A vueltas con España

Sobre el blog

Este blog tiene por objeto el análisis económico y político, combinado con la aportación de claves informativas de la realidad española. Su autor es un convencido de esa máxima que dice que periodismo es todo aquello que los poderosos no quieren que se sepa y que lo demás es propaganda. En este oficio de contar las cosas, el modo de hacer periodismo puede cambiar pero su esencia siempre es la misma.

Sobre el autor

José Luis Gómez

, gallego de Brión (A Coruña), es columnista de El País y OTR/Europa Press, así como colaborador de TVG, Radio Galega y La Región. Es editor de Mundiario. Fue director de La Voz de Galicia, Capital y Xornal de Galicia, cuya versión digital fundó en 1999. También fue director editorial del Grupo Zeta. Es autor y coordinador de varios libros de economía, entre ellos 'Cómo salir de esta'.

Eskup

Mariano Rajoy
El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, con las banderas de España y Europa.

El economista Paul de Grauwe, profesor de la London School of Economics, lo tiene claro: Europa se aplica una recesión autoimpuesta. Y España, podríamos añadir, la sufre en mayor medida que aquellos países que la inspiran, léase Alemania y sus satélites de la Unión Europea. El Gobierno de la canciller Angela Merkel, que tiene elecciones en septiembre, ni siquiera abandera políticas de crecimiento en su propio país, de forma que pudiese contribuir a tirar de economías como la española. Lógico, por tanto, que la eurozona haya entrado en recesión en el tercer trimestre de 2012, mientras que el conjunto de los Veintisiete apenas crece. Por si fuese poco, Alemania alerta de que Italia es un caso grave e infeccioso para Europa, como explica el politólogo Marcial Vázquez en Mundiario.

El economista alemán Carsten Moser sugiere en el prólogo del libroCómo salir de esta que bastaría que los países triple A (Alemania, Asutria, Finlandia y Holanda) asumieran que los que están al borde del precipicio financiero (Italia, España, Portugal y Grecia) también son Europa. Dicho en palabras del expresidente Felipe González: “No estamos europeizando Alemania, sino alemanizando Europa”, cuando lo lógico sería que Alemania y los otros países centrales decidiesen apostar —en serio— por la eurozona. Y entre la austeridad y el ‘austericidio’, como ironiza la presidenta brasileña,Dilma Rousseff, tiene que haber un punto medio.

¿La mejor salida? Sin duda, un combinado de políticas de crecimiento y mutualización de la deuda, mediante la emisión de eurobonos, ya que eso sería el camino más sencillo y rápido para conseguir una mayor integración fiscal en Europa: ¿Problema? Que Angela Merkel, al menos de momento, poco o nada quiere saber de todo ese plan, que parece sonarle a los sueños que describe John Lennon en su mítica canción ‘Imagine’. ¿Por qué? Porque Alemania no quiere ‘importar’ inflación resultante de darle a la máquina de los billetes.

¿Y en España, qué? Ante la imposibilidad de un cambio a corto plazo de su mermado y anquilosado modelo productivo, la llamada devaluación interna sigue siendo la única salida de la recesión; es decir, más impuestos y menos salarios, con precios más bajos. Quienes abanderan semejante política, como Mariano Rajoy, suponen que España remontará exportando más y recibiendo más turistas, porque si los precios de sus productos bajan será más fácil venderlos fuera y, al mismo tiempo, si todo está más barato aquí vendrán más turistas, pero con eso no basta. España es un Estado inviable y, si no recibe ayuda de Europa o del Banco Central Europeo, continuará siéndolo, a riesgo de acabar ahorrando en las cosas de comer. La austeridad crea recesión, como demuestra el descalabro del consumo. Y si alguien lo duda solo tiene que ver que el PIB retrocedió un 0,8% en el cuarto trimestre, una décima más de lo avanzado por Estadística. @J_L_Gomez


Rajoy 'triunfa' en el Congreso pero fracasa en el Gobierno y en el PP

Por: | 25 de febrero de 2013

Olli Rehn, Comisario Europeo de Asuntos Económicos. Foto Françoise Lenoir

Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos. Foto: Françoise Lenoir.

La sección dominical del diario La Región ‘Cuenta de resultados’ lleva semanas anticipando el jarro de agua fría que le ha echado encima a España la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea; es decir, la cara visible de ese poder comunitario cuyos hilos mueve Alemania. Desde Bruselas han desmontado las previsiones económicas del Gobierno español, para lo cual tampoco son necesarios sesudos análisis, sino mero sentido común.

