De la gravedad de la situación de España puede dar idea que su presidente se aferre a la economía, estando como está, para lanzar un mensaje triunfalista. Pero está todo tan mal –la corrupción, las tensiones territoriales, la pérdida de derechos conquistados en la democracia…- que hasta es posible que Mariano Rajoy tenga algo de razón; máxime si se contenta con que las cosas no vayan a peor en materia de empleo y/o de crecimiento.
En números redondos, España produce lo mismo que cinco años antes pero ha destruido tres millones de empleos y tiene que sostener a dos millones más de personas. A diferencia de España, otros países ya recuperaron lo perdido en la recesión. ¿Qué le impide a España seguir el ritmo de recuperación de países como Alemania o EE UU? Entre otras cosas, la caída de los ingresos públicos, la falta de competitividad y su elevada deuda, sobre todo la privada, que se multiplicó por tres en la década del 2000.
Lógicamente, detrás de esos indicadores macroeconómicos hay miles de historias trágicas de personas atrapadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera. Ha aumentado la desigualdad y nada hace prever una recuperación inmediata, si por salir de la crisis se entiende reducir el paro y acotar la pobreza al mínimo posible.
¿Entonces Rajoy se equivoca o vuelve a mentir? Más bien, exagera. El presidente parte de que el año 2012 fue el de los ajustes, el 2013 el de las reformas y el 2014 será el de la recuperación gracias, precisamente, a esos ajustes y esas reformas que hizo su gobierno. No es un cronista objetivo, sino una parte del problema.
¿Quiere eso decir que va todo mal? Tampoco. La recesión, al menos de momento, ha quedado atrás, el rescate bancario se puede dar por terminado -¡ojalá!- y las exportaciones están en aumento, en parte como consecuencia de la devaluación salarial. Pero siendo todo ello positivo, es insuficiente, por lo que Rajoy tira por elevación, en busca de grandes titulares en sus medios afines.
El presidente del Gobierno no solo trata de ponerse en valor y de lanzar un mensaje optimista. Lo que hace es preparar más bien un discurso electoral, consciente de que se le vienen encima las elecciones europeas y municipales. Precisa no perder demasiados votos.
¿Lo conseguirá con una gestión tan pobre? Las encuestas, de momento, colocan al PP por delante, señal de que no es un objetivo imposible. Parece evidente que el PSOE de Rubalcaba no arranca y eso es fundamental para Rajoy, atrapado en la herencia recibida, en sus errores y en los líos en los que se ha metido él mismo. A veces, como en el caso del aborto, sin necesidad.
Rajoy puede defenderse con el escudo de la inversión extranjera que empieza a acompañarle, viendo que España se ha puesto barata, o jugar incluso con la famosa prima de riesgo –cada vez en niveles más razonables para lo que es la economía española-, pero hace falta más. Sin crecimiento no se creará empleo, ni aumentarán los ingresos públicos. Y el ahorro en el pago de intereses se difumina con el aumento desbocado de la deuda. No perdamos de vista que España, que no gana para intereses, emitirá en 2014 más deuda pública que Alemania, lo que nos puede dar idea de las cifras en las que se mueve, impropias de su dimensión. Cómo salir de esta requiere, por tanto, nuevas políticas económicas y sociales, capaces de poner al país a trabajar más y mejor. @J_L_Gomez