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Lola Huete Machado

Compromiso y música (101): Pat Matshikiza

Por: | 31 de enero de 2015

El pasado 29 de diciembre fallecía en su pueblo natal, Queenstown, el gran compositor, cantante y pianista de jazz sudafricano Pat Matshikiza. Colaboró con los nombres más grandes de la música de su país, pero en los últimos años los vivió en la pobreza; además, un derrame cerebral le dejó paralizado.

Nació del 20 de noviembre 1938. Su padre trabajaba en una panadería pero era un gran pianista procedente de una familia de músicos. Fue él el que inició a sus hijos en la música haciéndoles tocar temas desde Handell  to Duke Ellington, muchos de los cuales también sonaban en el tocadiscos de la familia. El tío Todd (compositor de Hamba Kahle y el musical sudafricano King Kong), hermano menor de sus padre, también ayudaba al en las lecciones musicales familiares.

Queenstown, era un hervidero musical donde competían diversos géneros. Esta actividad acompañó la juventud y adolescencia de Pat que terminó su educación secundaria y fue a la escuela de magisterio de St. Matthews, en Keiskammahoek, dirigida por los misioneros anglicanos. Cuando el organista de la misión tuvo que ir a Inglaterra por motivos familiares, Matshikiza tomó su puesto esto le sirvió para que le dieran una beca y le aseguró la amistad del organista que a su regreso se dedicó a dirigir el coro del colegio, mientras que Pat seguía con el órgano y le ayudó a continuar con su educación musical. Cuando St. Matthews fue convertida en una escuela secundaria para chicas, Pat y sus compañeros fueron trasladados a Lovedale donde completó su educación y se graduó como maestro.

Es difícil encontrar los temas de Matshikiza, pero podemos escuchar uno de ellos, Stop and start, perteneciente al disco Tshona:

 

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Boko Haram, la violencia como credo

Por: | 29 de enero de 2015

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Abubakar Shekau, en uno de sus provocadores vídeos. / AFP

El pasado 10 de enero una niña de diez años con explosivos atados a su cuerpo entraba en el mercado de la ciudad de Maiduguri, en el noreste de Nigeria, y desencadenaba una explosión que segó su vida y la de una veintena de personas. Días antes, varios brutales ataques protagonizados por hombres fuertemente armados arrasaron un pueblo llamado Baga, a orillas del Lago Chad, dejando un rastro de cientos de muertos. Y el día 12, una amplia ofensiva terrorista era rechazada en Kolofata, al norte de Camerún, con el resultado de 143 atacantes fallecidos. Detrás de todas estas acciones se esconde la misma sombra tenebrosa, la de Boko Haram, el grupo terrorista más letal de África que ha provocado al menos 11.000 muertos desde 2003, casi la mitad de ellos el pasado año, y que no sólo ha logrado sembrar el terror y el desconcierto en el noreste de la pujante Nigeria, donde ya controla una quincena de localidades en un autoproclamado califato, sino que amenaza con desestabilizar a toda la región. “Están cada vez más  organizados y son más letales y ambiciosos, es muy posible que lo peor esté por venir”, asegura Carlos Echeverría, profesor de Relaciones Internacionales en la UNED y conocedor de la problemática nigeriana.

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Retorno a la escuela tras el encierro por culpa del ébola

Por: | 29 de enero de 2015

Por fin empiezan a llegar buenas nuevas desde los tres países que más han sufrido la epidemia de ébola: Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia. Todo indica, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la enfermedad empieza a remitir; se han registrado menos de 150 casos en las dos últimas semanas de enero. En Guinea se producen cada vez menos nuevas infecciones, y el gobierno de Liberia anunciaba el 24 de enero que estaba a punto de erradicar la epidemia porque solo quedaban cinco casos confirmados de la misma en el país.

