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Lola Huete Machado

Bloqueados en la frontera

Por: | 08 de agosto de 2012

Existe una suerte de desorden providencial en lo cotidiano de África que nosotros, perdidos tubabus, apenas llegamos a intuir. Por todas partes surgen nimiedades que a nuestros ojos tendrían fácil solución pero que se convierten en entuertos que nadie es capaz de arreglar hasta que, de repente, sin saber la razón exacta, se desenredan como por arte de magia. Escribo las primeras líneas de este post en una sucia libreta tirado en el límite entre Malí y Senegal, donde llevo seis horas bloqueado. Cansado tras 16 horas de viaje en autobús, intentando encontrar un refugio del calor asfixiante, no se me ocurre mejor manera de hacer avanzar el tiempo que observar y escribir, escribir y observar.

Pais1Autobuses atascados en la frontera entre Malí y Senegal / José Naranjo

El poeta y primer presidente senegalés Léopold Sédar Senghor decía que en África las fronteras no existen, ni siquiera entre la vida y la muerte. Lo que no sé es si el viejo Senghor estuvo alguna vez en Diboli y vio este trasiego, este continuo transitar de vehículos y personas, esta agitación fronteriza, este caos de vendedores, policías, aduaneros y viajeros que se despliega, cada día, a un lado y al otro de esas rayas dibujadas por el hombre sobre mapas que separan a los pueblos de África.

En el último mes he atravesado esta frontera cuatro veces, dos desde Senegal hacia Malí y dos de Malí a Senegal. Empiezo a conocer el trayecto. La señora que hace bocadillos de brochetas a un euro en el puesto de control policial de Kidira, en el lado senegalés de la frontera, ya me conoce y me saluda con una sonrisa. Antes de que me acerque ya me está preparando uno. Cada viaje en autobús es una aventura. Siempre pasa algo. Una vez, el chófer se equivocó de camino a la altura de Mbour y tomó hacia Joal en lugar de hacia Dakar, perdiendo cuatro horas; en otra ocasión, los pasajeros tuvimos que empujar porque el bus se quedó atascado en el barro. El viaje más rápido duró 32 horas; el más pesado, 38. Todo depende de lo que tardemos en cruzar la frontera, un lugar de incertidumbre en el que lo claro se vuelve oscuro.

Hay dos maneras de atravesar de Senegal a Malí o viceversa. La primera es por el sur, por Keniéba. No conozco ese camino, aunque circulan leyendas sobre una carretera en perfecto estado y una frontera de fácil tránsito. La segunda es por Kidira-Diboli, en el norte, el trayecto escogido por todas las compañías de autobuses que hacen el recorrido entre Dakar y Bamako, pasando por Kaolack y Tambacounda en el lado senegalés y Kayes y Diema en el lado malí. Pero no es una frontera fácil. En este último viaje que hice, el vehículo estuvo bloqueado seis horas. Sin moverse, ni para adelante ni para atrás.

Pais2Paso fronterizo de Diboli, atascado de camiones / José Naranjo

El paso fronterizo es una carretera de doble sentido. Sin embargo, casi siempre hay decenas de camiones aparcados a ambos lados de la ruta, unos averiados, otros porque les falta un papel, otros porque se quedaron sin dinero para carburante. El problema es que estos camiones ocupan parte de la vía, de tal manera que en medio sólo queda un estrecho corredor por el que a duras penas cabe un vehículo. Normalmente, hay pistas de tierra alternativas que aligeran la circulación, pero en plena época de lluvias estos caminos están inundados y son impracticables para todo lo que no sea 4x4, so riesgo de quedar atrapado en el barro. Así que el autobús que salió 16 horas antes de Bamako y que llegó a las 12.00 del viernes a Diboli sólo tenía como única opción el angosto pasillo que dejaban los camiones.

Sin embargo, el “corredor” estaba ocupado por camiones que venían en dirección a Malí. Cientos de camiones. Uno detrás de otro. Era imposible meter baza. Pasada la primera hora de espera, el chófer del autobús creyó ver un hueco y se metió, pero a los 50 metros se tropezó de nuevo con la caravana de camiones y se vio obligado a dar marcha atrás en aquella estrechez. Imposible pasar. La solución, a mi entender, estaba clara: un policía tenía que llegar hasta el otro lado, al lado senegalés, cortar el paso y permitir así que nosotros pudiéramos cruzar. Pero los policías observaban la jugada sentados a la sombra de sus techados.

