El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy / Mundiario.
El jefe del Gobierno sigue sin ver un gran pacto por el empleo, como le propusieron los principales sindicatos, en presencia de dirigentes empresariales. Y así lo reiteró el pasado sábado en una convención del PP en Salamanca. Como mucho, Mariano Rajoy ve posible el diálogo sobre las pensiones. Para otros asuntos se confiesa dispuesto a asumir el desgaste que sea preciso; es decir, para bien o para mal, el líder del PP hará valer su mayoría absoluta y no contará con la Oposición, a la que descalifica por su tendencia a incrementar el gasto público.
Rajoy elude, de paso, una reforma fiscal que redefina a fondo los ingresos del Estado, más allá de los retoques del ministro Montoro, e implanta como norma la moderación salarial, que en realidad es una devaluación de los sueldos. Claro que el presidente del Gobierno no siempre dice lo mismo: en el fondo sabe que tiene difícil salir adelante en solitario -de hecho, hace unos meses lo insinuó él mismo en el Congreso-, a pesar de su indiscutible mayoría absoluta.
Pero no solo el presidente Rajoy es reticente al pacto. Desde la izquierda del PSOE e incluso en su ala más radical se preguntan por qué determinados medios progresistas insisten tanto en el pacto entre PP y PSOE, en vez de abogar por un pacto de las izquierdas. Parten de la base de que si la respuesta al desgaste del PP y al estancamiento del PSOE es un consenso amplio, ambos partidos seguirán multiplicando su precariedad en las encuestas. Por eso no falta quien rechaza frontalmente eventuales acuerdos entre los llamados líderes del desprestigio, teniendo en cuenta que los ciudadanos desaprueban masivamente tanto al conservador Rajoy como al socialista Rubalcaba.
¿Hay alternativa a un pacto de Estado solo entre partidos? Sí, por ejemplo, con un gran acuerdo social y político, de manera que los costes de la crisis se repartan de forma razonable, como había sucedido en los ya históricos Pactos de la Moncloa, que hicieron posible asentar la democracia en medio de una crisis económica.
¿Y hay materias para el consenso? Sin duda. Además de las pensiones, la reforma limitada de la Constitución -recordemos: Senado, reconocimiento explícito del último tratado europeo, inscripción del nombre de las comunidades autónomas y derogación de la cláusula que discrimina a las mujeres en la sucesión de la Corona- puede ser el principio de un amplio consenso. En definitiva, se supone que un gran pacto económico-social debería incluir la reforma constitucional y solventar la cuestión territorial, dadas las tensiones con Cataluña y las que previsiblemente se van a desatar con el País Vasco, una vez que ETA solo sea historia.
El economista alemán Carsten Moser, expresidente de la Cámara de Comercio Alemana para España, advierte en el prólogo del libro ‘Cómo salir de esta’ (Actualia Editorial) de que lo que era válido en 2010, sigue siendo válido en 2013: España no avanzará sin una mayor cultura de diálogo, negociación y pacto. “Pienso –explica Moser- que un consenso de cómo salir de la crisis entre Gobierno y Oposición o, mejor aún, una reedición de los Pactos de la Moncloa, haría bajar la prima de riesgo bastantes puntos, como también lo haría un acuerdo entre Madrid y Barcelona para superar sus diferencias actuales”.
¿Pacto sí o pacto no? Parece que desde fuera de España lo tienen más claro que desde dentro. @J_L_Gomez