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Lola Huete Machado

Un año luchando por controlar el petróleo en Sudán del Sur

Por: | 16 de enero de 2015

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Campo de despalzados en Juba. AP/Ben Curtis.

El 15 de diciembre se cumplió un año del comienzo del actual conflicto civil que sufre el país más joven del mundo, Sudán del Sur. Aquel día, un grupo de seguidores del ex vicepresidente Riek Machar se enfrentó con los seguidores del presidente Salva Kiir. Desde entonces, miles de hombres, mujeres y niños han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en países vecinos o en los campos de desplazados de la capital y otras zonas del país que en la actualidad acogen, según las Naciones Unidas, a más de 1.4 millones de personas. Además, cientos de personas han muerto, decenas de mujeres han sufrido violencia sexual y gran número de menores han sido forzados a luchar como soldados en las filas rebeldes, principalmente.

Los medios de comunicación están vendiendo esta disputa, una vez más, como un enfrentamiento étnico entre las dos tribus principales del país, los dinkas y los nuer. Sin embargo, no podemos ignorar que, aunque sobre el terreno la situación pueda parecer esa y se hayan producido matanzas étnicas, detrás de lo que sucede en el país encontramos una lucha entre grandes potencias por el control de los pozos de petróleo que utilizan y manipulan las diferencias internas para conseguir sus propios objetivos.

Tirando mano de la historia, nos encontramos que durante la larga guerra de independencia entre el Norte y el Sur, Estados Unidos impuso sanciones y embargos al gobierno de Jartum en su apoyo al de Juba. Estas tuvieron serias consecuencias sobre la economía de Sudán, por lo que el presidente del país, Omar al-Bashir, pidió ayuda a China, Irán y, en menor medida, a Rusia para salir de la situación en la que se encontraba el país.

China, en aquel momento buscando el petróleo que necesitaba para su despegue económico convirtió en el principal socio comercial de Sudán comprando el 78 % de su producción de crudo. Este país también construyó el gaseoducto para el transporte del mismo desde los campos del sur al puerto de salida, Port Sudan, en el mar Rojo.

Las empresas petroleras estadounidenses no pudieron soportar el monopolio chino en la zona por lo que presionaron al gobierno de Washington para acelerar la independencia del Sur, donde se encuentran más de la mitad de las reservas de petróleo de la zona, con la intención de cambiar la situación a su favor.

Sin embargo, en 2011, tras la independencia de Sudan del Sur y a pesar del gran apoyo económico y militar que los Estados Unidos habían proporcionado al nuevo país, los contratos permanecieron como estaban, es decir que la mayoría del crudo del Sur seguía  en manos chinas. En diciembre de 2013, a pesar de las presiones y amenazas de Washington y las petroleras estadounidenses, la situación se mantenía igual, lo que provocó nuevas quejas por parte de los Estados Unidos ante el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, que siguió ignorándolas.

Para defender sus intereses, visto que Kiir no les servía, no es de extrañar que los Estados Unidos, siempre empujados por sus compañías petroleras, buscasen un nuevo líder que inclinase la balanza a su favor. Este se les presentó en la figura del vicepresidente Riek Machar, que enseguida se puso manos a la obra. La defensa de intereses opuestos sería lo que llevó a Kiir a prescindir de su vicepresidente en julio de 2013, ante lo cual, este reaccionaría meses más tarde.

Evidentemente, Estados Unidos no apoyó abiertamente la rebelión que tuvo su inicio el 15 de diciembre de 2013, liderada por Machar, e hizo un débil llamamiento al diálogo y envió unos 100 soldados estadounidenses a apoyar al gobierno de Jartum. Sin embargo, por debajo seguía manipulando porque a pesar de lo anterior, nunca condenó la acción tomada por Machar como tal. Además, otro hecho muy significativo que pone en evidencia el doble juego estadounidense es que contrariamente a lo que suele ser su política habitual en otros conflictos, Washington no ha impuesto sanciones ni embargos de armas en este caso.

Este tipo de maniobras, que prolonga  los juegos de la guerra fría aunque alguno de los actores cambie, ponen de manifiesto que lo único que importa en Sudán del Sur es el control de uno de los campos petrolíferos más lucrativos del continente, el cual genera miles de millones de dólares para el país más joven de África, para lo cual multinacionales y gobiernos se alían, una vez más.

Durante este año, el conflicto se ha centrado principalmente en las zonas productoras de petróleo, en el norte del país, estando convencidas las dos partes de que quién las controle tiene ganada la guerra. Desde el comienzo de la guerra civil, la producción de crudo se ha reducido en un 20%, siendo China el mayor perjudicado por este panorama. El país asiático ha tenido que cerrar algunas de sus infraestructuras y repatriar a cientos de sus trabajadores.

Evidentemente, los que más sufren en este conflicto, como siempre, son los civiles sursudaneses: expulsados de sus hogares, refugiados en otros países o zonas de Sudán del Sur, obligados a combatir, víctimas de abusos sexuales, muertos, heridos, sufriendo hambre, dependiendo de la caridad internacional…

Los menores son los que se encuentran en una situación más vulnerable como consecuencia de la situación que vive Sudán del Sur. UNICEF denuncia que desde el inicio del conflicto, aproximadamente unos 400.000 niños han tenido que dejar de ir al colegio, unos 12.000 están siendo utilizados por las fuerzas y grupos armados como soldados y esclavas sexuales y que la gran mayoría de los menores del país están sometidos a violencia, malnutrición y enfermedades.

El presupuesto de Sudán del Sur depende en un 96 % de los beneficios del petróleo. En la actualidad, las finazas del país han sufrido grandes reducciones. Además, la mayoría de los recursos existentes son destinados al ejército para apoyar la guerra contra los rebeldes. Consecuentemente, los servicios sociales y muchos de los logros que se habían conseguido en el país en materia de salud o educación están retrocediendo.

Un claro ejemplo de esta situación lo encontramos con respecto a la poliomielitis, enfermedad que, gracias a las campañas de vacunación apoyadas por UNICEF, se consideraba erradicada en el país. Sin embargo, como ya se preveía hace algunos meses, hace pocas semanas se han vuelto a registrar nuevos casos, debido a la imposibilidad de mantener las campañas de vacunación en muchas partes de Sudán del Sur.

En realidad no hay nada nuevo en este conflicto, en él se repite la vieja historia de la lucha socavada por el control de los recursos naturales de un país africano con consecuencias devastadoras para la población del mismo, sin que esto realmente importe a las multinacionales y los estados que las apoyan, los cuales ponen en marcha su maquinaria de beneficencia y cooperación para parchear lo que por otro lado ellos mismos provocan.

 

Hay 2 Comentarios

Muy buen post! Les dejo el link de un sitio que provee servicios para minería por si a alguien le interesa!
http://www.alutelmobility.com/

Pero mira es que me enciendo, me enciendooooooooo con estas cosas, de verdad, hay que empezar a pasar de estos mamarrachos norteamericanos y sus petroleras de una maldita vez, a ver si nos asociamos con los chinos y que empiecen a fabricar coches ecológicos y todo tipo de inventos que no necesiten materias primas derivadas del petróleo o de otros recursos naturales que para conseguirlos destrocen los países como lo vienen haciendo; además, es que lo pintan que ni bordado vaya.

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Sobre los autores

Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.

Chema Caballero Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.

José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.

Ángeles JuradoÁngeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.

Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.

Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...

Beatriz Leal Riesco Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

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