A vueltas con España

Sobre el blog

Este blog tiene por objeto el análisis económico y político, combinado con la aportación de claves informativas de la realidad española. Su autor es un convencido de esa máxima que dice que periodismo es todo aquello que los poderosos no quieren que se sepa y que lo demás es propaganda. En este oficio de contar las cosas, el modo de hacer periodismo puede cambiar pero su esencia siempre es la misma.

Sobre el autor

José Luis Gómez

, gallego de Brión (A Coruña), es columnista de El País y OTR/Europa Press, así como colaborador de TVG, Radio Galega y La Región. Es editor de Mundiario. Fue director de La Voz de Galicia, Capital y Xornal de Galicia, cuya versión digital fundó en 1999. También fue director editorial del Grupo Zeta. Es autor y coordinador de varios libros de economía, entre ellos 'Cómo salir de esta'.

Eskup

¿Es justo el reparto del coste de la crisis en España?

Por: | 27 de enero de 2013

Cola en una oficina de Empleo, en Madrid. Foto de Samuel Sánchez
Este verano acabará la recesión, asegura el ministro de Economía, Luis de Guindos. ¿Qué quiere decir eso? Si es cierto, que España, en vez de producir menos, producirá lo mismo o incluso un poco más que el año anterior, de modo que si esto es así el paro dejaría de aumentar. Como también se dice en el subtítulo del libro Cómo salir de esta, España toca fondo. Poco más quiere decir. Porque una cosa es salir de la recesión y otra muy distinta es salir de la crisis; máxime en un país con 6 millones de parados cuya economía suele requerir crecimientos por encima del 2% -o incluso más- para crear empleo neto.

Queda, por tanto, mucho tiempo por delante hasta que la España de Rajoy pueda diluir su desempleo, que sería realmente la manera de decir que el país sale de esta maldita crisis. Si algo constata la Encuesta de Población Activa (EPA) es que se agrava la situación de mucha gente en su día a día, al tiempo que se mantiene la brecha con el entorno europeo, donde si bien hay mucho desempleo viene a ser la mitad que aquí.

¿Pero hay salida? Claro que tiene que haber salida, del mismo modo que debe ser equilibrado y proporcional el esfuerzo de todos en este duro proceso. Lo que no procede es que encima los más débiles contribuyan a que salgan de la crisis los más poderosos. Y algo de eso ya está sucediendo con el trasvase de rentas del trabajo en beneficio de las rentas de capital.

La clave de todo lo que está pasando es la llamada devaluación interna, concepto que traducido a un lenguaje más coloquial supone salarios y precios más bajos. Lo primero es evidente, lo segundo admite muchos matices. ya que hay inflación, a menudo producto de ineficiencias de algunos sectores y mercados. También salta a la vista el aumento de impuestos y tasas de los servicios públicos, sin que todo ello sirva para eludir muchos recortes sociales, de ahí la injusticia que supone la gestión de la crisis para los que menos tienen.

Quienes confían la suerte del país a la devaluación interna suponen que de ese modo España remontará el vuelo exportando más y recibiendo más turistas, porque si los precios de los productos españoles bajan será más fácil venderlos fuera y, al mismo tiempo, si todo está más barato aquí vendrán más turistas. No es el mejor planteamiento posible pero hay que admitir que tiene cierta coherencia. Pena que no resuelva de paso el gran vacío que dejó el ladrillo en términos de aportación al Producto lnterior Bruto (PIB).

¿Resultado? La pobreza ya está instalada entre los más vulnerables, mientras las familias, que constituyen un pilar social, ven cómo sus ahorros se van agotando, los jóvenes cualificados toman el camino de la emigración y continúan los desahucios. Solo las pensiones de los abuelos se mantienen a salvo a duras penas, lo que les permite sobrevivir no solo a ellos, sino a muchos de sus familiares empobrecidos.

¿Qué más cosas se pueden hacer? Por muchos ajustes internos que se hagan —reestructuración financiera, reforma laboral y ajuste del gasto público—, será difícil que España pueda salir a flote sin una reforma fiscal y sin una nueva política europea, hoy por hoy en manos de Alemania. La alternativa a nuevas subidas de impuestos sería perseguir el fraude y la evasión de capitales, ya que si se evitasen ambos fenómenos la recaudación fiscal prácticamente se duplicaría, pero los resultados son modestos. @J_L_Gomez

Cómo salir de esta

Por: | 21 de enero de 2013

Carsten_Moser_02

El economista alemán Carsten Moser es el autor del prólogo del libro 'Cómo salir de esta'

Avance del libro 'Cómo salir de esta' (Actualia Editorial), del que EL PAÍS publicó el domingo 20 de enero de 2013 la parte sustancial del capítulo 7.