Las cuentas no dan, ni siquiera descontando el pago de intereses, lo que evidencia que España no es viable sin ayuda. Dicho en pocas palabras: para que haya inversión privada y pública, capaz de crear empleo, las empresas y el Estado deben liberar recursos que ahora dedican a pagar intereses y a amortizar sus  deudas. Y, de momento, no lo pueden hacer. El déficit del Estado se produce incluso antes de aplicar los costes financieros, señal evidente de que los gastos siguen superando a los ingresos públicos.

¿Solución? Hay tres posibles: ingresar más mediante una reforma fiscal, gastar menos y rebajar los intereses, para lo cual es imprescindible la ayuda europea. El punto de partida es de sobra conocido: la recapitalización de la banca elevará el déficit público por encima del 10% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2012, si bien el desfase presupuestario, sin contar con el dinero inyectado al sector financiero, no alcanzará el 7% del PIB, según avanzó el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy en el reciente Debate sobre el estado de la Nación.

Para colmo de males, Rajoy no solo tiene líos financieros y económicos, lo cual puede distraerle aún más. Y es que con el presidente pueden pasar dos cosas: una, que sea falsa su mención en los pagos en dinero B de los listados de Luis Bárcenas -el impronunciable, parafraseando al escritor Manuel Rivas-, lo cual se supone que traería consigo dimisiones fulminantes en el periódico que publicó semejante cosa, o dos, que sea verdad, escenario en el que Rajoytendría difícil no dimitir, por dos motivos: el primero, haber defraudado a Hacienda, y el segundo, haber mentido, al negar el cobro de los dichosos sobres. Si cabe el término medio, que no pase nada, España debería hacérselo ver.

La esperanza de que Rajoy se tenga que ir es la que mantiene viva la llama de la ilusión en el PSOE, incapaz de hacer oposición de verdad a un Mariano Rajoy que, incluso estando contra las cuerdas y con la economía hecha un desastre, ha salido ganador del reciente Debate sobre el estado de la Nación.

El socialista Rubalcaba se aferra al ‘váyase, señor Rajoy’, cuyas bancadas replican con ese demoledor ‘quédese, señor Rubalcaba’, pero pensándolo bien qué gana el PSOE si logra deshacerse de Rajoy. Si es que hay pruebas que impliquen a Rajoy con el impronunciable y las listas de El País son reales, indudablemente ganaría la democracia yéndose Rajoy, pero lo que es el PSOE no mucho, porque detrás del actual inquilino de la Moncloa puede venir otro mucho mejor que Mariano, fresco y sin nada impronunciable en su boca. Imaginemos por un segundo que Alberto Núñez Feijóo releva a Mariano Rajoy en la Presidencia, hipótesis que a nadie le chirría hoy en España, salvo tal vez a Esperanza Aguirre. ¿Harían fiesta en la sede de Ferraz o más bien harían las maletas para dejar paso a una nueva generación de dirigentes socialistas mientras el presidente gallego pone orden en Madrid? @J_L_Gomez

¿Puede ser España un Estado viable sin ayuda europea?

Por: | 22 de febrero de 2013

El comisario de Economía, Olli Rehn
Bruselas ha desmontado las previsiones económicas del Gobierno español, que sigue cuesta arriba. Por un lado, ya se sabe que las ayudas a la banca elevarán el déficit público de España por encima del 10% en 2012, si bien el desfase presupuestario, sin contar con el dinero inyectado al sector financiero, no alcanzará el 7% del PIB, según avanzó el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy en el reciente Debate sobre el estado de la Nación.

¿Habrá más recortes? A falta de ingresos imprevistos o de una rebaja inesperada de los intereses, todo parece indicar que sí. Porque las actuales cifras no encajan, incluso aunque haya un cierto aplazamiento del déficit, como dejó caer el comisario de Economía, Olli Rehn.

Pero hay más: la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea, estima que la deuda pública superará el 100% del PIB el próximo año; es decir, que puede colocarse por encima del billón de euros. Muy malas noticias para España, que precisa ayuda exterior para salir de esta. Ya sea de los mecanismos financieros de la Unión Europea o a través de intervenciones del Banco Central Europeo para abaratar el pago de intereses y liberar recursos para promover el crecimiento y el empleo. De lo contrario, no podrá decirse con solvencia que España es un Estado viable.

