Emperador de Etiopía, Haile Selassie, primer presidente de la OUA.
Tafari Makonnen tuvo que ser alguien muy especial. Último emperador de Etiopía bajo el nombre de Haile Selassie I, convertido en una especie de dios por el movimiento rastafari (así se le conocía, Ras Tafari, antes de ser coronado) y, al mismo tiempo, gran luchador contra el colonialismo y la esclavitud en África. Lo que poca gente sabe es que, además de todo eso, fue el gran anfitrión de la cumbre de jefes de estado de Adís Abeba que, el 25 de mayo de 1963, creaba la Organización para la Unidad Africana (OUA), organismo precursor de la actual Unión Africana (UA), de la que se convirtió en su primer presidente. Quizás el retrato literario más conocido de Haile Selassie sea el que trazó el periodista polaco Riszard Kapucinski en su famoso libro El emperador, pero su impulso y sus ideas, la creencia de que los recién nacidos países africanos debían unirse y cooperar, contribuyeron de manera decisiva a construir la África que hoy conocemos.
No fue el único, desde luego. Si algo no faltaba en la cumbre de 1963, de la que mañana se cumple medio siglo, era panafricanismo y líderes africanos convencidos de la necesidad de caminar juntos. Entre ellos destacaban dos corrientes. Por un lado, la liderada por Kwame Nkrumah, el presidente de Ghana, que apostaba por la integración, por el federalismo, por la creación de. los Estados Unidos de África, ideología que recoge en su libro África debe unirse, traducido hace tres años al español por Casa África. Por otro lado, una corriente que apostaba por la cooperación entre estados, pero no por una mayor integración, en lugar de los Estados Unidos de África preconizaba una África de los Estados, liderada por los presidentes de Senegal, Léopold Sédar Senghor, y Costa de Marfil, Félix Houphouët-Boigny, ambos muy francófilos.
La cumbre se celebró entre el 22 y el 26 de mayo de 1963 en la capital etíope. Participaban treinta jefes de Estado de países africanos que, en muchos casos, acababan de conquistar su independencia. Sólo faltaron dos estados a la cita, Marruecos, porque al rey Hassan II disgustaba la presencia en la cumbre de Mauritania, territorio sobre el que tenía aspiraciones anexionistas, y Togo, donde meses antes había tenido lugar un golpe de estado y el asesinato del primer presidente del país, Sylvanus Olympio, por lo que fue vetado por la mayoría de los países. Además, seis territorios aún colonizados mandaron observadores: Angola, Kenia, Mozambique, Nyasalandia (la actual Malaui), Rodesia del Sur (actual Zimbabue) y Suazilandia, que hasta cinco años después no alcanzó su independencia.
Fue así cómo la nació la OUA, a la que meses después se unieron los ya citados Marruecos y Togo llegando a la cifra de 32 países. Su carta fundacional fue redactada por el presidente de Malí, Modibo Keita, y el propio Sylvanus Olimpio antes de ser asesinado. En ella había varias ideas clave. En primer lugar, hay una condena explícita del colonialismo y se expresa el apoyo de la OUA a las luchas de emancipación de los pueblos africanos. En aquel entonces una buena parte del continente no era aún independiente, sobre todo las provincias portuguesas y casi toda el África austral. En los años siguientes, todos los nuevos países que iban surgiendo se sumaron a la OUA hasta llegar a contar en 2002, el año de su desaparición para dejar paso a la Unión Africana, con 54 miembros (todos los países salvo Marruecos, que retiró en 1984 en protesta por la inclusión de la República Árabe Saharaui Democrática).
Léopold Sédar Senghor y Félix Houphouët-Boigny.
Sin embargo, además de las descolonizaciones pendientes, en 1963 había otro gran problema que sacudía a África: las tensiones fronterizas y territoriales estos estados recién nacidos. Entre Guinea y Costa de Marfil, entre Marruecos y Mauritania, entre Ghana y Togo, entre Senegal y Malí, entre Congo Brazzaville y Gabón, entre Marruecos y Argelia… Para poner fin a esta agitación, la carta fundacional de la OUA estableció el respeto a las fronteras heredadas de la época colonial. Asimismo, un tercer principio básico de la OUA desde sus inicios, principio que fue objeto de una de sus primeras resoluciones, fue la lucha contra toda forma de racismo y en especial contra el apartheid que imperaba en Sudáfrica y en la actual Namibia, entonces provincia sudafricana.
