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Lola Huete Machado

Viaje a Mozambique (1): De sorpresa en sorpresa

Por: | 27 de septiembre de 2012

No sé por qué, pero el nombre de Mozambique siempre me evoca revolución, lucha por la libertad, la independencia y el cambio social. Fue llegar a Maputo y darme cuenta del desfase existente entre mi imaginario y la realidad que aquí se vive: una ciudad vibrante, llena de vida, de novedades, de tiendas, de bares y restaurantes, de cultura, de rincones mágicos, de fiestas hasta el amanecer, de playas paradisiacas, de negocios, de contrastes, de riqueza y de pobreza. Sin embargo, poco queda de las lucha por la liberta que por tantos años arrasó este país. Hoy, Mozambique es sinónimo de milagro, de crecimiento económico, de inversiones, de boyantes negocios. Una de las preguntas que me he repetido durante este viaje y que he hecho a todo aquel que he podido es ¿qué queda de la revolución?

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Plaza de la Independencia, Maputo.

Viajé con la TAP, la línea aérea portuguesa en un vuelo Madrid-Lisboa, Lisboa-Maputo. En este último, de 10 horas y media, pasé hambre porque el servicio ofrecido por la compañía deja bastante que desear. Para la próxima vez iré preparado. Menos mal que tenía lectura para entretenerme: The last duty, del nigerinao Isidore Okpewho. Un libro que compré en Ghana y que nunca había tenido tiempo de leer. Me sorprendió muy gratamente, a pesar de  ser de la editorial Longman, que no se caracteriza por sus buenas impresiones: a veces las letras bailan, son pequeñas…

Lo que más me sorprendió del vuelo fue que la gran mayoría de los pasajeros eran blancos. De hecho, me levanté y conté solo 10 africanos en un avión que estaba totalmente lleno, al menos en la clase turista. También llamó mi atención que viajaran muchas familias completas, con niños pequeños, en su mayoría portuguesas. En el avión también iba un grupo de Scouts, de Braga. Todos con sus uniformes.  Muchos mandos, que se distinguen porque llevan los flecos de los calcetines en negro y no en rojo como la tropa y también por llevar gruesas botas, no zapatillas como los otros. El jefe de la expedición debía ser un señor bajito y regordete, con un sombrero tipo policía montada del Canadá, que daba muchas órdenes.

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Aeropuerto Internacional de Maputo.

Llegamos a Maputo de noche, a las 21:15. Siempre me cuesta entender esta manía de las compañías aéreas de aterrizar en África cuando ya no hay luz. Pero en este aeropuerto, las cosas, de entrada, parecían ser diferentes. Me sorprende: nuevo y con pasarelas extensibles hasta la puerta del avión. El primer aeropuerto africano en el que no tengo que caminar por la pista o ser transportado, 10 metros, en autobús.

Me sorprende lo grande que es, lo limpio que está, lo bien ordenado, auqnue no esté terminado del todo. Me sorprenden los carteles en chino para los cientos de trabajadores que, luego me enteraré, están construyéndolo. Es el primer signo de la enorme presencia de esta gente en el país. A partir de ese primer día me los encontraré en cualquier parte que vaya. Ya se están convirtiendo en un elemento más del paisaje africano.

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Aeropuerto Internacional de Maputo.

Lo primero es hacer el visado: solo se requieren 60 euros y el pasaporte. Me pongo en cola. Llaman primero a las personas con niños y a los que necesitan asistencia. Luego los demás. Larga cola, casi todos gente de negocios, según oigo hablar. Muchos portugueses e italianos. Alguien llega al mostrador con varios pasaportes, da dinero al agente de aduanas, este coge los documentos, entonces se acerca un pequeño grupo: se hacen las fotos, pagan los 60 euros cada uno de sus miembros y pasan. Son españoles. La gente protesta porque se han saltado la cola, pero no sirve de nada; sonriendo y charlando entre sí se alejan. Llega mi turno: pago, me hacen la foto, me pegan el visado en el pasaporte y me dirijo a recoger la maleta. Esta sale inmediatamente. La paso por el escáner  y salgo.

En la calle hace fresco, es de noche. Busco un taxi para dirigirme a casa de mis amigos Samuel y Eva, en el barrio de Polana.

Cuando por fin subo al vehículo son las 22:30 de la noche, muy tarde  para una ciudad donde, en esta época del año, anochece sobre las 17:30. Recorremos grandes avenidas y algunas rotondas hasta que nos para un control de la policía. El agente examina los papeles del coche, parece que todo está en orden y podemos seguir nuestro camino.