Sin embargo, preocupa ya que, a pesar de que también disminuyen las cifras de personas afectadas, la mayoría de los nuevos casos registrados se producen allí. Freetown, la capital, junto con sus alrededores y el distrito de Port Loko, son las zonas más preocupantes

La principal consecuencia de este cambio en el panorama ha sido la reapertura de las escuelas. En Guinea el 19 de eneroLiberia ha anunciado que lo hará el dos de febrero y Sierra Leona en la tercera semana de marzo.  

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Chequeo de temperatura de un seguidor de la Copa Africana de Naciones, que se celebra en Guinea Ecuatorial (tras la renuncia de Marruecos, debido a la epidemia), justo antes de jugarse el partido entre Camerún y Costa de Marfil en Malabo. AFP PHOTO / ISSOUF SANOGO

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El metro de Donato Ndongo

Por: | 27 de enero de 2015

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"El negro es una persona invisible fuera de África y yo lo único que pretendo con mi novela es hacer visibles a los negros que andamos por las esquinas de España y Europa. Somos personas como los demás: con nuestra cultura, familias, creencias… Eso no se puede dejar tirado cuando se baja de la patera, del avión o como cada uno llegue...".

Es Donato Ndongo (Niefang, Guinea Ecuatorial, 1950) quien me cuenta estas cosas mientras compartimos un café en una mañana lluviosa en la Plaza de Cascorro, de Madrid. Assata Ediciones (hablaremos de esta editorial dentro de poco) acaba de reeditar su libro El Metro. El escritor, periodista y profesor nos da las claves para entender esta obra.

"Para mí", dice Ndongo, "el tema fundamental no es lo qué estamos haciendo aquí los africanos o cómo se nos trata o cómo  se nos recibe o cómo se nos acoge, esa palabra que tanto se usa y que no deja de ser un tópico. Para mí, y creo que para todos los africanos, el tema fundamental no es eso, es por qué tenemos que huir de nuestros países atravesando desiertos, ríos, mares… para terminar en una patera, en un cayuco en las playas de Canarias o en las playas de Andalucía o ante una valla con cuchillas, que hieren evidentemente, de Ceuta o de Melilla o en la costa de Lampedusa o donde sea". 

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Timbuktu, un canto de amor frente a la violencia

Por: | 24 de enero de 2015

Por Beatriz Leal Riesco (Crítica, comisaria y programadora del African Film Festival de NYC)   

Timbuktu-863863449-largeUna gacela corre en estampida. El silencio viene roto por disparos y el grito de uno de los soldados yihadistas que la persiguen: “No la mates, agótala”. A continuación, asistimos atónitos al tiroteo despiadado de unas estatuillas de madera. Sobre la arena del desierto yace una pareja de estatuas antropomórficas mutiladas: un hombre y una mujer. Entra la música.

Así empieza Timbuktú, Le Chagrin del oiseaux, último filme de Abderrahmane Sissako, que ya ha hecho historia al ser la primera vez que una película de Mauritania es seleccionada para competir en los Premios Óscar. El origen de la gesta se remonta al 29 de julio de 2012 cuando una pareja enamorada de Aguelhok, una comuna rural del este de Mali, fue lapidada por el mero hecho de no estar casados ante los ojos de Dios. Dejaron a dos huérfanos. Esta historia, a la que los medios de comunicación y los países occidentales no prestarían atención a pesar de ser retransmitida por internet, sería el revulsivo que haría regresar al director al formato del largometraje desde su controvertida Bamako (2006) y combatir desde el cine la indiferencia hacia las víctimas africanas. “Cuando se tardan hasta diez años en realizar una película y se representa a todo un continente, además de un gran honor, es una enorme responsabilidad”, explicaba Sissako en varias ruedas de prensa, y añadía: “El Islam ha sido secuestrado por ciertas personas, estigmatizando esta religión, depositaria y transmisora de otro tipo de valores. Es preciso contar la realidad”. Estas declaraciones, a raíz de los últimos atentados terroristas en Europa, adquieren si cabe mayor relevancia y su película ferviente actualidad. 

