Desde que firmó el acuerdo nuclear el pasado verano, a Irán no paran de salirle pretendientes. Las posibilidades económicas que se abren ante el inminente levantamiento de las sanciones internacionales han convertido a este país en Eldorado para inversores y empresas de todo tipo. Pero es en el sector de los hidrocarburos donde los proyectos se calculan en miles de millones. Así que no es de extrañar que la convocatoria este fin de semana de una Conferencia Internacional en la que las autoridades iraníes van a anunciar su nuevo modelo de contrato petrolero, haya atraído a Teherán a las principales multinacionales del ramo.
Cartel anunciador de la Conferencia Internacional de Petróleo en Teherán.
Hacía años que no veía el aeropuerto internacional Imam Jomeini (IKIA) tan concurrido. Las colas ante las dos ventanillas para el control de pasaportes a extranjeros llegaban el viernes por la tarde hasta el pasillo en el que desembocan los pasajeros tras salir del avión. Afortunadamente, el agente responsable de la enorme máquina de rayos X que a la salida de la terminal examina los equipajes (para que no se entren bebidas alcohólicas, pues se supone que las armas y los explosivos ya los han evitado en el aeropuerto de origen) ha optado por relajar el control y despedía a la mayoría sin obligarles a pasar las maletas por el escáner.
Quien haya intentado reservar alojamiento en Teherán para estos días, se habrá encontrado pidiendo hospitalidad a algún amigo o retrasando el viaje, ya que los principales hoteles de la capital iraní han bloqueado sus habitaciones para los asistentes a la conferencia.
El lleno hotelero, al igual que lo concurrido del aeropuerto, muestra tanto el éxito de la cita como las carencias que afronta esta metrópolis de 16 millones de habitantes, que a pesar de su bullicioso desarrollo, se ha quedado muy atrasada en cuanto a infraestructuras. Aunque se inauguró en 2004, el edificio terminal del IKIA resulta muy pequeño para atender con comodidad el previsible incremento de pasajeros. Ahora mismo, el control de pasaportes se colapsa en cuanto llegan tres vuelos seguidos. De hecho, ya hay un proyecto en marcha para ampliarlo.
Lo mismo puede decirse de los hoteles. Además de escasos, carecen de estándares internacionales. Las habitaciones del Esteghlal (antiguo Hilton), donde se alojan los asistentes a la conferencia, siguen teniendo los mismos muebles que cuando se retiraron sus gestores americanos hace 35 años. Y las mismas ventanas, que no logran amortiguar el enorme ruido del tráfico. Cierto que hace unos años inauguró una nueva torre, pero la original necesita una remodelación en profundidad. (Sugerencia: retiren también las ubicuas chancletas de plástico antes de que se conviertan en la imagen de marca del país; en los baños de los hoteles hay bañeras con cortinas y por lo tanto no tiene por qué inundarse el suelo como a menudo sucede en los espartanos aseos de las casas iraníes.)
Las ubicuas chanclas de plástico que reciben al viajero en todos los baños de los hoteles iraníes. / Á. E.
De hecho, el departamento de turismo ha anunciado planes para la construcción de 50 nuevos hoteles en la capital, 5 ó 6 de los cuales serán de cinco estrellas. Algunas empresas internacionales ya se han dado cuenta de la oportunidad. La cadena francesa Accor ha sido la primera en firmar un acuerdo de gestión que le ha permitido poner los carteles de dos de sus marcas, Ibis y Novotel, a sendos establecimientos del aeropuerto. Otras, como Rotana, están en negociaciones. Las que no parece que vayan a regresar tan pronto son las grandes estadounidenses que lideraron el sector hasta la revolución de 1979.