Leer al sudafricano James McClure, por ejemplo, es entender que la novela policíaca es mucho más que “una de detectives”. Y lo anterior se repite con tantas otras plumas que se entintan en lo negro para arrojar, a menudo, mucha más luz sobre temas que nos preocupan que otras más sesudas y profundas. En el continente africano apenas se habla de la trayectoria de este género, revitalizado los últimos años por nuevos escritores y alguna que otra editorial (Cordite Books) que ha creído necesaria la presencia de estas historias tan de entretenimiento y tan capaces de reflejar los problemas y contradicciones que se dan en las sociedades en las que se encuadran.
Si encontrar referencias a novelas negras africanas es difícil, aún menos importancia se les ha dado a sus protagonistas, esos detectives en estado de mayor o menor gracia, que también plasman con especial dureza el mundo en el que les ha tocado vivir. Y, sin embargo, el lector les acaba cogiendo cariño y siguiendo su trayectoria de libro en libro, como ha ocurrido con el inolvidable inspector Wallander al que dio vida Henning Mankell en más de una docena de libros, y al que creó tras una larga estancia en África. Personajes que denuncian, que sienten tristeza al contemplar las consecuencias de la deriva del alma humana o que, bajo su caparazón de lobo solitario o de huraño ermitaño, son capaces de penetrar en las capas más profundas de unas sociedades que son reflejo de los que las moran.
Tomp Kramer y Michael Zondi (Sudáfrica)
En la Canción del perro (Reino de Cordelia,2012) de James McClure aparecen por primera vez Kramer y Zondi, la pareja que será protagonista de otras siete novelas más, a pesar de que es cronológicamente la última en aparecer. Dentro de un coche de policía, el único lugar en el que un blanco y un negro pueden estar juntos en Sudáfrica, se relacionan estos dos hombres de procedencia y apariencia tan diferente. El blanco Kramer desaliñado, un tanto solitario, malhumorado y en apariencia racista, y el negro Zondi, elegante, inteligente, rápido y camaleónico, que sabe sacar la mejor ventaja de cada situación. Un par que mientras se van conociendo y alejados de estereotipos o clichés, nos enseñan una Sudáfrica racista y clasista, en la que tendrán que resolver varios asesinatos. McClure no moraliza, cuenta lo que ve. Y lo hace de una manera que puede calar más que otras novelas más sesudas sobre la segregación racial.
Mma Ramotswe y Grace Makutsi (Botsuana)
La primera detective en papel de Botsuana (y yo diría de toda África) se llama Precious Ramotswe y la creó Alexander McCall Smith. A aquella pequeña mujer dispuesta a abrir su pequeña oficina a los pies del monte Kgale (Gaborone), en un mundo dominado por hombres, le bastaba con unas sillas, dos mesas, un teléfono y una secretaria que es un auténtico ratón de biblioteca, Grace Makutsi… además de unas tazas para invitar a los clientes a tomar un té. Se trataba de un trasunto de Miss Marple y sus andanzas dieron para una serie que se desparramó por más de una veintena de libros y que se trasladó, incluso, a la televisión y a la radio, con gran éxito. El pistoletazo de salida de la serie lo dio La 1ª Detective de Botsuana (Umbriel, 2003) en el que nos enteramos que Mma Ramotswe montó la primera agencia femenina de detectives con los beneficios obtenidos de la venta de unas vacas que su padre le legó para que tuviera su propio negocio.
Comisario Habib e Inspector Sosso (Malí)
Diferente es el ambiente en el que se mueve el comisario Habib, una creación del maliense Moussa Konaté que también aparecerá en otras historias del escritor. Éste es un policía con aires de intelectual, alto, delgado y de aspecto frágil. Concibe su trabajo como un deber y es consciente de que nunca tendrá un final. Habib sabe que detrás de los índices de criminalidad hay múltiples factores, como le hace saber a su joven e inexperto acompañante, el inspector Sosso. En El asesino de Banconi (Almuzara, 2002), ambientada en uno de los más pobres y marginales distritos de Bamako, salpicado de chabolas y de supersticiones, magia y religión, Habib y Sosso se tendrán que ver con un cadáver encontrado en las letrinas, al que seguirán otras dos muertes más. La trama nos va descubriendo, tras la corrupción y la violencia, la magia y la brujería, una Bamako que cobra tanto protagonismo como la pareja de detectives, y que rebosante de movimiento, con interminables atascos, es surcada por un río Níger que asiste indolente a las “angustias e infamias de la ciudad” y que, a veces, bien lo sabe el íntegro Habib, no es tan hermoso.
Brahim Llob y el Teniente Lino (Argelia)
Casi con seguridad el más conocido de esta lista sea el personaje surgido de la mano del argelino Yasmina Khadra que ha sido también llevado a la gran pantalla. El comisario Llob es un hombre honrado y felizmente casado pero también directo, violento y dueño de un lenguaje brutal, quien protagoniza tres novelas que la editorial Almuzara recuperó bajo el título de "La trilogía de Árgel" (Morituri, Doble Blanco y El Otoño de las quimeras) más la posterior De parte del muerto. Además, escribe novelas policíacas. En El otoño de las quimeras, Llob asumirá las consecuencias de haber escrito Morituri bajo el seudónimo de Yasmina Khadra. Le suele acompañar el tembloroso y despistado Teniente Lino. Duras y descarnadas, las novelas que protagonizan muestran las lacras profundas de un país cosido por el integrismo y sometido a una auténtica "mafia política".
Los seguidores de las andanzas de Brahim Llob están de suerte. En fechas recientes la editorial Esdrújulas ha publicado El loco del bisturí, que es la primera cronológicamente, e inédita en castellano. Una llamada telefónica pondrá los pelos de punta al aburrido comisario al que un mindundi y enchufado jefe, quien "simboliza, él solito, toda la farsa de este país", le ha colocado los casos más insignificantes. Un desconocido le informa sobre sus intenciones, mientras sujeta con una mano el teléfono y con la otra un bisturí: va a descuartizar a un hombre. Así comienza para la pareja uno de las historias "más espantosas de asesinatos y horror desde julio de 1962" y que llevará a que el comisario Llob se llegue a preguntar "¿Qué es un criminal?".
Y más ...
Desde Sudán nos llega la serie del detective Makana quien malvive en El Cairo, fruto de la imaginación de Parker Bilal (seudónimo de Jamal Mahjoub). Mientras Jade de Jong es una atípica y atractiva protagonista de la mano de la escritora sudafricana Jassy Mackenzie. Y los citados son solo una parte del elenco de detectives del continente por descubrir, porque las novedades siguen llegando y entre ellas muchas se orientan al género negro o novela policíaca como la publicación de The Lazarus Effect de H.J. Golokai.
Hay 1 Comentarios
Qué buenas recomendaciones.
Publicado por: Reformas Jaén | 18/03/2016 14:12:21