Amigos y familiares de Siamak Namazi se están movilizando para pedir su liberación y la de su padre a las autoridades iraníes. Namazi, un consultor con doble nacionalidad iraní y estadounidense, se encuentra en la ominosa cárcel de Evin, al norte de Teherán, desde el pasado septiembre sin que se conozcan los cargos contra él. Lo que es más grave, ante su negativa a realizar una confesión, los servicios secretos detuvieron a su padre, Baquer, el pasado febrero, para presionarle.
Baquer Namazi (a la izquierda) y su hijo Siamak, en una foto del Facebook de Effi Namazi.
“Queremos que los liberen inmediatamente. Tanto Baquer como Siamak son inocentes y están encarcelados sin motivo. Siamak lleva más de cinco meses en prisión sin una acusación clara. Además, la familia y los amigos estamos preocupados por la salud de Baquer, que tiene 80 años y necesita continua atención médica”, me explica Bijan Khajehpour, que está casado con una prima de Siamak, ya que la familia más cercana evita hacer declaraciones.
El pasado 24 de febrero, Effi Namazi, la madre de Siamak, confirmaba en su cuenta de Facebook lo que ya era un secreto a voces entre sus allegados. Dos días antes su marido había sido detenido y trasladado a Evin, al igual que su hijo unos meses atrás. “Es una pesadilla para la que no tengo palabras”, escribió antes de expresar su preocupación por Baquer, quien sufre del corazón y requiere un tratamiento especial.
“Estoy convencido de que lo han hecho para presionar a Siamak. Deben querer una confesión y con Siamak eso lo tienen difícil. Es realmente indigno”, reaccionaba un diplomático europeo que trabó amistad con el consultor durante su destino en Teherán.
Ni Effi ni el abogado contratado por la familia lograron que los responsables judiciales o de prisiones les explicaran la causa de la detención del padre. Al día siguiente, una información difundida por la agencia Fars, vinculada con los temidos Pasdarán o Guardianes de la Revolución, buscaba vincular al anciano Baquer, que hasta su jubilación trabajó como alto funcionario de Unicef, con una supuesta trama de corrupción a través de un proyecto académico conocido como Gulf2000. Ni una sola acusación formal.
“No ha habido ninguna imputación oficial contra Baquer o Siamak Namazi. Y lo que es más preocupante, no se ha permitido que les visite su abogado. Ha habido algunas acusaciones sin fundamento en páginas web cercanas a los Guardianes de la Revolución, pero todos esos artículos están llenos de mentiras y distorsiones”, asegura Khajehpour por email desde Austria, donde reside.
Coincidiendo con Nowruz, el año nuevo persa, Effi recibió permiso para visitar a su marido y a su hijo por separado. Pero fueron dos citas breves y en presencia de funcionarios de prisiones. Así que la familia no tiene datos para evaluar su estado de salud o si han sido maltratados durante su detención. Ambos continúan sin tener acceso a un abogado.
En esa situación algunos de sus amigos europeos se están movilizando para que, tras la firma del acuerdo nuclear y ante las perspectivas de interesantes acuerdos económicos, no se olvide la falta de garantías jurídicas y otros atropellos a los derechos humanos que aún son la norma en Irán. Para ello están haciendo lobby en Bruselas, donde buscan el apoyo de los europarlamentarios a una carta en la que expresan su preocupación por la salud de Baquer Namazi y piden que se le facilite asistencia letrada para garantizar que se respetan sus derechos legales y humanos.
De momento, algunos eurodiputados reconocen haber iniciado “gestiones más discretas” ante representantes iraníes. “Son más eficaces con según qué gobiernos”, confía uno de ellos que asegura haberles transmitido su “preocupación” por el caso de los Namazi.
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