El 9 de septiembre de 2012, el joven Alejandro Maqueda, licenciado en ADE por la Universidad de Granada e interesado en asuntos de economía, finanzas, auditoría y consultoría, según su propia definición, me escribió en Twitter “con espíritu emprendedor” para comentarme lo siguiente:

—  Hablas de un horizonte de la crisis actual de 10 años (hasta 2018). ¿De verdad lo crees? Malas noticias para los jóvenes…

Alejandro Maqueda se refería a un análisis que yo había publicado aquel domingo en el diario La Región, titulado ‘Rajoy teme ser el presidente del rescate’, en el que comentaba la ampliación del horizonte de la crisis de 2008, “hasta completar un ciclo de al menos diez años”. Como no podía ser de otro modo, le respondí a @AMaqueda90 de la mejor manera posible, en un intento de no renunciar a nada: ni a la veracidad, ni a darle ánimos como emprendedor:

— Hablo de ese horizonte para volver a 2007, con crecimiento, tasa de paro razonable y sin problemas de déficit ni de tipos.

La clave sigue estando en la devaluación interna que precisa el país

Con el tiempo sabremos qué pasó en la realidad y qué supuso esta pequeña anécdota en la, esperemos, exitosa vida del joven Alejandro Maqueda. Pero, de entrada, no falta quien piensa que otra economía es posible: Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, así lo atestigua en su libro El precio de la desigualdad (Taurus, 2012), donde condena la espiral de recesión, austeridad y más recesión que arrastra a Europa debido a las recetas impuestas por Alemania en el BCE.

Según Stiglitz, el gran error de esta crisis es no acertar a identificar su verdadera causa. “Que quede claro: el déficit no ha provocado la recesión, es la recesión la que ha causado el déficit”, explica, convencido como está de que “solo si se vuelve a crecer, el déficit bajará”. ¿Pero qué sucede? Que las políticas de austeridad que impone el BCE matan el crecimiento, por lo que el déficit tarda en mejorar. “Eso de que los de abajo han de apretarse el cinturón para que la máquina vuelva a funcionar es, sencillamente, mentira”, concluye este premio Nobel.

¿Por qué el BCE sugiere reducir el salario mínimo, relajar las leyes de protección laboral, permitir la negociación salarial a nivel de empresa y abolir la interrelación entre salarios e inflación? ¿Y por qué lo hace sabiendo que ese tipo de política fracasó en Irlanda, sin ir más lejos? La clave sigue estando en la devaluación interna que precisa hacer España, un ajuste mucho más duro y más lento que a través de una devaluación del tipo de cambio cuando se tiene una moneda propia.

El economista Guillermo de la Dehesa suele explicar que una devaluación convencional —recordemos las de Carlos Solchaga— se decide en una noche y afecta de inmediato a todos los ciudadanos y empresas, mientras que una devaluación interna requiere negociar y pactar los aumentos necesarios de productividad y las reducciones de salarios reales, y además obliga a ceder márgenes de beneficio para que no sean solo los trabajadores los que paguen la devaluación.

En este tipo de escenarios, la conclusión, según el Nobel Paul Krugman, es que muchas empresas ajustan plantillas, recortan salarios, reducen costes e incluso bajan los precios. Los sindicatos alertan de que esta política puede generar tensión; máxime cuando la subida salarial apenas llega al 0,5% en los nuevos convenios en un país donde la inflación, por encima del 2%, acentúa la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, castigados a su vez por importantes subidas fiscales. ¿Conclusión? Para España toca empobrecimiento o cambio de modelo en la política europea. Si algo ya sabemos es que en todos los rescates la recesión suele impedir reducir el déficit, lo que precipita sacrificios no previstos.

