A vueltas con España

Sobre el blog

Este blog tiene por objeto el análisis económico y político, combinado con la aportación de claves informativas de la realidad española. Su autor es un convencido de esa máxima que dice que periodismo es todo aquello que los poderosos no quieren que se sepa y que lo demás es propaganda. En este oficio de contar las cosas, el modo de hacer periodismo puede cambiar pero su esencia siempre es la misma.

Sobre el autor

José Luis Gómez

, gallego de Brión (A Coruña), es columnista de El País y OTR/Europa Press, así como colaborador de TVG, Radio Galega y La Región. Es editor de Mundiario. Fue director de La Voz de Galicia, Capital y Xornal de Galicia, cuya versión digital fundó en 1999. También fue director editorial del Grupo Zeta. Es autor y coordinador de varios libros de economía, entre ellos 'Cómo salir de esta'.

Eskup

Feijóo le marca el paso a Rajoy en política de crecimiento

Por: | 27 de noviembre de 2012

Alberto Núñez Feijóo recibe el aplauso de su grupo tras ser elegido por mayoría absoluta en Galicia

No es un secreto para nadie hoy en día en España que el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, es un valor emergente de la llamada política nacional, más allá de sus altas responsabilidades en Galicia, tras haber revalidado su mayoría absoluta en plena crisis. Tampoco es menos evidente que tiene opiniones propias, en Galicia y en España, y que a veces matiza algunas actuaciones de sus compañeros de partido en el Gobierno de Mariano Rajoy, sin que de momento las diferencias de criterio se hayan producido entre él y su paisano Rajoy, sino a lo sumo entre él y algunos ministros.

Tras su victoria en las urnas, Núñez Feijóo afrontó sin demasiados problemas su investidura, en la que se ha mostrado mejor en el fondo que en las formas, con un discurso que, al menos desde el punto de vista económico, puede considerarse decidido y valiente. Feijóo ha sido acusado de carecer de sensibilidad social (BNG), también de mucha retórica, mentiras y manipulación (PSOE) e incluso de despreciar la inteligencia de los ciudadanos (AGE), pero lo cierto es que ha adquirido un compromiso sin apenas precedentes en España en todos estos años de crisis: lograr empleo neto en la legislatura. Para ello quiere basarse en un Fondo para el Crecimiento, que primará inversiones estructurales e infraestructuras que mejoren la competitividad de Galicia. La cosa tiene su importancia por dos motivos: uno, le marca el paso al Gobierno de España –menos audaz de momento-, y dos, asume que los ejecutivos autonómicos deben comprometerse, sin ambigüedades, en la salida de la crisis, amparados como están por tener el grueso de las competencias microeconómicas. En esto Feijóo se diferencia mucho del comienzo de su primer mandato, cuando todavía gobernaba Zapatero, en quien se hacía recaer toda la responsabilidad de la gestión de la crisis, no siempre de manera justa.

Feijóo encara la recuperación económica y promete más austeridad, pero ya combinada con el crecimiento y una ley para emprendedores, lo cual da lugar a un discurso que al menos parcialmente podría ser suscrito por la Oposición socialdemócrata. Otra cosa es su plan de austeridad total hacia el déficit cero, que ya presenta más aristas, atenuadas por su mensaje de que Galicia será la comunidad con menos ajustes durante el próximo año. ¿Le falta realismo o arriesga en exceso el presidente gallego? No mucho, porque es hábil al fijar los plazos. En ese sentido, confía en que Galicia volverá a hablar de crecimiento en esta legislatura pero matiza que 2013 será aún muy difícil y que habrá que seguir trabajando en la transición económica en los dos próximos años. Más o menos lo mismo que dicen los principales analistas, dentro y fuera de España, con respecto a la previsible evolución del Producto Interior Bruto (PIB). En el mejor de los casos la recuperación llegaría tras 2014.

