Se reunieron hace un tiempo en Marea Baja, un restaurante arrumbado a la orilla del Atlántico, casi bajo la sombra del Auditorio Alfredo Kraus. Tras el postre y el intercambio de buenos deseos para 2014, trastabillaron hasta un punto dos rocas antes de la marea y lanzaron flores a los ribetes de espuma de las olas. Gritaron “¡Amandla!”, alzaron los brazos. Acababa de morir Nelson Mandela. Era su homenaje.
Miembros de la FAAC. Reportaje gráfico: María Miró
Se llaman Teo Bondyale Oko, Luc André Diouf Dioh , Mbagnick Diouf, Marc Euler Ble Ogou, Kemo Camara, Jude Omoregie, Samba Dia y Ana Carolina Teixeira y nacieron en Guinea Ecuatorial, Senegal, Costa de Marfil, Gambia, Nigeria, Mauritania y Canarias respectivamente. Forman parte de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC), constituida legalmente en 2007 y que aglutina a doce asociaciones de diez países africanos que funcionan en el archipiélago. Ahora atraviesan un momento amargo. Sin ayudas ni fondos desde 2012, resisten a la espera de un local del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que no llega y sufriendo situaciones personales complicadas en muchos casos. Kemo está jubilado, Marc lleva parado bastante tiempo, otros como Jude optan por los sobresaltos del autoempleo. Las reuniones se hacen vía telefónica y son breves y apresuradas. La supervivencia es la prioridad en un contexto de crisis, en el que muchos africanos ya han abandonado las islas empujados por el debacle de la construcción y una ola de destrucción de empleo sin precedentes.
Hace nada que la FAAC sacaba adelante proyectos de codesarrollo en los países de los que proceden sus socios. Pozos en el medio rural en Gambia y Nigeria, construcción de aulas en Ghana, equipamiento informático en Santo Tomé y Príncipe, ambulancia en Mauritania y cooperativa de pesca y laboratorio médico en Senegal. Incluso tuvieron el coraje de proponer una casa de la mujer en Abiyán durante la crisis post-electoral, proyecto que no se tuvo en cuenta por el volátil contexto marfileño pero que aun guardan en cartera. Todo se llevó a cabo en apenas dos años (2010-2012) y con fondos de un Cabildo Insular de Gran Canaria especialmente sensible con los problemas del Sur.
Kemo Camara (arriba), de Gambia, y Marc Euler Ble Ogou, de Costa de Marfil. Fotos: María Miró
La FAAC apostó, a través de las asociaciones presentes en su seno, por proyectos sostenibles que iban a comunidades cercanas y en los que las propias comunidades eran las encargadas de decidir exactamente lo que necesitaban. El procedimiento era simple: contacto con contraparte local, tres presupuestos por proyecto con proveedores locales, dinero circulando directamente entre la FAAC y estos proveedores para evitar que se desviara un solo euro. Después, un viaje de un miembro de la FAAC para verificar la correcta ejecución del proyecto y recoger nuevas propuestas y una justificación precisa y exacta para cada euro invertido. Como regla general, cada proyecto se trazó por un montante de entre 10.000 y 15.000 euros: una especie de microcrédito. La fórmula funcionó bien hasta que llegó la crisis.
Cambio de ciclo
Ahora atravesamos un febrero aterido, sentados en la terraza del Yeray, a tres pasos de Casa África. La sombra es gélida, se huele la nieve en la cumbre de la isla, y Teo Bondyale Oko (Río Muni, Guinea Ecuatorial, 1951) come olivas lavadas con una tropical. "La inmigración es el motor del mundo -sentencia poéticamente- El que diga lo contrario o miente o no se ha enterado de la realidad. Los inmigrantes son príncipes y princesas que buscan su reino y no podrán detenerles vallas ni mares".