¿Tiene solución el problema presupuestario de España? A corto plazo, parece difícil que la tenga, por no decir imposible. Básicamente, porque la economía no crece y el tremendo esfuerzo fiscal que hace el conjunto del país –no solo el Estado- se diluye en el pago de intereses de la deuda. Encima, el Estado tiene déficit primario, es decir, sin contar los intereses también hay saldo negativo entre ingresos y gastos. @J_L_Gomez

Mariano Rajoy

España tiene muchos problemas a la vista (paro, desahucios, empobrecimiento, recorte de servicios públicos, corrupción, economía sumergida, fraude fiscal…) pero todas esas penalidades no son más que la consecuencia de otros problemas: el endeudamiento del país, los tipos de interés a los que se financia y refinancia, y la falta de competitividad de la economía, donde por si fuera poco se ha hundido uno de sus pilares básicos: la construcción y el sector inmobiliario, sin que sepamos todavía cómo se va a sustituir. Así se explica en el habitual análisis de los domingos en la sección ‘Cuenta de resultados‘ del diario La Región.

Por tanto, si España quiere salir de esta, debe resolver primero estos problemas, antes de soñar con brotes verdes producto de algún tipo de magia económica que no llegará. ¿Y cómo se hace eso? Hay muchos caminos, pero de entrada hay uno: negociar un gran pacto entre partidos, sindicatos y empresarios para adquirir compromisos en serio y, de paso, repartir de manera más justa los costes de la crisis. ¿Y no se puede salir sin pacto, como parece que está haciendo el Gobierno de Rajoy? Se puede, pero con menos compromisos y más insolidaridad.

Pongámonos en lo peor, que seguimos con líos políticos, y no hay pacto. En ese caso, lo más urgente es resolver el asunto de la refinanciación de las administraciones públicas y de las empresas, para lo cual va a ser necesaria más ayuda europea; léase alemana. Solo con recortes no se arreglará el déficit público, mientras buena parte del dinero que se recauda y del que producen las empresas se va por las alcantarillas del pago de intereses, sin que eso produzca nada bueno en España, ya que quienes perciben el grueso de tales intereses no son españoles, sino especuladores extranjeros. Cada año, España dedica miles y miles de millones de euros al pago de intereses, de modo que se frena la inversión pública y privada, la causa del paro. Dicho de otra forma, España no solo no se está haciendo nada positivo, sino que además está elevando el coste de la cobertura del desempleo, con lo cual asigna cada vez más recursos a esa necesaria solidaridad, pero no ataja el problema de fondo: la falta de actividad.

Entre los intereses que pagan anualmente las empresas y las administraciones públicas y el dinero del paro, España ‘tira’ más de 100.000 millones de euros, que es más de un 10% del Producto Interior Bruto( PIB). En tales condiciones, una reducción de la deuda, una rebaja de la prima de riesgo y más inversión productiva son imprescindibles para salir de esta.

¿Y cómo se soluciona este segundo gran problema? Pues produciendo, más y mejor. Produciendo más y exportando más –a falta de suficiente mercado interno-, de modo que no siga cayendo el PIB. Y produciendo mejor, para que las empresas puedan vender productos de calidad a precios elevados y no tengan que bajar los salarios.

Un buen ejemplo de todo ello es Alemania: tiene unas cuentas públicas y privadas más o menos saneadas y fabrica cantidad de productos de alta calidad (automóviles, electrodomésticos…) que vende en todo el planeta a precios altos, de modo que sus trabajadores –al menos los de esas grandes empresas- pueden percibir buenos salarios.

España está muy lejos de Alemania pero para acercarse es indispensable no hacerle caso a Mariano Rajoy cuando dice que  “a veces lo mejor es no tomar ninguna decisión y eso también es una decisión”. Porque España exige decisiones. Grandes decisiones, Presidente. @J_L_Gomez

 

Mario Draghi, en el Congreso
“Sé que los españoles lo están pasando mal”, dijo el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, de visita en Madrid, donde aplaudió en el Congreso de los Diputados el esfuerzo de España y pidió al Gobierno de Mariano Rajoy un calendario concreto de las reformas pendientes. También un plan fiscal creíble; es decir, presupuestos realistas.