Como es sabido, la Comisión Europea proyecta para 2013 una caída del PIB del -1,4%, bastante mayor que la del Gobierno de Rajoy (-0,5%), pero prácticamente igual a la del consenso de analistas privados españoles que recoge y publica la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) (-1,5%) y a la que difundió el FMI (-1,3%). Para la OCDE, la recesión se agravará en 2013 (-1,4%), con una caída del PIB que casi triplicará la que prevé el Gobierno.

Hay estudios que relacionan la tasa de crecimiento del PIB con el empleo donde se comprueba que a partir del 2% se consiguen generar puestos de trabajo. En consecuencia, sólo cuando la economía crezca al menos un 2% del PIB se podrá hablar del final del túnel, lo cual no parece probable antes de 2014 o incluso 2015. De hecho, esa media de los analistas consultados por Funcas pronostica que la tasa de paro crecerá en 2013 hasta el 26,1% de la población activa, frente al 24,3% esperado por el Gobierno. Y en cuanto al crecimiento del empleo, Funcas aguarda una caída del 2,6% para 2013, frente al leve descenso del 0,2% que espera el Gobierno. La OCDE, por su parte, estima que España superará los seis millones de parados en 2013 y 2014. Feijóo coloca su discurso en esas coordenadas. A Rajoy le toca ahora mover ficha. ¿O no? J_L_Gomez

El 19% del PIB español sigue solo a medias a Mas

Por: | 26 de noviembre de 2012

El plan soberanista de Artur Mas fracasó en las elecciones

El plan soberanista del nacionalista Artur Mas no obtuvo el resultado esperado en las elecciones que el presidente de la Generalitat decidió anticipar, se supone que aguardando un gran éxito. No fue así: CiU, con 50 escaños, perdió 12 respecto a los 62 de 2010. La gran triunfadora fue la independentista ERC, que se convirtió en la segunda fuerza de Cataluña con 21 diputados, 11 más. Mientras, el PSC cayó al tercer puesto con 20, el PP subió hasta 19 y Ciutadans triplicó resultados, con 9. Los restantes fueron para ICV-EUiA (13) y CUP (3). En definitiva, la correlación de fuerzas entre los partidos que apoyan la creación de otro Estado y los que no apenas se alteró respecto a los anteriores comicios, ya que las fuerzas nacionalistas e independentistas (CiU, ERC y CUP) pasaron de sumar 76 a 74 diputados y los partidos españolistas (PP y Ciutadans) pasaron de 21 a 28 escaños, quedando entre unos y otros ICV-EUiA (13) y el PSC, federalista, que perdió 8 escaños por la izquierda y también en la lucha entre quienes se van a los extremos desde el punto de vista nacionalista y no nacionalista, de modo que, en resumidas cuentas, habría 74 escaños genuinamente soberanistas y 48 no soberanistas. Los soberanistas (CIU+ERC+CUP) suman dos menos que lo que sumaban hace dos años con Joan Laporta. Pero hay una novedad importante: CiU no se presentó en 2010 con un programa soberanista y ahora sí.

Estamos, pues, ante un claro fracaso de Artur Mas -personal, más que de CiU- y ante un rotundo triunfo de ERC, con los mejores resultados de su historia. PP y PSC pueden estar relativamente satisfechos, y no tanto por sus resultados, la verdad discretos, como por las malas expectativas que tenían, cumplidas solo en parte. Como tituló El País abriendo su edición impresa, el plan de Mas se hundió en las urnas, pero el PSC firmó su peor resultado. Mas dijo la noche electoral que la consulta sobre el derecho a decidir sigue en pie y que intentará llevarla a cabo "en las nuevas condiciones de la política catalana", pero tal vez necesita meditar un poco más, una vez que lea bien sus malos resultados. Su órdago puede haber fracasado.