Pais3Mucho calor en el interior/ José Naranjo

Entretanto, lo habitual. Los vendedores se acercaban a ofrecernos de todo, desde botellas de agua fría hasta cacahuetes, pasando por cigarrillos, fruta, huevos cocidos, carne de cordero a la brasa, abanicos, camisas. Todo un rosario de niños y mujeres que ven en cada atasco la ocasión de vender su mercancía. Y los pasajeros, desparramados bajo cualquier sombra, no demasiados sorprendidos, viendo pasar las horas. Y entonces, de repente, seis horas después, el señor Diarra, el “jefe” que trabaja para la compañía de autobuses, decide tomar la iniciativa. Consigue, no sé cómo, una pequeña motocicleta y se mete entre los camiones hasta el lado senegalés, para por su cuenta el tráfico y abre una brecha para que podamos pasar. Aunque todos nos preguntamos por qué no hizo esto cinco horas antes, estamos demasiado cansados y a la vez contentos de ponernos en marcha como para preguntar.

En aquellos momentos me acordaba de una entrevista que le hice en 2010 en Huelva a Samia Nkrumah, hija del que fuera primer presidente de Ghana y uno de los padres del panafricanismo, Kwame Nkrumah. En aquellos días, Casa África acababa de traducir al español el libro de su padre, África debe unirse, y precisamente esta es la idea que ahora defiende Samia con pasión desde su escaño en el Parlamento ghanés.

Samia

La hija de Nkrumah contaba en aquella entrevista que los pequeños estados de África occidental, a excepción de Nigeria, tienen dificultades para ser viables económicamente y, pese a todo, es una de las regiones con más países del mundo, quince en total. “Si vas de Costa de Marfil a Nigeria, tienes que atravesar fronteras y aduanas cada dos o tres horas, es una pérdida de tiempo enorme. Quienes pueden hacerlo deberían poner fin a estas barreras”, aseguraba entonces Samia Nkrumah.

No es sólo el problema del tiempo perdido. Durante estos trayectos entre Senegal y Malí veo que en cada puesto de control policial, incluso dentro de los propios países, los viajeros de la región deben bajarse y pagar 1.000 francos CFA (algo más de 1,5 euros). Así un puesto de control tras otro, gastándose hasta 4.000 ó 5.000 francos CFA. Y en cada viaje surge siempre el debate: “¿Pero no somos todos ciudadanos de la Cedeao?”, “¿Es así como fomentan la unidad de África?”, se preguntan los sufridos africanos.

Situaciones parecidas las he visto en otras fronteras continentales. Enormes pérdidas de tiempo, arbitrariedad y abusos de la policía, controles exhaustivos con el único afán de obtener una “mordida” o pago de tasas que los ciudadanos no entienden. No lo digo yo, lo dicen los malienses, los senegaleses, los marfileños, los ghaneses, los togoleses y los mauritanos. Lo que ocurre en estas fronteras no es más que una pequeña muestra de que el viejo sueño de la unidad africana, que pasa primero por la unidad de los distintos bloques regionales, parece estar todavía muy lejos. El futuro de los africanos también está, en cierta forma, bloqueado en la frontera.

Hay 4 Comentarios

Me gusta este articulo...enhorabuna!!!

He cruzado muchas fronteras en el mundo y hace unos dias pasé de Tanzania a Malawi y de Malawi a Zambia. He dormido en kazungula frontera con Botswana y tb he dormido hace una semana en Sesheke, frontera con Namibia. me ha sorprendido mucho el tiempo q pierden los vehiculos a motor y el poco o casi ningun control q he tenido yo al cruzar con una bicicleta. Nunca me han comprobado si habia pagado la visa o llevaba el sello de entrada o salida

Las "mordidas" son uno d los grandes problemas en África y no sólo en África.

La paciencia en los autobuses y la vida alrededor de él, dan para escribir una trilogía.

Felicidades

Precioso artículo, ¡enhorabuena!.
Para los interesados en África les presento este post sobre Abidjan, la capital de Costa de Marfil:
http://orientemefascina.wordpress.com/2012/07/23/el-caribe-africano/

Muy interesante, ¡gracias!

Duro tu relato fuerte cuando seremos y actuaremos como humanos

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Sobre los autores

Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.

Chema Caballero Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.

José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.

Ángeles JuradoÁngeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.

Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.

Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...

Beatriz Leal Riesco Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

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