El presidente de IBM en España, Juan Antonio Zufiría, suscitó
un debate interesante sobre la salida de la recesión. “La
responsabilidad de resolver la crisis está en cada individuo”, dijo en una
entrevista en El País, diario que destacó su frase como la más
importante de sus declaraciones. ¿Es verdad eso que dice Zufiría?
Ojalá que lo fuese, pero va a ser que no.
Una crisis del calado de la española, con una deuda privada y pública fuera de lo común, un pago de intereses disparatado y una ausencia de alternativa al inmenso vacío que dejó la construcción no se puede superar individualmente, sino desde una verdadera política de Estado con el apoyo de los ciudadanos. Es más, tanto no es cierto lo que dice el audaz Zufiría que, para salir de esta, incluso puede ser necesario que el Estado precise ayuda exterior por la vía del rescate o de otras medidas que abaraten el pago de intereses de la deuda.
En un país con seis millones de parados, el 26% de la población activa, no es realista hacer ese tipo de planteamientos, por muy estimulantes que puedan parecer, dado que también es verdad que en muchos casos puede ser posible la salida de la crisis mediante el emprendimiento, siempre saludable. Ahí está el ejemplo destacado por El País de Juan Pedro Gálvez, el parado que montó una web para encontrar trabajo en la que da consejos e información y que en tres meses ha recibido 15.000 visitas. Pero incluso para casos así es precisa la creación de condiciones y estímulos, tarea que en buena lógica debe corresponder al Estado.
Parece más realista la alternativa que ofrece Antón Costas, catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona, partidario de un programa de largo recorrido, capaz de crear un clima social y económico favorable a los cambios; por tanto, un programa de reformas equitativas, “con coherencia y eficacia”. Sería una manera de lograr la sostenibilidad de las cuentas públicas y de crear empleo progresivamente.
Lamentablemente, en España ni estamos cerca de lo que abandera Juan Antonio Zufiría ni de lo que propone Antón Costas. Ni vemos emprendedores en cada esquina ni recibimos ofertas de consenso, al estilo de los pactos de la Moncloa. Ojalá que las ideas de ambos llegasen a la mesa de las decisiones de Mariano Rajoy, porque si así fuese tendríamos en marcha dos líneas de trabajo que no tenemos: incentivar –de verdad- a los emprendedores- y activar un amplio consenso político, económico y social sobre lo que España debe hacer en los próximos años, dado que debemos hablar de varios años para dejar atrás esta crisis descomunal. @J_L_Gomez