Desde la perspectiva de los intereses políticos y económicos españoles -Cataluña representa el 19% de su PIB-, cabe hacer una lectura general de optimismo moderado, por cuanto los catalanes no impulsan la aventura independentista, pero el Gobierno de Mariano Rajoy debe tomar nota y explorar el camino de reformas que traigan estabilidad territorial duradera en la línea de un posible Estado federal o algo similar, bien pensado y que finalmente contente a todos. Otra cosa es la gobernación inmediata de Cataluña, que va a ser francamente difícil, y no solo porque va a estar muy condicionada por ERC. Como reconoció el propio Mas, CiU ha quedado "lejos de la mayoría que quería”@J_L_Gomez


La gestión de la crisis es como la del Prestige

Por: | 22 de noviembre de 2012

España se gestiona igual que se gestionó la crisis del Prestige, casualmente con el mismo protagonista al frente, Rajoy

Ahora que se celebra el juicio por el Prestige, diez años después de aquella tremenda catástrofe, un experimentado marino mercante ha dicho que se le pueden dar muchas vueltas a las cosas pero que cuando a alguien se le rompe una botella de aceite en la cocina no se va con ella al salón, sino que procura depositarla inmediatamente en el lavadero, para minimizar los daños. Del mismo modo, razona que si hubiesen llevado el Prestige a una playa, ésta habría resultado muy dañada pero no todas las costas de Galicia y de otras comunidades de España, e incluso de Francia y Portugal. Su razonamiento no se detiene ahí, al concluir con la impresión de que el país se gestiona ahora igual que se gestionó la crisis del Prestige, casualmente con el mismo protagonista al frente: Mariano Rajoy. ¿Y cuál sería la playa en el caso de la crisis? Todo parece indicar que sería el rescate o la salida del euro, ya que la solución alternativa –una ayuda alemana- parece poco probable, aunque tal vez no haya que descartarla en el último segundo. "Es intentando lo imposible –escribió el novelista francés Henri Barbuse- como se realiza lo posible".

Dice un importante economista germano, que conoce bien España, que en esta salida de la crisis tampoco hay que olvidar que el euro es la moneda de Alemania y que ésta, más tarde o más temprano, tiene que asumir la defensa de su propia moneda, a la que no puede dejar caer. Pero el problema, para España, es que una salida por las alturas puede llegarle ya tarde. Su economía precisa dinero ya y tropieza con que Alemania no acepta darle a la máquina de los billetes, como hace EE UU, porque Berlín no quiere asumir la inflación resultante. El Gobierno de Merkel, que a finales del año que viene tiene elecciones, ni siquiera abandera políticas de crecimiento en su propia casa, de forma que pudiese contribuir a tirar de países como España. Tan poco margen hay que la economía de la zona euro entró en recesión en el tercer trimestre de 2012, mientras que el conjunto de los Veintisiete apenas crece. Pero algo tiene que pasar. El mundo no se va a hundir a los pies de España. Y si se quiere salir de esta, se puede. Bastaría que los países triple A (Alemania, Finlandia, Holanda y Austria) asumieran que los que están al borde del precipicio financiero (Italia, España, Portugal y Grecia) también son Europa, porque solo los poderosos pueden ser generosos.

La semana pasada el país se fue a la huelga. Poco importa si fue un poco más o un poco menos que otras veces. La gente salió a la calle en busca de soluciones. Hay desesperación. Mucha. Cada vez más. Según el Premio Nobel Paul Krugman, "los manifestantes tienen razón". Los ciudadanos de Grecia y España protestan contra unos sacrificios que sólo posponen lo inevitable. El también profesor de Princeton cree que imponer más austeridad "no va a servir de nada”. Y los primeros datos le avalan: a pesar de los recortes torpemente aplicados en sanidad, educación e infraestructuras, el déficit no desciende y el gobernador Linde ha enfriado la expectativa de recuperación que airea el Gobierno de Rajoy.