 

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Por Analía Iglesias

Cada cultura estiliza de manera diferente sus creencias. Respetar lo que tiene de sagrado la fe de nuestro vecino es empezar a usar el idioma común del respeto. Hablamos con un experto en arte árabo-musulmán sobre lo icónico y lo abstracto en su Historia.

A quienes crecimos viendo a ese Dios de barba larga, posado en sacras nubes, el dedo en alto, entre aquellos infantiles dibujos desproporcionados de los catecismos, nos cuesta entender la mirada de un otro que interpreta como blasfema la representación del ser supremo o sus enviados. Con tantas estampitas de comunión que hemos recibido y al cabo de tantas horas de misa entre figuras de mármol, y las tardes de Semana Santa frente a la tele con viejas películas de Hollywood inspiradas en la Biblia, nada le parece más inocente a un católico que un dibujo de Cristo, un muñeco para el viviente pesebre de Belén de la fiesta escolar o un rey mago pintado con corcho quemado.

También el arte en palabras mayores entrenó nuestros bautizados ojos para asimilar las representaciones religiosas. La plástica que evolucionó hasta los altares de la belleza indiscutida, con Cristos, vírgenes y santos en los pinceles de los artistas renacentistas, ha modelado nuestra cultura y nuestra sensibilidad, incluso la de laicos y apóstatas.

Nos cuesta prestar atención cuando otro nos avisa de las condiciones de representación de su fe, tanto como nos cuesta tomarnos en serio al vegano por motivos éticos (Morrisey, ex cantante de los Smiths, podría dar seminarios sobre sus iracundias en torno al tema), comprender la austeridad luterana sin casi vírgenes, la espera judía del mesías o dejar de pensar que Buda es un equivalente a un dios salvador.

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Mohamed Ben Allal (Marrakech, 1928-1995). 'Gouache' sobre papel. Collection Fondation ONA. Obra expuesta en el Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contemporáneo de Rabat, Marruecos. 

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Niños y niñas soldados en la República Centroafricana

Por: | 20 de enero de 2015

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Foto Onmedia

Según informa UNICEF, más de 2,5 millones de niños y niñas están sufriendo, de forma directa, las consecuencias del conflicto de la República Centroafricana (RCA). La gran mayoría de ellos no tienen acceso a los servicios básicos como agua y saneamiento, salud, nutrición y educación. Cerca de medio millón de menores han sido forzados a abandonar sus hogares y a convertirse en desplazados dentro y fuera de su país, especialmente en Chad y Camerún.

Además, unos 10.000 niños y niñas están siendo utilizados como menores soldados por ambos bandos del conflicto. Esto, como afirma la ONG Save the Children en su informe Caught in combat,  supone un aumento espectacular en el número de casos, ya que al inicio del mismo se estimaba que estos eran unos 2.500.

Este conflicto acaba de cumplir dos años ya que se remonta a diciembre de 2012, cuando una coalición de grupos armados, Seleka, que había luchado contra el ejército nacional en la guerra civil de 2004 por el control del país, se levantó contra el gobierno central, acusando al presidente del país, François Boizizé, de no haber cumplido los términos de los acuerdos de paz de 2007: liberación de todos los presos políticos y el pago a los rebeldes que abandonaran las armas.

A pesar de varios intentos de diálogo, los rebeldes dieron un golpe de estado el 24 de marzo de 2013, siendo proclamado presidente uno de los líderes de la coalición, Michael Djotodia. Ante el boicot de la Unión Africana y su incapacidad para poner fin a la violencia desatada en el país, Djotodia dimitió el 10 de enero de 2014. Entonces Catherine Samba-Panza, antigua alcaldesa de la capital, Bangi, fue elegida presidenta interina como una figura de consenso entre las distintas fracciones en disputa.