En definitiva, apoyo a las luchas de liberación en África, respeto a las fronteras heredadas de la época colonial, combate frontal contra el apartheid, pero al mismo tiempo respeto a la soberanía nacional de cada uno de los miembros con el compromiso de no injerencia en los asuntos internos. Este último punto pone de relieve hasta qué punto las tesis de Senghor y Houphouët-Boigny (una África de estados que cooperan entre sí) se impusieron frente a las de Nkrumah y el presidente guineano Sékou Touré (unos Estados Unidos de África federados que caminan hacia un gobierno continental). En todo caso, tal y como dijo Haile Selassie tras la cumbre, “acabamos de emprender una obra en común”. Y era cierto. Por primera vez, los líderes africanos de toda la África entonces libre se sentaban en torno a una mesa para sentar unas bases de colaboración y crear una estructura que les representara en el mundo. Una obra que llega hasta nuestros días.
Muammar Gadafi (dcha.) junto a Hafez Al Assad, Idi Amin y Anouar al Sadat en 1972. / Foto: AFP
El camino, claro está, no ha estado exento de dificultades. A la OUA se le acusa de debilidad a la hora de defender los Derechos Humanos de los africanos o de laxitud en el momento de plantarse frente a regímenes claramente antidemocráticos, incluso colaboración y respaldo a reconocidos dictadores. Pero su punto fuerte fue, sin duda, su contribución a la descolonización casi completa de África a través de su apoyo a los movimientos de emancipación. A finales de los años setenta, un incómodo affaire enfrentó a la OUA y al Gobierno español de Adolfo Suárez cuando el Comité de Liberación de la organización panafricana confirmó la africanidad de las Islas Canarias y dio aval a las ansias independentistas del Movimiento por la Autodeterminación y la Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), llegando a incluir a Canarias como territorio susceptible de obtener la independencia.
La pugna que en 1963 protagonizaron los padres fundadores entre federalistas y soberanistas se ha mantenido intacta con el paso de los años. En 1991, el Tratado de Abuya marca un hito al acordar la creación de un mercado económico común para el año 2025, algo que en la actualidad parece tan lejano como entonces. La integración política tampoco ha vivido avances significativos. Quien recoge la bandera de Nkrumah y Touré es el líder libio Muammar Gadafi, que logra que en el año 1999 se firme la llamada Declaración de Syrte para la creación de la Unión Africana, institución que viene a reemplazar a la OUA tres años más tarde, en 2002. Desde el primer momento, al menos sobre el papel, la UA intentó cubrir los déficits de su antecesora, con una especial dedicación a la promoción de la democracia, los Derechos Humanos y el desarrollo continental.
Presidente de Ghana y gran adalid del panafricanismo, Kwame Nkrumah.
El funcionamiento de la UA se sustenta sobre un Parlamento Panafricano, la Conferencia de Jefes de Estado y de Gobierno, el Consejo Ejecutivo y la Comisión, además de numerosas comisiones e instituciones derivadas. En los últimos años, tras la caída de Gadafi, la UA se ha convertido en el escenario de una pugna sorda entre dos de las naciones con más peso en África, Nigeria y Sudáfrica, a cuenta del nombramiento del presidente de la citada Comisión. Esta batalla fue ganada finalmente por Sudáfrica, que logró colocar a Nkosazana Dlamini-Zuma en el cargo en sustitución del gabonés Jean Ping.
Hace dos años tuve la oportunidad de entrevistar a Samia Nkrumah, la hija de Kwame Nkrumah, quien me dijo que la lucha de su padre por crear una África más unida, en la que no existan las fronteras ni las barreras a la circulación de bienes y personas, sigue tan vigente como entonces. Como dijo su padre en la conferencia inaugural de la OUA “si nosotros conseguimos erigir en África el ejemplo de un continente unido con una política y un objetivo comunes, habremos realizado la mejor contribución posible a esa paz que hoy anhelan todos los hombres y mujeres”. Dichas hace cincuenta años, cuando la Unión Europea, por ejemplo, no era más que un embrión de lo que hoy es, las palabras de Kwame Nkrumah suenan aún como un reto para los africanos de toda condición. Pero lo que está claro es que el camino sólo se puede recorrer andando.
