Según todos los planes, este mes de enero la llamada Fuerza de Reserva Africana (FRA) tendría que estar lista para actuar en cualquier conflicto que se dé en el continente. De lejos viene la idea de establecer una fuerza africana de paz que pueda intervenir, como manda el Acta Constitutiva de la Unión Africana adoptada en la cumbre de Lomé en el año 2000, en cualquiera de los estados miembros cuando se den circunstancias graves como crímenes de guerra, genocidios y crímenes contra la humanidad. La idea detrás de este proyecto es que África resuelva sus propios asuntos sin tener que depender de la ayuda exterior.
Aunque se han dado pasos muy importantes hacia este objetivo, todavía hay muchas dudas sobre la capacidad de este cuerpo y la independencia de los líderes africanos a la hora de decidir dónde y como intervenir. La Unión Europea, Estados Unidos y Naciones Unidas, parecen tener la última palabra sobre los deseos de paz africanos.
En 2004 los países africanos empezaron a discutir los acuerdos que tenían que establecer con los cinco bloques regionales que deben suministrar el personal y la financiación de la FRA. Finalmente, gracias a las aportaciones de terceros países, principalmente la Unión Europea y Estados Unidos, este cuerpo de paz empezó a tomar forma.
Entre 2008 y 2010 se desarrollo la fase Amani Africa (que significa “paz en África”, en swahili): un ciclo de formación y desarrollo de las capacidades de la FRA, diseñado para evaluar su eficacia de actuación en una operación de apoyo a la paz bajo el mandato de la UA. Esta fase contó con el asesoramiento y financiación de la Unión Europea. Durante este periodo se organizó algún ejercicio conjunto y sobre todo se establecieron las bases para facilitar la organización de las operaciones y las comunicaciones. También sirvió para establecer las líneas básicas de la formación, procedimientos y capacidades multidimensionales de la FRA.
El siguiente paso programado era la celebración de una maniobras militares a gran escala en 2014, en Lesotho, las cuales sufrieron varios retrasos por cuestiones de seguridad hasta que por fin se pudieron realizar en 2015. Así, entre finales de octubre y principios de noviembre de 2015, tuvieron lugar las primeras maniobras militares de esta fuerza. Durante tres semanas 6.000 militares, policías y civiles se concentraron en el Centro nacional de entrenamiento que el ejercito sudafricano tiene en Lohatla, al norte de la provincia del Cabo, para participar en la llamada operación Amani Africa II.
Varias notas de prensa indican que Amani Africa II consiguió sus objetivos y demostró la capacidad de la FRA de desplegarse rápidamente y su efectividad en varios niveles, no solo el de la intervención militar sino también en el político, el diplomático, el de la coordinación a nivel de liderazgo y el logístico.
Según la propia Unión Africana, Amani Africa II ha significado un avance definitivo en la intención de establecer una FRA. Se ha experimentado una mejora general en el rendimiento táctico y operativo de las unidades de esta fuerza y una mejor cooperación entre la policía, los civiles y los militares.
La FRA también ha ganado mucha experiencia operativa. Ha habido un aumento significativo de las normas que la regulan y del conocimiento entre los distintos componentes y la confianza mutua. Además, la organización insiste en que ahora África tiene “una rica reserva de talento para diseñar las misiones de su fuerza de paz”.
La FRA podrá intervenir en los casos graves señalados anteriormente si un estado miembro de la UA (todos los países africanos, más la República árabe saharaui, menos Marruecos) o si el organismo panafricano considera que la situación es lo suficientemente grave como para intervenir de oficio.
Esta fuerza ha sido establecida con la ambición de poner fin a los conflictos, restaurar la paz, prevenir que las crisis escalen e implementar misiones de paz. También podría ser utilizada para misiones humanitarias.
La FRA es un elemento vital del ambicioso proyecto de la UA de “silenciar los fusiles para 2020” aportando soluciones africanas a problemas africanos. Esta fue una de las resoluciones aprobadas durante la cumbre de enero de 2015, en la que la UA celebraba su 50 aniversario. La llamada Declaración Solemne del 50 aniversario recoge en su punto E esta determinación.
Como decíamos anteriormente, la idea detrás del establecimiento de esta fuerza es que África no tenga que depender de países de fuera del continente para resolver sus propios conflictos. Sin embargo, todo indica que la Unión Africana tendrá que pedir a sus donantes, antes del próximo mes de mayo, mil millones de dólares si quiere hacer esta fuerza sea operativa.
También, a pesar de lo afirmado por la UA, países de fuera del continente achacan a esta fuerza escasa coordinación y también señalan la falta de voluntad política de muchos estados miembros a la hora de dotarla de los medios necesarios para hacerla plenamente operacional.
Además, señalan los expertos, para que la FRA pudiera tener éxito se necesitaría un contingente de 12.500 militares, policías y personal civil que pudieran ser desplegados rápidamente, listos para la acción en cualquier lugar de África dentro de los 14 días siguientes a la identificación de una crisis, con un compromiso de actuar y que estuvieran entrenados y equipados debidamente. Este debería ser seguido por una segunda fuerza de alrededor de 5.000 miembros, desplegada dentro de los 90 días siguientes, y con capacidad para auto-sostenerse por 30 días.
Pero no solo hay problemas en el terreno, también hay que tener en cuenta los que los analistas observan a nivel de la compleja cadena de mando, control y comunicación de este proyecto. Como hemos visto la FRA no es solo militar, es una fuerza multidimensional, lo que implica que la policía y los civiles son parte fundamental de la misma. Sin embargo, en las maniobras desarrolladas en Sudáfrica los militares han dominado el escenario, dejando de lado a policías y civiles. Esto es visto con preocupación por los observadores internacionales.
El protocolo para el despliegue de esta fuerza también es complicado: una vez que los líderes africanos se pongan de acuerdo con respecto a una crisis y se comprometan a actuar, sus socios extranjeros, principalmente la Unión Europea, Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, tienen que ser consultados. Esto significa días de burocracia y de lidiar con los intereses que los distintos países de fuera del continente tienen en este. Evidentemente, este proceso puede ser lento e impedir un despliegue rápido de la fuerza de paz. Este aspecto también indica que la UA no es libre de decidir dónde y cuándo intervenir ya que tiene que contar con el beneplácito de la comunidad internacional, lo que resta independencia y soberanía a los países africanos.
Después de todo esto, parece difícil que la Fuerza de Reserva Africana esté plenamente funcionando en enero como estaba establecido. Un pequeño núcleo estará disponible pero con muchos problemas de coordinación y con un claro protagonismo del aspecto militar sobre otras dimensiones del proyecto. Además, será difícil conseguir uno de los objetivos principales del proyecto: que los países africanos encuentren soluciones africanas a las crisis del continente ya que la financiación del mismo y la aprobación final de las acciones depende de los donantes y los “gendarmes” extranjeros.
Hay 0 Comentarios