Banderas de la UE ante la sede de la Comisión Europea en Bruselas. / Reuters
Haber pasado de la recesión a un crecimiento positivo, por pequeño que sea, es una noticia positiva para la economía española, pero no lo suficiente como para que se generalice la idea de que el país ha salido de la crisis. Y no ya por algo tan evidente como que un 25% de desempleo es incompatible con salir de la crisis, sino porque el crecimiento es tan bajo, que no disipa el riesgo de una vuelta atrás.
La ortodoxia del control del déficit público impuesta por Alemania en la UE ha sacrificado mucho empleo en España, donde el Gobierno carece de dinero y de máquina para fabricarlo, al estar esta competencia en manos del Banco Central Europeo (BCE), a su vez controlado por Alemania. Estados en apuros como España suplen esta limitación monetaria tirando de la deuda pública, que va camino de igualar el PIB y amenaza con volverse insostenible. Curiosamente, Alemania reduce su deuda.
España no tiene peso suficiente, del mismo modo que muchos otros países, para plantarle cara a Alemania, pero la crítica situación de Francia puede hacer cambiar las cosas. Al menos en el tipo de cambio del euro frente al dólar, de modo que sea más fácil exportar desde los países de la eurozona. ¿Problema? Que los tipos del BCE están prácticamente al 0% y apenas hay margen para actuar, de ahí que se busquen alternativas como la compra de bonos o de titulizaciones de deuda privada; es decir, lo que suele denominarse la compra de activos.
Lo que es cada vez más evidente es que las recetas válidas para Alemania no sirven para países como España, de modo que el escenario podría cambiar si se demuestra que tampoco sirven para Francia. Con todas sus peculiaridades, EE UU hubiera sido un modelo mejor para economías como la española, con estrategias más ligadas a cada ciclo económico. Dicho en palabras llanas: a un parado sin ingresos no se le puede exigir que pague sus deudas, pero si se le busca trabajo tal vez pueda ir pagando lo que debe. Pues bien, España sigue siendo un parado sin suficientes ingresos, cuya economía sigue devorada por un tremendo déficit público, solo aliviada por la rebaja de los intereses, ya que la prima de riesgo cayó influida por el BCE.
Parece evidente que sin grandes riesgos de inflación y con una mejora de la balanza por cuenta corriente hay margen para una política monetaria más flexible en toda la eurozona. Esto significa que puede devaluarse el euro y que el BCE debería hacerse mayor, si logra liberarse del yugo de Alemania, que no quiere secundar este tipo de medidas por sus temores a la inflación.
España no solo precisa reformas estructurales internas, que por cierto no completa, sino que depende mucho de las decisiones europeas; léase alemanas. En ese sentido, claro que Bruselas tiene razón al exigir más ajustes viendo como el déficit público y la deuda están fuera de control, pero si fueran justos empezarían por reconocer que es así en parte por sus corsés monetarios.
Lo que es evidente es que España precisa reconducir su déficit presupuestario, ya que los resultados del ajuste son insuficientes. Como ya resulta difícil hacerlo por la vía de reducir el gasto público, todo indica que los esfuerzos deben centrarse en aumentar los ingresos públicos mediante políticas que aseguren el crecimiento. EE UU le ha demostrado a Europa que las deudas se pagan creciendo. Claro que EE UU tiene máquina de hacer billetes y sabe que sus dólares atraen a los países que, como China, tienen gigantescas tasas de ahorro. @J_L_Gomez