Autor invitado: Johari Gautier Carmona
Miedo, represión y sensación de total indefensión. Los términos que describen la vida cotidiana en las más sanguinarias dictaduras de la Historia universal encuentran también en la Guinea Ecuatorial de Francisco Macías Nguema su estado de máxima plenitud.
Ese pedacito de España exótica en tierras africanas, que de un día para otro se alejó del imaginario ibérico –y franquista– para recobrar su identidad, se ilustra en la novela Los poderes de la tempestad del escritor Donato Ndongo como un espejismo de la deriva de un gran número de independencias en el continente negro.
¿Cómo creer que un pequeño país de gentes amables y de grandes recursos pueda caer, de un día para otro, en la voracidad de la intolerancia y el desdén? ¿Qué lleva a gobernantes que hablan en nombre del pueblo –y se llenan la boca de ideales y grandes proyectos beneficiosos- a emular el perfecto ejemplo del tirano enemigo del pueblo?
Publicada originalmente en 1997, la novela vuelve a reeditarse dos décadas después sin perder un ápice de su relevancia y actualidad. Nada más oportuno que re-explorar la memoria perdida de una España que tuvo un protagonismo en el reparto de ese gran pastel que fue –y sigue siendo- África, pero también entender el deslizamiento despótico que ha conocido el pueblo guineano desde que tuvo “en sus manos” la posibilidad de escoger su destino y que termina hoy en la patética imagen de ese puesto vitalicio y opresor de Teodoro Obiang.
Y si de reflexionar se trata, Donato Ndongo nos sirve el plato completo: una radiografía magistral sobre la independencia malograda de Guinea Ecuatorial y su acelerada descomposición social, pero también un enfoque desgarrador sobre esos momentos humanos –muy a menudo incomprensibles–, trampas de la retórica y de la lucha por el poder, malentendidos, argucias e intereses que devoran los espacios de tranquilidad para convertirse en pura brutalidad, odio y fomento de la violencia.
La historia del regreso de un bienintencionado ecuatoguineano a su país, tras unos años de estudios y de trabajo en España, nos abre los ojos sobre el régimen totalitario de Francisco Macías Nguema. El joven abogado, casado con una española de tez blanca y padre de una joven mestiza, llega con la ilusión de trabajar para que su país crezca, brindar y compartir sus conocimientos adquiridos en una Europa adelantada, pero descubre con asombro las pocas garantías que le reserva un país donde impera la corrupción, la aversión hacia todo lo diferente, la envidia, y el miedo desbordado –patológico-, fomentados desde las entrañas del poder.
En un país que sabe poco de tolerancia y que ha decaído en un tiempo récord en la más incómoda miseria del pensamiento, los avances de una pareja enamorada, unida bajo el lema de la comprensión y el mutuo respeto, se convierten incomprensiblemente en tropiezos y encontronazos. El protagonista principal, oriundo de Guinea Ecuatorial, y su esposa española, se ven igual de desubicados y, en su esfuerzo de adaptación, son obligados a pasar por un inflexible y humillante filtro social que les rebajará al mismo nivel que los demás, tanto en el intelecto como en lo físico, porque cualquier diferencia o distinción pueden ser vistas como una amenaza seudo-burguesa.
Y el miedo, que en un principio sólo es perceptible en la mirada y el silencio de la gente, se hace tangible poco a poco en todo el régimen, las administraciones públicas y su sistema carcelario y represivo. Ya no queda el más mínimo espacio para los derechos y la transparencia.
Así es como el joven abogado, inconsciente de esa imagen totalitaria de Guinea, se topa con la realidad indigesta de su país y se pregunta: “¿Cómo pueden hacer creer a la gente de fuera, al resto del mundo, que en Guinea Ecuatorial somos felices y gozamos de una inmensa paz y tranquilidad, cuando en realidad no es sino la paz de los cementerios? ¿Cómo consolar a cada familia guineana afligida que llora en silencio su desgracia, porque ni siquiera te dejan llorar a tus muertos?” (p. 98).
En medio de este vendaval de terror, el protagonista descubre a qué quiere dedicar el resto de su vida: volver a Europa para hablar y denunciar las violaciones de un régimen construido sobre la mentira y el abuso. Y en esa representación trasluce algo del temperamento del escritor quien a lo largo de su trayectoria -y en cada uno de sus escritos- ha hecho de las críticas a los totalitarismos un discurso existencial.
Más información: Los poderes de la tempestad (1987) Assata Ediciones (2014) [email protected]
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@JohariGautier
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