África estuvo presente en el Mobile World Congress de Barcelona a principios de año con un proyecto del ingeniero marfileño Thierry N'Douffou, Qelasy, que se presentó como la primera tableta educativa africana y la primera tableta de Costa de Marfil.
Qelasy significa "clase" en la lengua akan, uno de los más de sesenta idiomas que se hablan en el país africano. La tableta ofrece programas y herramientas de apoyo al estudiante desde primaria a la universidad, manuales escolares específicos para cada país donde esté disponible, ejercicios diarios para seguir los cursos y evaluar a los estudiantes y cursos de formación para los profesores que decidan apoyarse en ella en sus aulas. Qelasy no quiere ni puede reemplazar a los profesores, pero permitirá a los padres implicarse más el proceso educativo, seguir las notas de sus hijos y comunicarse con el profesor, ejerciendo de cuaderno de correspondencia.
Exposición a distintos medios del ingeniero marfileño Thierry N'Douffou sobre su creación.
El precio de lanzamiento es 270 euros (180.000 francos CFA) y utiliza el sistema Android 4.2. Resistente al agua y el polvo, se ha pensado para sobrevivir a un escolar inquieto. Está disponible en tres ediciones: kid para los más pequeños, con control parental; teen para los adolescentes y uni para los universitarios. Cada una con sus programas específicos y además, la posibilidad de adquirir más aplicaciones creadas para la tableta. Se construye y ensambla en China.
Según su creador, "Qelasy ha llegado para desmaterializar todo el ciclo de aprendizaje y de evaluación, a fin de hacer el sistema educativo marfileño más competitivo". La idea es que el aula marfileña pueda aterrizar en el siglo XXI, dejar las clases para prácticas, explicaciones más profundas y ejercicios y concentrar todos los contenidos teóricos en una herramienta fácil de utilizar, intuitiva y amena. Que los alumnos tengan acceso a toda la teoría sin necesidad de doblarse el espinazo bajo la carga de cuadernos, libros de texto y demás. El gobierno marfileño se ha comprometido a adquirir 5.000 para introducirlas en las escuelas públicas, pero Qelasy también ha concitado el interés de otros países africanos y de fuera del continente.
La tableta se presentó oficialmente en su propio país el pasado 12 de septiembre y ya asume las primeras críticas.
El periodista Daouda Coulibaly (Buaké, Costa de Marfil, 1986) hace suyas dos fundamentales: la brecha digital y la pobreza "galopante" que golpean a la población marfileña. Los marfileños alfabetizados numéricamente y con posibilidades económicas siguen siendo una minoría y el entorno TIC, aunque mejorando con los años, no es el más favorable para generalizar el uso de herramientas de este tipo. Coulibaly recuerda que, según la Unesco, la tasa de analfabetismo en Costa de Marfil es de un 51 % y según el PNUD, la de pobreza es de un 48,9 %. O lo que es lo mismo, Qelasy está condenada a devenir un objeto de lujo que la mayoría de las familias no podrá comprender ni utilizar correctamente y tampoco comprar. El reportero señala además que, según todos los especialistas en la materia, existe un vínculo entre analfabetismo y pobreza.
El experto en educación y nuevas tecnologías Antoine Mian (Daloa, Costa de Marfil, 1972) coincide con parte de este análisis y considera indispensable que el gobierno subvencione la iniciativa para poder reducir el precio de la tableta y generalizar su uso en las aulas. Sin embargo, también es pesimista y no detecta la visión necesaria entre los responsables políticos para apoyar la emprendeduría y a sectores como la sanidad o la educación, sectores que "consumen" y no se ven como inversiones de futuro. "Es necesario que el promotor de la iniciativa pueda generar más servicios, actualizar ciertos contenidos y que el precio baje", afirma.
Al mismo tiempo que Qelasy mostraba sus posibilidades en Barcelona, se presentaba una iniciativa similar en Zambia: un iPad construido y ensamblado también en China, con un coste algo inferior al de Qelasy y que, bautizado como ZEduPad, es una invención de un emprendedor británico que lleva ya tres décadas instalado en el país, Mark Bennett. De nuevo, con 12.000 cursos cargados, planes de formación para profesores y la aprobación del Ministerio de Educación correspondiente. También con problemas similares: sólo el 18 % de los zambianos tienen acceso a la electricidad según el Banco Mundial, altas tasas de analfabetismo y pobreza.
Un artículo de The Economist dhablaba ya de la progresiva "tecnologización" de las aulas africanas, ejemplificada en un projecto piloto de eLimu en escuelas de Kenia. Algo que se ve como un negocio con perspectivas positivas entre las grandes compañías móviles del continente, con la posibilidad de alcanzar a más de 300 millones de alumnos en todo el territorio africano. Parece que, de momento, la modernización del aprendizaje en las aulas africanas es una opción de la empresa privada prohibitiva para las mayorías o un proyecto del ámbito de las oenegés, como sucede en el caso de WorldReader.
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