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Avenida Eduardo Mondlane, Maputo

Llegamos a casa, mis amigos me esperaban. Me asiento y tomo la primera cerveza mozambiqueña, 2M, que también se convertirá en otra de las constantes de este viaje.

Así me instalo en esta ciudad cuyo callejero está lleno de nombres que recuerdan revoluciones, aunque con el paso de los años algunas fracasaran o se convirtieran en dictaduras, y lucha por la independencia africana: Mao Tsé Tung, Julius Neyere, Eduardo Mondlane, Patricce Lumumba, Ahmed Shekou Toure, Salvador Allende, Amilcar Cabral, Kenneth Kaunda, Vladimir Lenin, Karl Marx, Samora Machel, Guerra Popular… Una buena metáfora para esta ciudad y para este país que, a pesar de que en su bandera y en su escudo recuerda continuamente la lucha por la libertad, ahora se ve sumergido en la vorágine del liberalismo impuesto por las grandes organizaciones mundiales para que sus recursos naturales (carbón, gas, madera…) puedan caer en manos de compañías extranjeras (chinos, norteamericanos, italianos…).

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Avenida 24 de Julho, Maputo.

Poco a poco iré compartiendo mi paso por Mozambique, pero no esperéis que os hable del barrio de Mafalala, que es donde terminan todos los turistas (yo también). Hay mucho más que ese rincón de Maputo. Un país grande y precioso, del que solo he visitado una ínfima parte, pero que me ha dado la oportunidad de conocer personas muy interesantes y enriquecedoras y de las que he podido aprender mucho. Para mí, eso es lo más importante de cualquier viaje.

Todas las fotos Chema Caballero

Hay 7 Comentarios

El verdadero Mozambique está en el interior, con su pobreza extrema y su alegría impresionante. Hace años que viajo año a año para compartir la vida, trabajar y soñar con un futuro más digno.
Soy de Argentina y sufrí, y sufro,en carne propia la venta de las riquezas de un país. Cada vez que leo las noticias y veo como se está regalando Mozambique a capitales extranjeros tengo la certeza que se está muy lejos del progreso y la igualdad.
Un consejo: salí del barrio de Polana, caminá tierra adentro, sin miedo.

Interesante visión sobre su llegada a Mozambique y creo que te has llevado una idea totalmente equivocada de lo que es Mafalala. Una pena que se hayas quedado con la impresión de que es un lugar donde "acaban todos los turistas" porque la realidad no es así. Allí hay turistas sólo cuando los lleva la Asociación local IVERCA pero no es ningún "Las Vegas" donde los turistas acuden sin parar...

Chema Cballero:
Espero que vaya al Mozambique "real", el del interior. En tiempos de Samora Machel Maputo tambien daba una muy buena impresion, pero el interior era el verdadero. He dormido cientos de noches en el "mato", hace 30 años que sali. pero lo que veo por Google Maps es que los grandes complejos regadios estan abandonados, sus canales llenos de malezas, como los de Chokwe, en el Sur, con unas 15.000 ha. El fertilisimo Valle del Zambecia, con un rio regulado y enorme caudal, con la la electricidad del Cahora Bassa cercana, sigue sin cultivarse. Mozambique agricolamente es potencialmente riquisimo, pero no hay inversion agricola. Esa es la realidad que se ve por Google Maps. Durante cerca de cuatro años me lo patee y lo conozco.
Jose Luis Ramos

Me parece interesante que usted haya visitado Mozambique y que haya puesto o aportado esta información para los demás.
Pero algunas características que usted aporta de Mozambique necesitan ser mejoradas, no corresponden "mucho" a la realidad.
Usted hace un lindísimo comentario sobre Mafalala, que de tán ser lindo, no corresponde con la realidad.
En realidad, en Mafalala solo hay turistas cuando hay visitas de la Asociación IVERCA, que normalmente no hay blancos, porque mucha gente considera que es un lugar peligroso.
Por lo que me parece usted iba también con muchas ideas preconcebidas.
Pero en todo caso, muchas gracias por la información compartida.

No te debe sorprender que viajen familias de portugueses porque Mozambique fue una colonia de portugal y miles de portugueses vivieron allí, y muchos nacieron con lo cual visitan regularmente este país.

Creo que muchas veces tenemos ideas preconcebidas sobre ciertas regiones, ciudades, países, etc… y es bueno leer la información que aportan personas que como tu quiere palparlo de primera mano.

http://www.viajespass.com/

Mozambique... ¡un país en un momento crucial! Esperando con ansia las siguientes entregas de tu reportaje, ¡gracias!

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Sobre los autores

Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.

Chema Caballero Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.

José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.

Ángeles JuradoÁngeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.

Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.

Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...

Beatriz Leal Riesco Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

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