Teo es consciente de la dureza del momento actual para el colectivo inmigrante, en concreto, y para toda la sociedad, en general. Trabaja en la Sanidad pública: conoce las alarmantes estadísticas de esquizofrenia entre los africanos, participa en la campaña contra la exclusión sanitaria de los extranjeros sin documentación, denuncia vallas y concertinas y la falta de voluntad política y medios para una integración real de los africanos en su tierra de acogida. Habla con mesura, suavemente, y precisa que ahora se centra, con la FAAC, en lo que puede controlar a nivel más cercano. Básicamente, en un proyecto para trabajar la mutilación genital femenina con la diáspora africana en Canarias y en cooperar con las instituciones y administraciones canarias sin que, por ello, la voz de la FAAC sea condicionada ni se vea comprometida.
Teo Bondyale Oko, en primer término, con Luc André Diouf Dioh. Foto: María Miró
La FAAC también acompaña a la jueza María Victoria Rosell, responsable de la tutela del CIE de Barranco Seco, en sus visitas a los internos. Teo explica que ahora son apenas una mujer y un hombre chinos y tres marroquíes de diferentes edades, custodiados por una legión de policías. Los perfiles van desde el menor tutelado que llega a la mayoría de edad y que queda desamparado en la calle al marinero chino abandonado por su consignataria en el puerto o el residente magrebí en Canarias desde hace treinta años que acaba de perder sus papeles en medio de un proceso de enfermedad mental y problemas familiares. La mujer está sola en una habitación enorme y helada. Todos esperan una orden de expulsión o que les devuelvan a la calle sin explicaciones.
"La gente tiene que saber que el proceso migratorio es largo y complicado -continúa- El viaje puede durar diez o cinco o tres años por el desierto y las ciudades y los campos, con pequeños trabajos, con el acoso de la policía y las detenciones en el Magreb pagadas por los gobiernos europeos, con embarazos y partos. Todo, hasta llegar a la valla o una barca para Lampedusa, por ejemplo, si la intención del migrante es venir a Europa. La mayor parte de los migrantes africanos se queda en África, no todos quieren dar el salto a España. Hay miles de africanos vagando por el mundo en busca de un futuro, pero no se les puede culpar. Tienen hambre, saben que tienen derechos: no hay valla que les detenga".
Atrás han quedado para la FAAC proyectos ya cerrados, como los de codesarrollo en África o el equipo de fútbol formado por jóvenes africanos radicados en Canarias, el África Fútbol Club. En este último caso, la FAAC lamenta no haber encontrado patrocinadores privados o apoyo público para continuar con una iniciativa que favorecía la integración de la población africana más joven a través del deporte. "El Cabildo de Gran Canaria ya no tiene programas de cooperación, prácticamente -enumera Teo, inexorable- No se han renovado nuestros convenios con Casa África, una vez finalizados nuestros proyectos comunes. No tenemos local propio ya, ni ayudas de ningún tipo. Las asociaciones se siguen reuniendo de manera unilateral, pero la FAAC es la que está en peligro. La gente intenta salir adelante, arreglar su vida, sobrevivir. No podemos poner a funcionar un equipo de fútbol que juega gratis con chicos que no tienen seguro y que pueden perder su trabajo por una lesión. Menos todavía, si el entrenador que les motiva y les sigue está en paro y se busca la vida como puede. Lo primero es comer y dar de comer a la familia. Necesitamos una estabilidad: una oficina, alguien que cobre y trabaje para garantizar nuestro funcionamiento, más gente joven que se implique en la Federación y que tome el relevo".
Teo es un luchador, optimista por naturaleza. La FAAC en su conjunto, también. Saben que les toca reinventarse y pelear duro en estos tiempos, que hay mucho trabajo que hacer, que se enfrentan cada día a más rechazo, al racismo y a la cosificación y la ignorancia. No hay tiempo para quejas: bajan la cabeza, aprietan la mandíbula, tensan los hombros y se lanzan al campo de batalla.
Arriba, Teo Bondyale. Abajo, homenaje a Madiba. Fotos: María Miró
Hay 1 Comentarios
Al PP no le gustan las asociaciones y menos aquellas que no sean para hacer negocio. El Cabildo de Gran Canaria solamente se reune con africanos si es para hacer negocios...
Publicado por: Pepita | 20/03/2014 10:05:23