | 08/04/2014 10:28:07
Si_Pero_No...o mejor dicho Ahm, defensor de los pobres e inocentes musulmanes...para que te cambias el pseudonimo...cobarde y totalmente loco.
Publicado por: per | 05/04/2014 19:42:12
Hace unos días, un ex combatiente americano en la guerra de Irak, abrió fuego contra sus colegas en una base militar en EE.UU. matando a varios de ellos. Nadie incriminó a nadie salvo al propio criminal. Se sigue buscando la razón de su actuación y se habla ya de un desequilibrio mental o psicológico.
Cuando un soldado afgano, entrenado en principio para matar a talibanes, se le cruzan los cables y tirotea a sus compañeras del autobus, no se investigan las razones de su actuación, ni se habla de su posible desequilibrio, sino que se habla inmediata y apresuradamente de la lucidez del terrorista, se ataca a los musulmanes en general y al Islam en particular. Los focos se dirigen hacia la fe musulmana para ver dónde está el error. Tanto que se olvida al propio asesino, como pasa en esta cróncia.
Sin embargo el Islam es pacifico. Nada en el islam justifica la violencia asesina. Matar a una persona es como matar a toda la humanidad, y salvar a una persona de la muerte es como salvar a toda la humanidad; asi lo decreta el Corán y así debe de ser un buen musulmán.
Los americanos llevan años bombardeando a niños, mujeres y ancianos con drones. Nadie habla de terrorismo aunque el objetivo es justamente ese: aterrorizar a los afganos para que se rindan al ejercito americano y al magnate del opio, Karazai, a quien los americanos han nombrado como presidente de Afganistán.
Creo que he dejado claro en donde reside la desinformación en esta crónica, una desinformación que le viene como el anillo al dedo a la oligarquía asesina que quiere gobernar el planeta.
Publicado por: Si_Pero_No | 05/04/2014 0:10:18