¿Pero es posible otra economía distinta de la que predica Europa? Sí. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, así lo atestigua en su libro ‘El precio de la desigualdad’, donde condena la espiral de recesión, austeridad y más recesión que arrastra a Europa debido a las recetas impuestas por Alemania en el BCE, cuyo presidente,Mario Draghi, se decidió al fin a hacer una importante visita a España. Según Stiglitz, el gran error de esta crisis es no acertar a identificar su verdadera causa. “Que quede claro: el déficit no ha provocado la recesión, es la recesión la que ha causado el déficit”, explica, convencido como está de que “solo si se vuelve a crecer, el déficit bajará”. ¿Pero qué sucede? Que las políticas de austeridad que impone el BCE matan el crecimiento, por lo que el déficit tarda en mejorar. “Eso de que los de abajo han de apretarse el cinturón para que la máquina vuelva a funcionar es, sencillamente, mentira”, concluye este premio Nobel.

Mario Draghi dice que vino a España “a escuchar” pero en realidad todos sabemos que el presidente del BCE tiene en su mano la resolución de muchos problemas de este país, con el permiso de Alemania, claro. ¿Por qué? Entre otras razones, porque si bajase la prima de riesgo, España liberaría recursos para inversiones productivas, la única manera de crear riqueza y empleo en el país.

¿Y por qué, lejos de eso, el BCE sugiere relajar las leyes de protección laboral, permitir la negociación salarial a nivel de empresa y abolir la interrelación entre salarios e inflación? La clave sigue estando en la devaluación interna que precisa España, un ajuste mucho más duro y más lento que a través de una devaluación del tipo de cambio, cuando se tiene una moneda propia. Porque España no es Venezuela, donde de un día para otro devaluaron el bolívar más del 30%. Aquí ya no se puede devaluar al estilo Solchaga. A falta de políticas de crecimiento, hay que hacer una devaluación interna que conlleva la rebaja de salarios, tanto en el sector público como en el privado. Duele escribirlo pero es lo que hay. Y Draghi lo sabe mejor que nadie. Por eso mismo, está bien que el presidente del BCE sea consciente de que España lo pasa mal pero ¿qué hace para evitarlo? @J_L_Gomez 

¿Por qué Draghi dice que viene a escuchar y no a ayudar?

Por: | 10 de febrero de 2013

Mario Dragui, presidente del Banco Central Europeo

En el libro ‘Cómo salir de esta cuento que el pasado 9 de septiembre, el joven Alejandro Maqueda (@AMaqueda90), licenciado en ADE por la Universidad de Granada e interesado en asuntos de economía, finanzas, auditoría y consultoría, según su propia definición, me escribió en Twitter “con espíritu emprendedor” para comentarme lo siguiente:

—Hablas de un horizonte de la crisis actual de 10 años (hasta 2018). ¿De verdad lo crees? Malas noticias para los jóvenes…

Alejandro Maqueda se refería a un análisis que había publicado aquel domingo en el diario La Región, titulado “Rajoy teme ser el presidente del rescate”, en el que comentaba la ampliación del horizonte de la crisis de 2008, “puede que hasta completar un ciclo de al menos diez años”. Como no podía ser de otro modo, le respondí a @AMaqueda90 de la mejor manera posible, en un intento de no renunciar a nada: ni a la veracidad ni a darle ánimos como emprendedor:

—Hablo de ese horizonte para volver a 2007, con crecimiento, tasa de paro razonable y sin problemas de déficit ni de tipos.

Con el tiempo sabremos qué pasó en la realidad y qué supuso esta pequeña anécdota en la, esperemos, exitosa vida del joven Alejandro Maqueda. Pero, de entrada, no falta quien piensa que otra economía es posible: Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, así lo atestigua en su libro ‘El precio de la desigualdad’, donde condena la espiral de recesión, austeridad y más recesión que arrastra a Europa debido a las recetas impuestas por Alemania en el Banco Central Europeo (BCE), cuyo presidente, Mario Draghi, ultima una importante visita a España.

Según Stiglitz, el gran error de esta crisis es no acertar a identificar su verdadera causa. “Que quede claro: el déficit no ha provocado la recesión, es la recesión la que ha causado el déficit”, explica, convencido como está de que “solo si se vuelve a crecer, el déficit bajará”. ¿Pero qué sucede? Que las políticas de austeridad que impone el BCE matan el crecimiento, por lo que el déficit tarda en mejorar. “Eso de que los de abajo han de apretarse el cinturón para que la máquina vuelva a funcionar es, sencillamente, mentira”, concluye.

Draghi dice que viene a España "a escuchar" pero en realidad todos sabemos que el presidente del BCE tiene en su mano la resolución de muchos problemas de este país, con el permiso de Alemania, claro. ¿Por qué? Como se explica en Mundiario, porque si bajase la prima de riesgo, España liberaría recursos para inversiones productivas, la única manera de crear riqueza y empleo en el país.