Hay 9 Comentarios
Totalmente de acuerdo con Enepi. El mejor blog de El país. Gran variedad de temas, casi siempre un blog al día y una información precisa sobre este continente casi desconocido. Enhorabuena.
Publicado por: javi68 | 28/05/2013 19:14:56
Gran articulo. Como siempre. El mejor blog de El Pais de largo. Enhorabuena
Publicado por: Enepi | 25/05/2013 10:46:38
Para quien tenga curiosidad e interés por conocer la personalidad de Hailé Selassié, le recomiendo la lectura de la entrevista que concediera en junio de 1972 a la gran periodista italiana Oriana Fallaci. Está en su libro "Entrevista con la historia" (Noguer, Barcelona, 1978. Págs. 141-161).
Publicado por: HArendt | 25/05/2013 3:34:32
Interesantísimo artículo. Al menos para mí, muy buena perspectiva histórica.
Roberto, por favor, sea prudente al opinar. Quedaría mucho mejor, se haría un favor, y no perturbaría la lectura de nadie. Muchas gracias
Publicado por: Praxedes Plasencia | 24/05/2013 16:21:34
Roberto, ponte a estudiar historia de Canarias, África, América y España, porque no tienes ni idea!
Publicado por: Sancudo | 24/05/2013 15:46:48
Decía (creo que no he iniciado sesión correctamente y el email no se ha enviado) que merece la pena recordar que las palabras pronunciadas por Kwame Nkrumah en aquella conferencia inaugural de la OUA, tuvieron un eco muy claro en un país recién independizado, Tanzania, y gracias a la labor de su primera presidente, Julius K. Nyerere (llamado Mwalimu, el profesor, en kiswahili). Su política de Ujamaa (socialismo a la manera africana), no consiguió grandes logros en lo económico, pero dotó al país de una incuestionable unidad en lo político, cuyo punto álgido fue probablemente la movilización de un ejército popular frente a la amenaza ugandesa, la estrada de éste en el vecino país y el derrocamiento del sanguinario Idi Amin. El Babu wa Taifa (padre de la patria) fue un hombre idealista y sencillo, al que no se conoció fortuna personal y que consiguió unificar a más de cien pueblos tan diferentes como el Hadza o el Maasai, bajo la bandera de la libertad y la unidad (Uhuru na Umoja). Dos personajes simbolizan mejor que nadie el sueño de Nkrumah: Nyerere y, por supuesto, el inmenso Nelson Mandela.
Publicado por: Bo Kama Bomankala | 24/05/2013 13:36:04
TIene su ironía que la sede de la Unión Africana esté en Etiopía cuando los etíopes no se consideran africanos y llaman a los demás africanos esclavos...
Publicado por: phantom | 24/05/2013 12:22:12
Un Canario: Einss?? España es una país Europeo y en las instituciones europeas pertenece. Canarias es un territorio que aunque esté en África pertenece a España.
Importante, Canarias no es colonia, es territorio español, así que se establece casi desde la conquista (aunque en ese momento no existía el concepto de colonia). Tras la conquista de América los territorios de ese lado del mundo si son asumidos como colonias. Esto y mil cosas más que sería muy largo de explicar (instituciones, cultura, economía, etc.).
Publicado por: Roberto | 24/05/2013 12:21:53
Y luego hoy pone en varias Wikipedias lo de Canarias (y Azores y Madeira). Y digo yo, España debe ser la séptima u octava economía de África (sí, sí, DE África, es decir, por Canarias, Ceuta y Melilla). Siendo así, ¿por qué no busca España un papel más activo en la UA (como observador, por ejemplo), reconociendo la realidad geográfica sin complejos coloniales?
Publicado por: dalet | 24/05/2013 10:20:51