Los números cantan. La crisis la están pagando los trabajadores. Veamos las grandes cifras para demostrarlo. Tras infinidad de ajustes llevados a cabo por el Consejo de Ministros, la recaudación por ingresos tributarios en 2012 aumentaría en 5.300 millones de euros con respecto al presupuesto aprobado, según estimaciones realizadas a raíz de los datos que se fueron conociendo. El total quedaría en casi 175.000 millones, frente a los menos de 170.000 que aprobó el Congreso. Es la cifra más alta de los últimos años, lo cual puede parecer chocante, pero no lo es, ya que el Estado, a pesar de los recortes, también tiene ahora más gastos, sobre todo financieros —con algunas emisiones al 7%— y en prestaciones por desempleo, debido al incremento del paro, que se ha disparado.

La partida que sigue aportando más ingresos a las arcas públicas es el IRPF, con más de 73.000 millones, seguida del IVA, con casi 51.000 millones. Por sorprendente que parezca, en 2012, ya con cuatro meses de fuertes aumentos de los tipos impositivos —de septiembre a diciembre—, se recaudará lo mismo por IVA que en 2007, con tipos mucho más bajos, lo que quiere decir que la caída de la actividad económica es impresionante. La prueba más evidente está en el impuesto de sociedades, que en 2007 recaudaba unos 40.000 millones, mientras que ahora, a pesar también de los aumentos previstos, solo aportará 22.000 millones.

Si comparamos el escenario presupuestario para 2012 con el año 2007, el último de la bonanza económica, vemos tres grandes claves: el IVA recauda lo mismo, el IRPF aporta casi 10.000 millones más y sociedades se reduce poco menos que a la mitad. En pocas palabras, la crisis la pagan los contribuyentes por IRPF, es decir, los asalariados, a pesar de ser cada vez menos los que tienen nómina y de que sus sueldos, lejos de aumentar, disminuyen como consecuencia de la devaluación interna a la que está sometida España debido a la crisis del euro.

Para España toca empobrecimiento o cambio de modelo en Europa

La austeridad en periodos económicos como el actual es mala por varios motivos. Stiglitz lo cuenta yendo al grano: “La gente que no tiene trabajo se empobrece. Y con un alto nivel de desigualdad, los salarios bajan. Y la austeridad lleva a cortar gasto en cosas importantes, como la educación y la salud. Por eso estos planes de austeridad acrecientan los problemas de la desigualdad, lo que a su vez es una de las razones de la debilidad económica actual”.

Algunos cálculos indican que la situación real de España incluso puede ser peor, ya que si se tiene en cuenta el desfase de aproximadamente un millón de parados entre los datos de Empleo y los de la EPA, considerados más fiables, habría cerca de tres millones de parados sin cobertura, una cifra sin precedentes en la historia económica de España, donde son las familias las que sostienen a los parados, a su vez dependientes de la economía sumergida, que se calcula en un 25% en España, frente a solo un 12% en Alemania. Si la economía sumergida tributase lo que le toca, el Gobierno podría prescindir de los recortes, siempre y cuando aquellos que mueven el llamado dinero B pagasen todos sus impuestos directos e indirectos, lo cual resulta tan deseable como improbable. @J_L_Gomez

 

Una Cataluña independiente destrozaría el PIB español

Por: | 13 de enero de 2013

Artur Mas, ahora abanderado del independentismo dentro de CiU

La situación de Cataluña sigue complicándose, tanto para quienes buscan la independencia –un tanto excluyentes- como para quienes quieren mantener la unidad de España. Los primeros, CiU y Esquerra Republicana, quieren llegar tan lejos que se quedan sin aliados, y los segundos carecen de unidad de acción, tal vez desconcertados por la deriva de CiU, cuya trayectoria democrática siempre fue de pacto con Madrid. Lo que sí parece evidente es que el asunto catalán preocupa y ocupa. ¿También en el mundo económico? Va a ser que sí, y mucho, como se explica en un análisis publicado en el diario La Región.

Desde la patronal española –presidida ahora por un catalán, Joan Rosell- se ve con inquietud la ruptura de la unidad de mercado y desde el empresariado catalán de Fomento del Trabajo se observa con contrariedad la declaración soberanista. Por eso su presidente, Gay de Montellà, se aferra a la alternativa del pacto fiscal frente a la independencia. Digamos que cuando se habla de dinero todos ponen la oreja, incluso la Generalitat, que aspira a un concierto económico bilateral en paralelo a la apuesta por la independencia, y que cuando se habla de política cada uno busca su puerta de salida. O de entrada, claro, según se mire.