¿Y por qué, lejos de eso, el BCE sugiere reducir el salario mínimo, relajar las leyes de protección laboral, permitir la negociación salarial a nivel de empresa y abolir la interrelación entre salarios e inflación? La clave sigue estando en la devaluación interna que precisa España, un ajuste mucho más duro y más lento que a través de una devaluación del tipo de cambio, cuando se tiene una moneda propia. Porque España no es Venezuela, donde de un día para otro devaluaron el bolívar más del 30%. Aquí ya no se puede devaluar al estilo Solchaga. A falta de políticas de crecimiento, hay que hacer una devaluación interna que conlleva la rebaja de salarios, tanto en el sector público como en el privado. Duele escribirlo pero es lo que hay. Y Draghi lo sabe mejor que nadie. @J_L_Gomez

El dinero negro tiene en jaque a toda España

Por: | 03 de febrero de 2013

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno

Mariano Rajoy ha dado la cara. A medias. Solo en una comparecencia sin preguntas, rodeado de los suyos, en la calle Génova. Dice que quiere actuar con la máxima transparencia, pero falta mucho para que sea cierto, como se comenta en este análisis para el diario La Región.

El presidente Rajoy, que no piensa dimitir, se compromete personalmente a desplegar la máxima transparencia para que resplandezca la verdad. Y anuncia que sus declaraciones de la renta y patrimonio estarán a disposición de los ciudadanos en la web de la Moncloa. Mejor eso que nada, pero no parece que baste con una medida así para aclarar un escándalo que, como él mismo reconoce, tiene grandes dimensiones. Es más, el patrimonio de Rajoy, que asciende a 1,2 millones de euros, ya está publicado en el Boletín Oficial del Estado; no aporta nada nuevo que lo suba a la web de la Moncloa.

“Nunca he recibido ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte”, dijo Rajoy, que incluso fue más lejos: “Es falso”. Pero si es todo "falso", como dice el presidente del PP y del Gobierno, ¿cómo hay que calificar lo que publica el diario El País? ¿Son falsas todas las anotaciones atribuidas al extesorero del PP Luis Bárcenas? Aquí hay algo que no encaja, incluso si aceptamos que Rajoy es personalmente ajeno a todo este lío, por utilizar una palabra que al político gallego le gusta tanto.

Sin preguntas, sin respuestas no sujetas a un guión, el escándalo seguirá vivo. El político que no tiene miedo –y hay que suponer que el presidente no lo tiene-, se somete a preguntas. Rajoy no lo ha hecho y eso le resta credibilidad. También sorprende que no cite a Bárcenas, ni mencione la Gürtel, ni hable de su ministra Ana Mato y tenga tan presente al opositor Rubalcaba, en una apelación que suena a advertencia. Máxime cuando Rubalcaba no ha ido tan lejos por exigirle transparencia y respuestas claras. ¿Qué otra cosa podía hacer el líder de la Oposición en una democracia?

Hay quien piensa que Mariano Rajoy debería haber dicho otra cosa. "Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir", hubiese resultado más convincente, como le propuso el sagaz periodista Javier Romera, de El Economista.

Pero hay más. En realidad, Mariano Rajoy solo habla de sí mismo, casi a nivel personal. No habla del partido, parece que no le consta, cuando resulta que él es su presidente. No habla del resto de la cúpula del PP. ¿Por qué? En el fondo, todo esto no es nuevo ni exclusivo del PP. España es un país con mucha corrupción –política, empresarial y social- porque hay mucho dinero negro. El 25% de la economía funciona así, es economía sumergida. Negarlo es absurdo. El profesor Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, sostiene que España invierte muy poco en gestión tributaria —“de hecho, los que menos personal atesoramos teniendo en cuenta el tamaño de nuestro país”— y que padece una enorme economía sumergida. Solo Grecia, Italia y Portugal aparecen peor en la UE-15.

Si la economía sumergida tributase lo que le toca, en estos momentos no haría falta ningún recorte y España estaría cerca del equilibrio presupuestario. “¿A qué estamos esperando?”, se pregunta Lago, convencido de que “el fraude fiscal es una lacra social de primera magnitud”, por lo que se debe “tratarlo como tal” e ir “a degüello contra la economía sumergida”. Rajoy acertaría yendo por ahí, y admitiendo lo que deba admitir. @J_L_Gomez

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