Pocos medios occidentales y aun menos españoles (salvo honrosas excepciones) se han hecho eco de la carta de Bousso Dramé a las autoridades consulares francesas, rechazando amablemente un visado para visitar París. La misiva ponía punto final al intento de una joven consultora internacional de nacionalidad senegalesa, ganadora de un concurso de ortografía del Instituto Francés en Dakar, de disfrutar de su premio: una formación cinematográfica en la capital gala. El trato condescendiente y las humillaciones constantes de las autoridades consulares francesas en Senegal impulsaron a esa joven a declinar la invitación y escribir un texto que ha encendido los ánimos entre las juventudes africanas, iniciando una serie de mensajes e iniciativas de apoyo de una punta al otro del continente.
El momento coincide con la puesta en marcha del principio de reciprocidad en Senegal: los franceses y otros ciudadanos europeos necesitarán pasaporte biométrico y visado para entrar en el país. La elección de Macky Sall como presidente marcó un punto de inflexión en lo que se refiere al equilibrio en las relaciones entre Senegal y Francia, impulsado también por situaciones que alteraron a la opinión pública del país de la Teranga. En junio de 2012, denegaban el visado para Francia al cantante Thione Seck. Un mes más tarde, el profesor universitario Oumar Sankharé, el segundo catedrático africano en gramática francesa tras Léopold Sédar Senghor, sufría la misma vejación.