Cataluña, que sigue siendo el motor económico de España, a cuyo PIB aporta casi un 20% de su valor, es lo suficientemente grande como para asegurar que sin su presencia el Estado quedaría desdibujado, no solo políticamente, sino también en su dimensión económica. De alguna manera es eso lo que dificulta el cupo catalán. Al País Vasco se le admite ese privilegio, similar al de Navarra, porque, entre otras cosas, no hace tambalear las cuentas del Estado. Pero si a Cataluña se le diese el mismo trato que al País Vasco, el presupuesto español sería inviable, a riesgo de destruirse –todavía más, sí- el Estado del bienestar. Lo que inquieta, de verdad, en Madrid es precisamente eso, más que la palabrería que emiten CiU y ERC desde Barcelona, con una declaración que marca como objetivo que Cataluña sea un nuevo Estado y proclama al pueblo catalán como un "sujeto político y jurídico soberano".

En medio de semejante lío político y económico, los que respiran algo más tranquilos son los socialistas españoles, una vez que ha quedado claro que el PSC –al igual que Iniciativa- no secundará la declaración soberanista del día 23. Por un momento, en Ferraz se han planteado crear una estructura propia del PSOE en Cataluña, ya que el discurso de su socio, el PSC, no acaban de verlo. Los socialistas catalanes dicen que defienden la consulta pero no la independencia y tal vez ese discurso complejo tiene una explicación interna, que en Cataluña se entiende y es asumido por muchos socialistas catalanistas, pero que en Madrid se confunde con la vía secesionista. En realidad, lo que le preocupa al PSOE no es ya si lo puede entender intelectualmente, sino que su postura como partido español queda en entredicho, si lo hace; máxime cuando desde el PP no hay el más mínimo matiz en ese terreno.

Si todo se enreda tanto es porque muchos catalanes tienen como idea dominante que sus problemas desaparecerán si se integran en la UE sin la mediación del Estado español, que es percibido como una carga. CiU cree que seguir en España tiene un alto coste para su bienestar, e incluso el ministro Margallo reconoce que con Cataluña hay que problemas de encaje y de financiación que deben resolverse. @J_L_Gomez


La cota de los 6 millones de parados ya está aquí

Por: | 09 de enero de 2013

Un grupo de personas en una oficina de empleo en Madrid.  Efe
Para la oficina de estadística europea, España ya superó en noviembre los 6,1 millones de parados. Eurostat revela que el desempleo subió hasta el 11,8% en una eurozona lastrada por el mercado laboral español, que acapara el 43% del aumento en el desempleo de larga duración entre 2008 y 2011, según cálculos publicados en el diario El País. Son cifras históricas en un país desolado, sin rumbo muy conocido. Pese a que el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se despidió del año confiando en alejar las cifras de esa nueva cota, los desempleados sumaban 6,16 millones en noviembre, alerta Lucía Abellán Hernández, corresponsal en Bruselas de El País.

Viendo los números de Alemania y España –la primera con casi el doble de población tiene la mitad de parados- es lógico que el aumento sin límites conocidos del paro español llame la atención de los medios internacionales y que en España le meta el miedo en el cuerpo a la gente. No es para menos. Bastarían un par de datos para comprenderlo: una de cada diez familias, millón y medio largo de hogares, tienen a todos sus miembros desempleados, un fenómeno que en el tercer trimestre de 2012 afectó ya a 5.778.100 personas, es decir, el 25,02% de la población activa. Este ascenso del paro superó todos los récords de la era moderna de España tanto en el número de desempleados como en tasa. El riesgo de conflictividad parece evidente, por mucho que ahora esté atenuado por el empleo en la economía sumergida, cuya dimensión duplica la media europea.

Nunca, incluso cuando en 2007 se alcanzó una ratio de paro inferior al 8%, España pudo decir que tenía un buen dato de desempleo respecto a los socios europeos, explica el libro Cómo salir de esta, de próxima aparición en las librerías de todo el país. España tenía una media del 8%, pero la de Europa era casi de la mitad. Justo igual sucede ahora, con más desventaja, desgraciadamente, por parte española. El mercado laboral es bulímico: así como necesita ingentes cantidades de mano de obra en un momento, al siguiente los destruye.

