Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda.
La decisión política del Gobierno de Mariano Rajoy de aventurar que las cosas ya van mejor puede ser un error económico. Para el propio Ejecutivo y el partido que lo sustenta y también para el conjunto del país, que sería lo peor. España necesita más medidas de ajuste del gasto improductivo, a riesgo de no poder hacer frente a la deuda, que sigue disparándose, del mismo modo que el déficit público.
¿Entonces no se está reduciendo el déficit? Por desgracia, no. A pesar de tantos esfuerzos y de tantos sufrimientos de millones de españoles, el déficit público ha aumentado. José Carlos Díez, profesor de economía de Icade y autor del libro ‘Hay vida después de la crisis’, ha echado sus cuentas, que son muy distintas de las del Gobierno.
Resulta que entre enero y noviembre de 2013, el déficit ha sido de 40.600 millones de euros, mientras que en el mismo periodo de 2012 el déficit había sido de 37.400 millones. Según los cálculos de este economista, el déficit ha aumentado un 10%. “Pero el Gobierno debe usar otras reglas aritméticas ya que dice que el déficit va bien”, ironiza Díez.
¿Qué es lo que está pasando? En realidad, lo mismo de siempre, como tantas veces se ha advertido desde esta sección de El País y también desde el libro ‘Cómo salir de esta’. España produce poco, genera mucho desempleo y obtiene pocos ingresos fiscales. Y por eso mismo, la recaudación ha caído un 0,5% en 2013, lo que supone una desviación presupuestaria de otros 7.000 millones de euros. Y las cosas no cambiarán este año, si el Gobierno no cambia antes de política.
¿Y qué se puede hacer? Desde el sector público hay que gastar menos en todo aquello que es prescindible y hay que invertir más en la economía productiva. El Gobierno de Rajoy se ha equivocado al recortar a granel, sin distinguir entre gasto productivo e improductivo, y a pesar de que la política del Banco Central Europeo ha contribuido a rebajar la prima de riesgo –léase en este caso los tipos de interés que paga el Estado por su deuda-, ese ahorro no compensa otras ineficiencias. De hecho, la deuda pública sigue aumentando y, si no se le pone coto, puede llegar el momento en que España no pueda pagarla.
Pero no solo se aprecia que las cosas van mal viendo cómo aumenta el déficit y se desborda la deuda pública. También puede comprobarse echándole un vistazo al recorte del crédito. La banca sigue sin prestar dinero y las empresas no levantan cabeza. Es fácil de explicar: los coches no funcionan sin gasolina.
Aquí a los únicos a los que les va bien es a los ejecutivos de la banca, que siguen forrándose, con sueldos multimillonarios, inversamente proporcionales a su eficacia.
Veamos algunos datos. La banca española recibió 60.000 millones de euros de ayudas directas, a los que hay que sumar cientos de miles de millones en avales y préstamos. El Gobierno hizo un banco malo a su medida y el Banco Central Europeo le sirve en bandeja tipos de interés al 0,25%. Y ni con esas vuelve el crédito al mercado, lo que nos puede dar idea de cómo están por dentro. Es más, la banca está prestando a empresas y particulares con tipos cada vez más altos.
Resumiendo: los bancos españoles no ganan dinero haciendo su trabajo con particulares y empresas, sino especulando con la deuda pública. Y encima reciben ayudas que pagan los contribuyentes, ya que su rescate fue con cargo al déficit público. Una vergüenza. @J_L_Gomez