Las protestas son solo el principio. Los sociólogos explican que el “silencio de las víctimas” se acabará en breve. Las sociedades pueden resistir devaluaciones internas siempre que vean un horizonte de salida; de lo contrario, el jaleo está asegurado, pronostica el analista Claudi Pérez. Y puede que no le falte razón. Algo así pasó con el Prestige por no arrastrarlo hacia una playa. @J_L_Gomez

Si la economía sumergida tributase lo que le toca no habría recortes

Por: | 18 de noviembre de 2012

España padece una economía sumergida equivalente a la quinta parte de la oficial. La ilustración es del blog de Núria Rodenas Mussons

Por muchos ajustes internos que se hagan –reestructuración financiera, reforma laboral y ajuste del gasto público-, será difícil que España pueda salir a flote sin una reforma fiscal y sin una nueva política europea, hoy por hoy en manos de Alemania. La alternativa a nuevas subidas de impuestos sería perseguir el fraude y la evasión de capitales, ya que si se evitasen ambos fenómenos la recaudación fiscal prácticamente se duplicaría, pero los resultados son modestos. En todo caso, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, felicitó recientemente a la Agencia Tributaria por su lucha contra el fraude, que logró recaudar 8.500 millones de euros hasta septiembre de 2012. “Aquel que no paga sus impuestos no sólo deja de contribuir al fondo común, lo que hace es exigir un mayor esfuerzo a los demás", comentó el presidente en un intento de motivar a los inspectores.

Según un análisis publicado en El País, que citaba como fuente a los expertos, el fraude fiscal ha aumentado y se concentra en grandes grupos empresariales, empresas transnacionales y en grandes fortunas personales. Las profesiones liberales o de servicios, en las que tan frecuentemente se centra la desconfianza de los ciudadanos, serían responsables de entre un 20% y un 10% aproximado de ese fraude, lo que no es poco, pero que resulta menos relevante, como escribió la periodista Soledad Gallego-Díaz.

El profesor Santiago Lago, catedrático de la Universidade de Vigo, sostiene en su blog de elpais.com que España invierte muy poco en gestión tributaria “de hecho, los que menos personal atesoramos teniendo en cuenta el tamaño de nuestro país”- y que padece una enorme economía sumergida, equivalente a la quinta parte de la oficial. Solo Grecia, Italia y Portugal aparecen peor en la UE-15. Además, si la economía sumergida tributase lo que le toca, en estos momentos no haría falta ningún recorte y España estaría cerca del equilibrio presupuestario. “¿A qué estamos esperando?”, se pregunta Lago, convencido de que “el fraude fiscal es una lacra social de primera magnitud”, por lo que se debe “tratarlo como tal” e ir “a degüello contra la economía sumergida”.

¿Por qué apenas se trabaja en esta dirección? El Gobierno debería explicarlo y la Oposición debería saber preguntárselo. @J_L_Gomez

 

La salida para los desahucios es evitar los despidos

Por: | 14 de noviembre de 2012

El PSOE presionó al Gobierno para cambiar la legislación hipotecaria

El problema social y económico de los desahucios está que arde. Decenas de personas, entre ellas el lehendakari, dieron su último adiós a la mujer de Barakaldo que prefirió suicidarse antes de ser desahuciada; los jueces encabezaron la lucha contra la legislación hipotecaria y se aliaron para paliar los efectos de la crisis en los más débiles, hasta el punto de aplicar fórmulas extraordinarias para aliviar los abusos de bancos, y el Gobierno decidió, tras negociar con el PSOE, que las familias pobres y con bebés podrán evitar el desahucio durante dos años, para lo que aprobó un decreto ley de urgencia que fija el umbral de renta para evitar el desalojo en 19.200 euros, e incluye otros colectivos vulnerables. Pero el Ejecutivo descarta la dación en pago, establecer un límite para los intereses de demora y una reforma de la ley hipotecaria.

Pero ahora que Mariano Rajoy quiere paralizar y dejar en suspenso los desahucios a las familias más vulnerables, para impedir que los bancos recuperen las garantías y el dinero prestado, no estaría mal recordar el verdadero origen del problema: los despidos y los eres. Por tanto, la solución definitiva no es hacer un decreto, sino evitar que muchas personas pierdan su casa porque alguien previamente las ha despedido y no tienen ingresos para afrontar el pago de su hipoteca, ya que, lógicamente, primero está la necesidad de comer y luego la de pagar la hipoteca.

El asunto es ciertamente complejo y denota la debilidad del propio mercado hipotecario español, ya que en la inmensa mayoría de los casos de desahucio, el propietario hipotecante no ha  devuelto ni un 10% de lo que el banco le prestó para comprar la casa, un claro síntoma de la falta de recursos para afrontar operaciones inmobiliarias de cierto calado. Pero eso no debe impedir que, efectivamente, se pueda superar por una vía de urgencia el problemón de los desahucios. De hecho, hay bancos que ya convierten posibles desahucios en dación de pago y alquiler social para que las familias afectadas continúen en sus viviendas, porque los bancos tampoco tienen mucho interés en adquirir más activos que luego tendrán que malvender. Pero lo dicho: el mejor camino para suprimir los desahucios es evitar los despidos. @J_L_Gomez

A este paso, el FMI se nos hace de izquierdas

Por: | 11 de noviembre de 2012

La austeridad amenaza con ser “políticamente y socialmente insostenible” en los países de la periferia europea, según el FMI

Lo que decía la izquierda, lo dice ahora el Fondo Monetario Internacional (FMI): la austeridad es un riesgo. Y es que esta calamitosa práctica económica amenaza con ser “políticamente y socialmente insostenible” en los países de la periferia europea, como reconoce el propio FMI, a menudo entregado a la causa neoliberal. ¿Por qué? Entre otras razones, porque las reformas fiscales y estructurales tardarán años en completarse, como también escribí en la página ‘Cuenta de resultados’ que publica cada domingo el diario La Región.

El Gobierno de Madrid ya no puede mirar más para otro lado, ni siquiera aunque se lo imponga Alemania. Sea como sea, el Ejecutivo de Mariano Rajoy debe abordar la complicada tarea de complementar las políticas de austeridad con otras de apoyo a la reactivación económica y la creación de empleo, para llevar esperanza a millones de hogares que sufren la crisis de forma dramática. Hay gente que se suicida cuando le vienen a desahuciar. Otros no tienen que comer. Millones de personas están en paro. Cada vez más no tienen ingresos.

La radicalización neoliberal, siguiendo la terminología del profesor de la USC Xavier Vence, se asienta sobre unos argumentos legitimadores absolutamente insostenibles: parece que el problema es que vivimos durante muchos años por encima de nuestras posibilidades y, en consecuencia, todo pasa ahora por un plan de austeridad en todos los campos -en el privado y en el público-, excepto en el sector financiero, cuyo rescate debe ser la prioridad de todos, junto con el mantenimiento del gasto militar. Siendo realistas, el reto pasa por un equilibrio entre contracción fiscal, reformas estructurales y que los Estados de la eurozona que crecen no sean tan austeros, para que tiren de la menguante economía española. Pero lo que es evidente es que ya no basta con austeridad, ni con el cuento simplista de que no se puede gastar más de lo que se ingresa, porque todo depende de cómo se invierta.

La mutualización de la deuda, es decir, la emisión de eurobonos, sería el camino más sencillo y rápido para conseguir una mayor integración fiscal en Europa, pero la Alemania de Angela Merkel, que tiene elecciones a finales del año que viene, poco o nada quiere saber de todo ese plan. Prefiere, eso sí, reiterar su llamada hoja de ruta para España, que comprende infinidad de sacrificios.

A la canciller alemana se le echa mucha culpa de la crisis europea actual, seguramente con razón, pero también hay que reconocer que es ella la que impulsa más Europa en lo político, económico y fiscal; por ejemplo, cuando pide un ministro de Finanzas europeo. En ese caso, por lo general es Francia la que bloquea, por no hablar de Gran Bretaña, reticente a todo lo que suponga más Europa. Digamos que en el viejo continente está todo muy liado, con muchos intereses encontrados y poco liderazgo, y que todo ello no hace más que dificultar la salida de la crisis en España, ahora sujeta a una devaluación interna cada día más demoledora. Es el precio por seguir en la eurozona, pero una salida de España del euro desencadenaría un proceso no menos traumático y enormemente peligroso para el país, su economía y su propio futuro.

