Ángeles Espinosa

Sobre la autora

lleva dos décadas informando sobre Oriente Próximo. Al principio desde Beirut y El Cairo, más tarde desde Bagdad y ahora, tras seis años en la orilla persa del Golfo, desde Dubái, el emirato que ha osado desafiar todos los clichés habituales del mundo árabe diversificando su economía y abriendo sus puertas a ciudadanos de todo el mundo con sueños de mejorar (aunque también hay casos de pesadilla). Ha escrito El Reino del Desierto (Aguilar, 2006) sobre Arabia Saudí, y Días de Guerra (Siglo XXI, 2003) sobre la invasión estadounidense de Irak.

Eskup

Prohibido hombres

Por: | 29 de octubre de 2014

Cuando el pasado fin de semana fui a cortarme el pelo, aquí en Dubái, me fijé en un pequeño letrero en la puerta de la peluquería que prohíbe la entrada a los hombres. No es nuevo. Ha estado ahí desde siempre. Tampoco es infrecuente en esta parte del mundo donde muchas mujeres, por creencias o costumbre, se cubren el cabello. Consideran indecoroso que hombres ajenos a su familia las vean melena al viento.

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Lo que sucedió ese día es que caí en la cuenta de  contradicción: todos menos uno de los estilistas que trabajan dentro de la peluquería son hombres, jordanos para más señas. ¿Tendrán alguna bula para poder tocar las cabelleras tan celosamente guardadas? ¿Habrán hecho un voto especial? ¿O es simplemente otro ejercicio más de equilibrismo pragmático entre unas normas que intentan satisfacer a los sectores más conservadores y una realidad que poco a poco las está dejando atrás?

Me inclino por esto último. Pero mientras el asunto se resuelve del todo, hay algunas situaciones bastante más peligrosas que en manos de quién dejamos el pelo y las tijeras. Esa misma noche salí a pasear con mi marido y al bajar las escaleras de unos jardines topamos con una mujer tumbada en el suelo, como si se hubiera desmayado.

Tanto mi marido como un joven que venía de frente se inclinaron a la vez que le preguntaban si estaba bien y si necesitaba ayuda. Antes de que terminaran la frase, un guardia de seguridad se acercó, inquirió si conocíamos a la mujer y ante nuestra negativa, nos conminó a marcharnos. Nos sorprendió la firmeza de su tono, como si nos dijera “no se metan donde no les llaman”. Así que tras alejarnos un poco, decidimos observar qué estaba pasando.

Aparentemente, el vigilante había llamado a los servicios de emergencia y enseguida aparecieron dos auxiliares sanitarios en sus bicicletas (sí, es una forma de no quedar atrapados en los atascos y poder acceder a los parques y zonas peatonales). Poco después, llegaron un médico y un enfermero, que se ocuparon de la afectada. Proseguimos nuestro paseo, pero de regreso nos volvimos a cruzar con los auxiliares y nos interesamos por el estado de la mujer.

“No ha sido nada, una lipotimia”, sonrieron cubriendo la evidencia de que tenía unas copas de más. Cuando les contamos que el vigilante nos había impedido ayudarle a levantarse, nos explicaron que era el protocolo, que hombres extraños no pueden tocar a una mujer. “¿Tampoco ustedes?”, no pude evitar preguntarles. “Nosotros, sí”, respondieron mientras se alejaban en sus bicis.

Menos mal, me dije. Pero no deja de parecerme preocupante que algo así tenga que regularse. Con todo el respeto para los rigoristas que rehúyen el contacto físico con personas del otro sexo, preferiría que si me caigo en la calle, me dejaran elegir si quiero aceptar o no la mano de un vecino que se ofrece a levantarme. Aún recuerdo con horror cuando en una ocasión resbalé sobre la acera helada en medio de la avenida Vali-e-Asr de Teherán y varios caballeros se acercaron a preguntarme si estaba bien, sin atreverse a ayudarme. Fue una escena realmente ridícula. Como ese cartel en el salón atendido por peluqueros jordanos que prohíbe la entrada a los hombres.

Cambio de rumbo

Por: | 17 de octubre de 2014

Cuando un amigo voló hace unos días  de Dubái a Múnich con Lufthansa esperaba que su avión se encaminara enseguida hacia el noroeste. Sin embargo, sobre la pantalla que tenía enfrente, el avatar del aparato aparecía cruzando el golfo Pérsico en dirección al Este. Miró por la ventana y confirmó que no se trataba de un error en el programa informático. Efectivamente, su vuelo enfilaba espacio aéreo iraní y tras sobrevolar Shiraz, Ahvaz y Urumiya, cruzó a Turquía para dirigirse a la orilla sur del mar Negro, y hacia el Oeste.  A su regreso, ocurrió lo mismo pero en sentido contrario.

No es un caso excepcional. Al igual que la compañía alemana, Air France, KLM, Emirates, Qatar Airways, Kuwait Airways, Delta, Virgin Atlantic y United han decidido evitar el espacio aéreo iraquí, el más directo entre las capitales ribereñas del golfo Pérsico y Europa, por temor a los misiles. El inicio de la campaña aérea de Estados Unidos contra el autodenominado Estado Islámico que se ha apoderado de amplias zonas de Irak y Siria, hace aconsejable esa precaución.

La catástrofe del vuelo MH17 de Malaysian Airlines, que resultó abatido por uno de esos proyectiles el pasado 17 de julio cuando sobrevolaba Ucrania, fue una advertencia para todos. De hecho, la Organización de Aviación Civil Internacional ha creado un grupo de trabajo para reunir toda la información de seguridad y distribuirla con rapidez a las aerolíneas.

Aviones

Imagen de radar a media tarde del jueves 16 de octubre.

Sólo hay que observar una imagen de radar para notar como la inmensa telaraña que forman los aviones en ruta tiene un enorme agujero a la altura de Irak y Siria. (Y también en Ucrania.) Los únicos vuelos en ese espacio son los de la línea aérea nacional, Iraqi Airways, que conectan Bagdad con Erbil, Suleimaniya y Basora, y los que llegan a la capital iraquí desde los países vecinos. El vuelo de Kuwait Airways de Londres a Kuwait, por ejemplo, se desvía por el sur del Mediterráneo y desde El Cairo atraviesa el norte de Arabia Saudí para llegar a su destino si tocar espacio aéreo iraquí.

Pero el cambio de rutas ha supuesto, más que todo, un significativo incremento de los sobrevuelos de Irán, un país que hasta ahora la mayoría de las compañías evitaban si no era imprescindible. No es una mera apreciación. En los últimos seis meses, los cielos iraníes han visto aumentar en un 32% los aviones que los cruzan, según datos de la Organización de Aeropuertos iraníes.

“Tras las peticiones de las compañías aéreas para utilizar el espacio aéreo iraní debido a los sucesos de Irak y Ucrania, hemos creado cinco nuevos corredores… con lo que ahora disponemos de 96”, ha señalado Ebrahim Shushtari, director adjunto de esa organización, citado por la agencia Fars. Sólo el pasado domingo día 12, se produjeron 1.015 sobrevuelos frente a los 559 de un año antes, según ese responsable.

En cierta medida, el obligado cambio de rumbo de esos vuelos contribuye a reintegrar a Irán en el concierto internacional del quedó apartada tras la revolución de 1979.

El País

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