Este blog tiene por objeto el análisis económico y político, combinado con la aportación de claves informativas de la realidad española. Su autor es un convencido de esa máxima que dice que periodismo es todo aquello que los poderosos no quieren que se sepa y que lo demás es propaganda. En este oficio de contar las cosas, el modo de hacer periodismo puede cambiar pero su esencia siempre es la misma.
José Luis Gómez, gallego de Brión (A Coruña), es columnista de El País y OTR/Europa Press, así como colaborador de TVG, Radio Galega y La Región. Es editor de Mundiario. Fue director de La Voz de Galicia, Capital y Xornal de Galicia, cuya versión digital fundó en 1999. También fue director editorial del Grupo Zeta. Es autor y coordinador de varios libros de economía, entre ellos 'Cómo salir de esta'.
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Santiago Lago. / Mundiario
La economía gallega ha corrido en paralelo con la del conjunto de España en la salida de la recesión, de modo que si bien cerró 2013 en negativo, logró al menos tener un pequeño crecimiento en la recta final del año, tras once trimestres con el Producto Interior Bruto (PIB) en negativo. Las claves de esta leve recuperación también son comunes, bajo la influencia positiva de las exportaciones. La devaluación interna de la economía española, con salarios más bajos y una inflación contenida, ayuda a que sea más competitiva en el exterior.
Todo ello no resuelve, sin embargo, el gran problema de fondo de la economía, tanto en Galicia como en España: el desempleo. La falta de crecimiento suficiente no reduce el paro, que se mantiene en porcentajes inasumibles, y tampoco genera suficientes ingresos públicos, con lo cual el Estado mantiene sus restricciones en materia de cobertura del desempleo. Las noticias positivas al respecto son, lógicamente, bienvenidas, pero distan mucho de ser las adecuadas para recuperar los mínimos necesarios. Falta mucho para poder cantar victoria en materia de empleo, tal vez demasiados años en los que muchas personas -empezando por las más jóvenes- lo van a pasar mal. Un solo dato: en más de 90.000 hogares gallegos están en paro todos sus miembros.
Pero también es cierto que Galicia tiene algunas ventanas de oportunidad abiertas. Sus cuentas públicas no son las peores y en su economía productiva se observan algunas señales que invitan al optimismo. No solo porque aquí está Inditex, la gran multinacional del mundo de la moda, sino porque hay sectores donde la iniciativa privada funciona. Empresas de alta y media tecnología y de servicios avanzados, junto con el sector agroindustrial, podrían protagonizar buenas noticias en los próximos años, como observan los expertos reunidos por el profesor Fernando González Laxe en el Foro Económico de Galicia.
El consenso entre el sector público y privado, ampliado a los sindicatos, sería un buen método de trabajo en clave gallega. En ese sentido, los papeles que elabora el Foro Económico de Galicia no solo van ganando peso, sino que contribuyen a vertebrar un nuevo discurso integrador, de la mano del profesor Santiago Lago y del empresario Emilio Pérez Nieto, entre otros.
No es frecuente que la sociedad civil gallega dé muestras de estar viva, por lo que iniciativas como el Foro, aunque modestas, tienen especial valor en un país como Galicia. Lo que en Estados Unidos no sería más que una anécdota aquí se convierte en algo ciertamente relevante, a proteger. De alguna manera, el Foro Económico de Galicia es “una plataforma de transferencia de conocimiento en materia económica” desde las universidades y las empresas gallegas a la sociedad y a los espacios de decisión pública; léase no solo la Xunta, sino también el Parlamento, si quiere estar atento.
Desde sus comienzos, el Foro Económico de Galicia integra a empresarios y directivos representativos de los diferentes sectores y áreas de Galicia, profesores e investigadores, y periodistas de referencia. Por todo ello, es también, según sus promotores, una herramienta de la sociedad civil que pretende contribuir a conocer mejor “los desafíos, oportunidades y amenazas sobre la estructura productiva gallega, sus empresas y su sector público”. Tal vez cabe que su pluralismo se amplíe y que su reconocimiento aumente. @J_L_Gomez
La inminente designación del candidato – o candidata- del Partido Popular a las elecciones europeas de mayo mantiene abiertas las especulaciones sobre la dimensión que tendrá la primera crisis de gobierno de Mariano Rajoy, nada amigo de los cambios. A esa incertidumbre se suma la posible salida del Ejecutivo del ministro de Economía, Luis de Guindos, quien se perfila como futuro presidente del Eurogrupo, en 2015. No solo le apoyaría Rajoy en ese cometido; también, el alemán Wolfgang Schäuble y el francés Pierre Moscovici.
Especulaciones sobre la candidatura europea hay muchas, empezando por la del ministro Arias Cañete, cuyos conocimientos en materia europea le darían solidez al PP, y terminando por la de Ana Pastor, amiga personal de Rajoy, y una mujer con perfil centrista, de buen talante y capaz de conectar con la gente de la calle. Pero conociendo a Rajoy no habría que extrañarse de que las especulaciones y las hipótesis –incluso las de su gente- no lleguen muy lejos.
Siendo importante la candidatura europea, al menos en términos electorales, puede serlo aún más el relevo de Economía. Digamos que el PP se juega más en las elecciones que sustituyendo a De Guindos, pero que para el conjunto de los españoles es más importante quien gobierne su economía que un cabeza de cartel, que en última instancia tampoco irá más allá de ser un eurodiputado.
Las quinielas para el relevo de Luis de Guindos incluyen más nombres: desde Álvaro Nadal, el jefe de la oficina económica de Rajoy –sin duda un economista cualificado- hasta el presidente del ICO, Román Escolano, pasando por el jefe del Tesoro, Iñigo Fernández de Mesa, o el portavoz del PP en el Senado, José Manuel Barreiro. Claro que en el Gobierno también hay candidatos al puesto de Luis de Guindos, empezando por Cristóbal Montoro, que sueña con volver a unir Economía y Hacienda, lo que le daría rango de vicepresidente. Se le olvida el pequeño detalle de que a Rajoy parece gustarle más que los ministros enreden y pueda mandar él, lejos de soportar la figura de un vicepresidente económico poderoso. No con tantas ambiciones como para aspirar a una vicepresidencia pero sí a la cartera de Economía estarían también Margallo –cada día más ministro de asuntos catalanes que de Asuntos Exteriores- o Soria, a quien le quema la tarifa eléctrica.
De todos ellos, el perfil más afín a Rajoy, por talante, ideología, trayectoria –de abajo arriba- y apego al PP, es José Manuel Barreiro, presidente del PP de Lugo y a quien le van mejor las cosas en Madrid que en la Galicia de Feijóo, de quien fue adversario interno para relevar a Manuel Fraga. Sería complementario con Montoro, pondría coto a las veleidades neoliberales de Luis de Guindos –Barreiro es más bien un democristiano conservador- y elevaría el discreto nivel del Gobierno, dada su condición de catedrático, sin cacarear demasiado. Línea Rajoy, al más puro estilo del jefe.
Nombre o no ministro -de lo que sea- a Barreiro, el mero hecho de que su nombre aflore en Madrid constituye un mensaje interno al hombre fuerte del PP de Galicia, Alfonso Rueda, que no es precisamente el presidente del club de fans de Barreiro.
¿Conclusión? Que Mariano Rajoy tiene mucho donde elegir, sobre todo en el área económica, y que suele ser difícil adelantar sus decisiones, máxime cuando ni él mismo las ha tomado y solo se las está pensando. @J_L_Gomez
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