Por momentos, parece que estamos ante un callejón sin salida. Pero tiene que haber salida, porque si bien la situación económica de España no es buena, en esta crisis -institucional, de modelo de Estado y de valores-, el país también tiene una gran oportunidad de cambiar las cosas que funcionan mal. @J_L_Gomez

El modelo económico de Obama parece que funciona

Por: | 05 de noviembre de 2012

Yo no soy el candidato que dijo que deberíamos dejar que Detroit se vaya a la bancarrota

Europa y Estados Unidos se reparten desde hace más de un siglo la riqueza del mundo y, por mucho que han avanzado otros países emergentes, la cuenta de resultados sigue siendo favorable a las grandes potencias occidentales. Otra cosa es cómo le va a unos y otros en la gran feria económica global. Veamos algunos datos, también en clave española.

En la recta final de su campaña electoral, el demócrata Barack Obama puso en valor ante su adversario republicano Mitt Romney que, bajo su mandato (2008-2012), se registraron 29 meses consecutivos de creación de empleo, con 5,5 millones de nuevos puestos de trabajo desde que llegó a la presidencia en medio de una profunda recesión. Es un mensaje que puede ayudarle a renovar su mandato al frente de la primera potencia económica del planeta, pero visto desde aquí también es un dato que da otra perspectiva del inmenso problema de paro que tiene España: ni siquiera con todo el empleo que se creó en cuatro años en Estados Unidos desaparecería el paro en España.

Si salir de la crisis es no tener paro, resulta fácil imaginar –con el permiso de la ministra Fátima Báñez- el abultado número de años que pueden pasar antes de que España cante victoria. Si salir de la crisis es volver a crecer, entonces la cosa cambia, de modo que puede ser algo posible incluso a corto plazo, ya que a poco que funcione la devaluación interna repuntarán las exportaciones, aumentará el turismo y se reactivará el mercado inmobiliario. Eso sí, la mayoría de los españoles serán más pobres y ganarán menos, y unos pocos serán más ricos.

El mensaje del demócrata Barack Obama es muy interesante para España no sólo porque, sin pretenderlo, nos pone delante nuestra cruda realidad, sino porque demuestra que su modelo de intervención pública en la economía ha funcionado y que el modelo de austeridad europeo impuesto por la conservadora alemana Angela Merkel está fracasando en lo que más le importa a la gente, que es tener trabajo para poder vivir. No lo dicen tan solo los premios Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Lo dice la realidad.

Obama preside un país de 308,7 millones de habitantes, con un distrito federal y 50 estados, alguno de los cuales es más grande que España, tiene una productividad más elevada y creó 5,5 millones de empleos, por lo que su tasa de paro no llega al 8%. España supera el 25% de tasa de paro y tiene más parados de los que EE UU, con 11 veces el PIB de España, es capaz de eliminar en cuatro años. Parece evidente que aquí, en Europa y en España, hay algo que se hace mal, por mandato de Angela Merkel. Claro que, encima, Alemania puede presumir de que, con casi el doble de población, tiene la mitad de parados: un 6,5%, 2.753.000 personas sin empleo, cuando en España hay 5.778.100 parados.

La canciller alemana, junto a los máximos representantes del FMI, el Banco Mundial, la OCDE, la OIT y la OMC, reclama continuar con el ajuste fiscal en la eurozona, acompañado de reformas estructurales, en un discurso que parece propio de hace cuatro o cinco años pero que es de finales de octubre. Es posible que las políticas más expansivas del socialista francés François Hollande suavicen un poco el escenario, acaparado por una devaluación interna que, en síntesis, supone subir los impuestos y bajar los salarios, pero, a día de hoy, es lo que hay. En España y en buena parte del resto de Europa. @J_L_Gomez

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