El paro lleva subiendo de manera continua, prácticamente, desde el tercer trimestre de 2007. Entre ese año y 2012, la tasa de desempleo solo bajó debido a la influencia de la Semana Santa de 2011, un periodo tradicionalmente bueno para el empleo en España. Pero el saldo final volvió a hundir el país en un pozo, especialmente en algunas provincias, ya que en 16 de ellas pasan del 30% de desempleo y la ciudad autónoma de Ceuta alcanza el 41%. También hay otro récord en la mencionada Encuesta de Población Activa (EPA) de 2012: la mayor caída de empleo indefinido en un solo trimestre, una señal clara de que la reforma laboral arrancó mal. Además, con esa EPA del tercer trimestre de 2012 en la mano, podía observarse que el mercado laboral acumulaba 800.000 empleos destruidos solo en los últimos doce meses anteriores. @J_L_Gomez

España, ante el reto de cómo salir de esta

Por: | 01 de enero de 2013

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, retratado por Manuel H. de León

El año pasado empezó mal y acabó mal. Y lo peor, este nuevo año también irá muy mal. No lo dice la Oposición, lo afirma el presidente del Gobierno, cuya receta consiste en pedir comprensión y apelar a la solidaridad de los ciudadanos. En diez años hemos pasado del España va bien de Aznar al España va mal de Rajoy.

Mariano Rajoy se escuda en la herencia recibida, pero faltan alternativas. Ni sirven sus compromisos electorales, hechos sin fundamento real, según reconoce implícitamente el propio PP al apelar a la dichosa herencia, ni hay un nuevo programa a medio plazo, que necesariamente tendría que implicar a empresarios y sindicatos y a otras fuerzas políticas, empezando por el PSOE, al estilo de los históricos Pactos de la Moncloa. Si tiene que haber más sacrificios, al menos que sean equitativos y que sirvan para algo. Pero falta horizonte en la política de Rajoy. Parece que no sabe cómo salir de esta. Y hay salida. Tiene que haberla, más allá de la retórica y el lamento.

Con Rajoy de presidente, España ha destruido otros 800.000 puestos de trabajo, vuelve a estar en recesión con casi seis millones de parados, y no tiene otra política que no sea reducir el gasto. ¿Algún mérito? Si puede llamársele así, ha contenido un poco el déficit público, con lo que ha evitado la quiebra –léase también rescate-, pero afronta un año en el que debe refinanciar 230.000 millones de euros –casi un 25% del PIB- y los mercados siguen cobrándole demasiado para lo que España puede pagar. Es fácil distinguir la solvencia de un país como Japón, capaz de soportar también grandes volúmenes de deuda y de déficit, de otro como España, donde no solo hay mucha deuda sino también una suspensión de pagos generalizada. El camión japonés lleva excesivo peso pero sigue circulando y el español va igualmente cargado pero se cala por falta de gasolina.

El problema de fondo es la gran deuda privada soportada por el sistema financiero ante una total falta de previsión de las autoridades económicas sobre lo que podía pasar, y pasó. Al final quienes pagan los platos rotos son los más indefensos: léase titulares de preferentes o desahuciados. Su penosa situación resulta aun más indignante si se observan los privilegios de los poderosos y sus escondites fiscales en un mundo donde, por cierto, no solo hay paraísos fiscales, sino también paraísos políticos, laborales, medioambientales y de toda índole.

España se aprieta el cinturón pero no ahorra para invertir en futuro, sino para gastar miles de millones de euros en pagar intereses de la deuda. Por ahí no se va a ninguna parte. Tampoco llegarán muy lejos las empresas españolas, cuya refinanciación corre paralela a la del Estado, lo cual lastra su competitividad y a veces incluso su propia existencia.

Curiosamente, Rajoy no recorta en reducir las administraciones, empezando por concentrar miles de ayuntamientos o por poner fin al papelón del Senado. En España hay muchos organismos ineficientes que podrían desaparecer o concentrarse –como tantos y tantos pequeños concellos- y que siguen ahí, a costa de sacrificar antes la sanidad y la educación. Y muy pronto, las pensiones.

Por cierto, ¿hay Oposición? ¿Hay alternativa? De momento, no mucha. El socialista Rubalcaba dice que quiere seguir haciendo oposición útil, pero la premisa que establece como hipótesis –ser útil- está por demostrarse. @J_L_Gomez

---

Feliz2013
El autor de este blog de El País también lo es del libro 'Cómo salir de esta', que se pondrá a la venta el 21 de este mes en toda España: Su presentación oficial tendrá lugar en la Asociación de Periodistas Europeos el miércoles 23, a las 12,30 horas. Posteriormente se celebrarán presentaciones en Barcelona, A Coruña, León, Vigo, etcétera.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal