Hace unos días viajé por carretera hasta Nizwa, la antigua capital de Omán, para hacer un reportaje. Una hora después de cruzar la frontera, paré a comer a las afueras de una localidad llamada Ibri. Era viernes y aunque se había hecho un poco tarde para el almuerzo, el restaurante del pequeño hotel de carretera estaba de lo más concurrido.
Esquina del bar del hotel de Ibri.
Me dirigí a una mesa libre junto a la ventana, me senté y eché un vistazo buscando la atención del camarero. No había ni una sola mujer en la sala. Hasta ahí nada extraordinario en una pequeña población del interior omaní. Lo llamativo es que nadie estaba comiendo. Lo único que había sobre los manteles eran latas de cerveza maxi, de las de medio litro, cuidadosamente alineadas de dos en dos, de tres en tres… y hasta de cuatro en cuatro, junto al vaso de sus consumidores.
¿Un concurso a ver quién bebía más antes de la siguiente llamada del almuédano? No, exactamente. Los camareros se apresuraban a retirar las latas vacías. Las filas sobre la mesa eran el pedido de cada parroquiano. Me di cuenta cuando entró el siguiente y, antes incluso de sentarse, se acercó a la barra y, señalando su marca preferida, indicó dos con los dedos.
Las dos neveras con puertas de cristal ofrecían 14 marcas distintas de cerveza. Había fermentos alemanes, holandeses, australianos e incluso Coronitas mejicanas, las únicas en botellín. Nunca he bebido cerveza. No me gusta su sabor amargo. Pero tenía entendido que debe tomarse bien fría. Al pedirlas a pares, la segunda difícilmente estará fresca.
Aún no había visto nada. Llegó un joven alto y pidió “ashera” (diez) y deduje por sus gestos que venía con amigos. El maître debió de ver mi cara de asombro mientras el camarero les servía las 10 latas a él y a su único acompañante. Cinco para cada uno. Perfectamente alineadas junto a sus respectivos vasos.
“Tengo clientes fijos que se toman hasta 10 y 15 cervezas al día; aquí no hay nada que hacer no hay agricultura, no trabajan… es su único pasatiempo”, me explicó entre pícaro y comprensivo. Según sus cálculos, algunos se beben hasta el 80% de su sueldo.
Mi incredulidad inicial dio paso a una enorme pena. En la cultura de la que yo vengo, la gente bebe como parte de la relación social, con la comida o para acompañar la charla. El objetivo no es emborracharse a la mayor velocidad posible. Hay un factor de disfrute. Los omaníes que me rodeaban en Ibri apenas hablaban entre ellos. Pedían, pagaban (les exigen que lo hagan al recibir la consumición) y bebían un vaso detrás de otro como si tuvieran prisa o el mundo fuera a acabarse antes que sus latas.
Más grave aún. Al terminar la ronda, cogían sus coches para regresar a casa, un peligro que trae de cabeza a la policía de tráfico omaní. Algunos diputados lo utilizaron como argumento el año pasado para apoyar una propuesta de ilegalizar el alcohol. Los más conservadores se agarran a que el islam prohíbe su consumo. Pero como puede comprobarse en los vecinos Irán, Arabia Saudí y Kuwait, donde impera la ley seca, eso no sólo no disuade a los bebedores sino que alienta el mercado clandestino. Además, Omán ha hecho una apuesta por el turismo y sus responsables saben que si los hoteles no sirvieran copas, no sólo ganarían menos sino que desalentarían a muchos visitantes.
Si el asunto no fuera tan triste, hubiera titulado este post Ebrios en Ibri.
Hay 2 Comentarios
No entiendo la alarma ni la gravedad de los hechos que se relatan. No creo que sea para tanto escándalo, dos jóvenes inocentes bebiendo litro y medio de cerveza por cabeza en un bar. Solo es un intento de emular el mundo libre y civilizado, aunque por supuesto ni de lejos llegan a nuestra altura. El record Guinness creo que lo tiene un alemán, con ocho litros entre pecho y espalda. En mis tiempos de estudiante había un bar donde el vaso más grande de cerveza que podían servirte era de dos litros. Por ilustrar el asunto, parece que sigue siendo la República Checa quien ostenta el record de consumo Per cápita de cerveza en el mundo, con unos 150 litros/persona/año, seguidos de cerca por alemanes e irlandeses. El primer país no civilizado que entra en la lista es Gabón y Namibia este último fue segundo en el ranking en 2013, con la nada despreciable cifra de 108 litros por persona y año Si solo contásemos a los que beben cerveza la cifra superaría con mucho las cinco latas que se bebió cada joven aquel día. Solo en Bélgica existen mas de 500 marcas de cerveza, si bien todas incluidas en dos categorías, fermentación alta y baja. Dicen que en el año 1890 durante unas fiestas populares de Bélgica los niños meones orinaron cerveza durante unos días. La práctica de acumular latas o botellines de cerveza es habitual en muchos países africanos desde las costas del mar rojo hasta el mediterráneo. He visto y participado de esta experiencia, hasta llenar por completo la mesa donde estábamos sentados. Esto tiene varios motivos; por un lado facilita el recuento final de lo consumido de forma evidente y sin que el cliente tenga el temor a ser engañado en la cuenta, por un camarero desaprensivo dado el estado ebrio de los individuos. En otro sentido, es también un signo de poder y categoría social pudiente, sobre todo en lugares del tercer o cuarto mundo. Además de estas razones hay otra no menos importante, como es la manifestación de valor energía o fortaleza de los individuos reunidos en torno a la mesa, donde a modo de altar se acumulan los trofeos. También era práctica habitual, en un país de África que por respeto no nombraré, pagar con cerveza en vez de con moneda local, puesto que era aquella bebida de un valor más estable que la moneda legal del país. Luego la cerveza se utilizaba en el intercambio para obtener otros productos. Por último hemos de decir que el paraíso de libertad y civilización con el que sin duda estos jóvenes sueñan es un lugar de España llamado Magaluf. En Magaluf la desinhibición de los jóvenes es total, convirtiendo sus cuerpos en templos etílicos y disfrutando por unos días del desenfreno total, antes de enfrentarse con los problemas reales que les esperan.
Publicado por: orin | 15/05/2015 20:01:40
Interesante.
¡Quién hubiera dicho que algo así pasaría en un país de la península arábiga!
Un saludo,
Publicado por: Jesús O. | 11/05/2015 15:36:03