Los Seleka agrupan a la Unión de Fuerzas Democráticas por la Unidad, la Unión de Fuerzas Republicanas y la Convención de Patriotas para la Justicia y la Paz, junto a combatientes mercenarios de Sudán, Níger y Chad. En su mayoría son de religión musulmana y de grupos étnicos que viven principalmente de la ganadería. En un primer momento sus ataques se centraron en los barrios cristianos de Bangi. De ahí que se formaran los grupos antibalaka (antimachete), integrados por miembros de etnias principalmente agrícolas y de religión cristiana (mayoritaria en el país) y tradicional africana, que se vengaban atacando a grupos principalmente musulmanes.

Sin embargo, no se puede reducir el conflicto de la RCA a un problema religioso entre cristianos y musulmanes como tanto le gusta hacer a los medios de comunicación occidentales. Así lo ha puesto de manifiesto, en varias ocasiones, José Carlos Rodríguez Soto, una persona que conoce muy bien el país, en su blog En clave de África. La violencia en la RCA tiene raíces mucho más profundas que poco tienen que ver con la religión.

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Cuando el ébola no deja ver la emergencia humanitaria

Por: | 19 de enero de 2015

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Ya se contabilizan en torno a 21.000 casos y más de 8.000 muertos por ébola en África occidental, pero parece que se entreven signos que invitan al optimismo en lo que al control de la epidemia se refiere. Al menos, si hacemos caso a la aparente calma que se vive en medios de comunicación y en los organismos internacionales, incluida una Organización Mundial de Salud que parece dar por cerrada la crisis. Corremos el riesgo de olvidar que el ébola sigue matando, aunque la actualidad en las calles de Francia lo haya desalojado de los titulares. Y así nos lo recuerda Médicos sin Fronteras (MSF), que no cesa en su incómodo papel de "Pepito Grillo" de la denominada comunidad internacional, predicando en un desierto global en el que no hay una reacción coordinada, contundente y coherente de los que pueden y deben tomar decisiones para prevenir una catástrofe humanitaria en África. "Las cifras del ébola suben y bajan, tienen picos, eso es normal. El problema está en los sistemas de salud de esos países. La gente tiene miedo de ir a los hospitales porque están desbordados con el ébola. Incluso el personal sanitario tiene miedo a ir a los hospitales. Por eso hay mujeres pariendo en casa y es probable que se produzcan más muertes tanto entre las madres como entre los niños. Estamos en plena época de malaria. Hay casos de hepatitis, de otras enfermedades que no se tratan. No tenemos información sobre la mortalidad por causas no relacionadas con el ébola y el ébola no nos deja ver el cuadro, la crisis humanitaria real, que es mucho más compleja y amplia que el brote de ébola en África occidental".

Habla David Noguera (Barcelona, 1974), médico y portavoz de la campaña #StopEbola de MSF. Se sienta en la terraza de Casa Suecia, junto a Las Canteras, al lado de Mila Font, responsable de prensa de MSF para Canarias. Estamos a mediados de diciembre de 2014 y lleva un mes de vuelta en España, directo desde Liberia, donde ha pasado una temporada para comprobar el trabajo que se realiza sobre el terreno. 

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Y lo que queda por hablar en el Rif

Por: | 17 de enero de 2015

Por Analía Iglesias

A veces nos preguntamos por qué son tan fuertes algunos lazos con la tierra o ciertas ataduras identitarias que no se desvanecen con los siglos y que generan orgullo y polémica, a partes iguales, cada vez que se las nombra. Si nos ponemos a analizar cada uno de los casos en que la susceptibilidad por la pertenencia a una cultura o a cualquier grupo social está a flor de piel veremos que detrás siempre hay dolor. Debajo de cada piel sensible o iracunda, individual o colectiva, hay historias dolorosas de incomprensión, persecución o ilusiones truncas (aquello de "lo que pudimos ser y no fuimos").

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Abd-el-Krim, líder de las insurrecciones del Rif en tiempos del protectorado español, cuya vuelta del exilio siempre reclamaron sus seguidores, hasta su muerte, en El Cairo, en 1963. La portada de la revista 'Time' es de 1925.

