El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
En la España de Rajoy -y en la de Zapatero, y en la de Aznar y en la de Felipe...- se sabía que había corrupción por arriba, de la que se beneficiaban no solo los grandes partidos políticos, sino también algunos de sus dirigentes, y ahora se sabe y se constata por la vía judicial lo que ya se intuía: también hay corrupción por abajo, de la que se benefician muchos alcaldes y concejales, así como sus partidos a nivel local, ya que con ese tipo de prácticas también financian sus campañas electorales locales y colocan a amigos y familiares en compañías proveedoras de las instituciones y de los propios partidos.
Pagan siempre los mismos: los contribuyentes. En el primer caso, con sus impuestos, de los que salen los dineros de tantos ‘modificados’ que han servido en bandeja la corrupción que conecta al poder con los grandes constructores. Y en el segundo, no solo con impuestos locales, sino también con tasas como las del agua o incluso los tickets del aparcamiento, la tristemente famosa ORA. De este modo, las concesionarias privadas de servicios públicos sirven de tapadera para entregar dinero o regalos a políticos locales corruptos y también para ‘ayudar’ a los líderes locales a financiar sus campañas y emplear a sus protegidos.
¿Son todos los políticos corruptos? No. Muchos de ellos no lo son, pero muchos otros sí. Y en tierra de nadie están los que no lo son sobre el papel, porque ese tipo de misiones se las encomiendan a sus asesores: hombres de paja que nombran al frente de sus gabinetes para imponerse a los funcionarios públicos y cerrar los chanchullos, saltándose los controles internos de la Administración. Ya decía el poeta y narrador estadounidense Bukowski que la diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.
¿Hay remedio para este estado de cosas que ponen en peligro la democracia? Por supuesto. La Justicia, que al fin está empezando a actuar, puede ser un buen remedio, no solo porque penaliza a los infractores, sino porque disuade a potenciales delincuentes agazapados en el poder. Pero hay más remedios: legislar sobre la oscura financiación de los partidos, suprimir los asesores para potenciar la figura de los funcionarios de carrera y obligar al uso de tarjetas controladas para eliminar los billetes de 500 euros. Otros dicen que estas cosas también tienen que ver con la educación. Puede ser. @J_L_Gomez