En el Rif, al norte de Marruecos -bajo protectorado español durante la primera mitad del siglo XX-  se discute encendidamente casi todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana, la historia, la política y la/s pertenencia/s (como en el resto de Marruecos y un poco más). Sin embargo, hay tabúes erigidos sobre los muros de dolor compartido de cada época.  Algunas heridas coloniales -como las de los años de la Guerra del Rif y los bombardeos durante el reinado de Alfonso XIII- todavía están abiertas, tanto como las de los años de la Independencia y las confusas revueltas populares de 1958-59 que terminaron en trauma para sus protagonistas y sus hijos, y en preguntas mudas o territorios clausurados para sus nietos.

Hacer memoria cura. Hablar cura. Tarik El Idrissi (Alhucemas, 1978) necesitaba preguntar y cuando empezó a hacerlo fue reuniendo decenas de horas de película con intentos de explicación o respuestas cerradas, algunas más certeras, otras contradictorias, a medias, intuidas, mediadas, pero todas atravesadas por un dolor que aún pica y arde. Duele.

No dio nada por supuesto el realizador y eso siempre es controvertido (o, al menos, incómodo) para todos los aludidos. Briser le silence ("Romper el slencio") se llama el documental que acaba de estrenar El Idrissi en Marruecos, en Bélgica y en Holanda (países en los que viven algunos de los rifeños, hijos o nietos de los protagonistas de la Historia que salieron de su tierra tras la derrota del levantamiento).

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Un año luchando por controlar el petróleo en Sudán del Sur

Por: | 16 de enero de 2015

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Campo de despalzados en Juba. AP/Ben Curtis.

El 15 de diciembre se cumplió un año del comienzo del actual conflicto civil que sufre el país más joven del mundo, Sudán del Sur. Aquel día, un grupo de seguidores del ex vicepresidente Riek Machar se enfrentó con los seguidores del presidente Salva Kiir. Desde entonces, miles de hombres, mujeres y niños han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en países vecinos o en los campos de desplazados de la capital y otras zonas del país que en la actualidad acogen, según las Naciones Unidas, a más de 1.4 millones de personas. Además, cientos de personas han muerto, decenas de mujeres han sufrido violencia sexual y gran número de menores han sido forzados a luchar como soldados en las filas rebeldes, principalmente.

Los medios de comunicación están vendiendo esta disputa, una vez más, como un enfrentamiento étnico entre las dos tribus principales del país, los dinkas y los nuer. Sin embargo, no podemos ignorar que, aunque sobre el terreno la situación pueda parecer esa y se hayan producido matanzas étnicas, detrás de lo que sucede en el país encontramos una lucha entre grandes potencias por el control de los pozos de petróleo que utilizan y manipulan las diferencias internas para conseguir sus propios objetivos.

Tirando mano de la historia, nos encontramos que durante la larga guerra de independencia entre el Norte y el Sur, Estados Unidos impuso sanciones y embargos al gobierno de Jartum en su apoyo al de Juba. Estas tuvieron serias consecuencias sobre la economía de Sudán, por lo que el presidente del país, Omar al-Bashir, pidió ayuda a China, Irán y, en menor medida, a Rusia para salir de la situación en la que se encontraba el país.

China, en aquel momento buscando el petróleo que necesitaba para su despegue económico convirtió en el principal socio comercial de Sudán comprando el 78 % de su producción de crudo. Este país también construyó el gaseoducto para el transporte del mismo desde los campos del sur al puerto de salida, Port Sudan, en el mar Rojo.

Las empresas petroleras estadounidenses no pudieron soportar el monopolio chino en la zona por lo que presionaron al gobierno de Washington para acelerar la independencia del Sur, donde se encuentran más de la mitad de las reservas de petróleo de la zona, con la intención de cambiar la situación a su favor.

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Sobre los autores

Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.

Chema Caballero Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.

José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.

Ángeles JuradoÁngeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.

Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.

Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...

Beatriz Leal Riesco Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

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