Por Edwige Renée Dro (*)
Respuesta: No lo sé, porque las definiciones varían tanto que hay ciertas feministas que te dicen directamente que el feminismo se concibe tal como tú misma lo entiendas.
Desgraciadamente, esta definición me lleva a desconfiar de la persona que la hace. Me hace pensar en esos cristianos que para subsanar el vacío de sus iglesias responden a sus posibles fieles: "Dios es la forma de concebirlo". Si eres inteligente, puedes ver el monólogo interior que se desarrolla en sus cabezas: "Sólo entra. Lo demás, lo arreglamos".
Pero a mí no me "arreglan" después. Me gusta conocer los hechos y desde hace unos tres años ahora, de manera consciente, leo mucha literatura al respecto y reflexiono sobre ello. Algunas personas, más que otras, me han ayudado a comprender lo que es el feminismo. Entre ellas, la feminista y activista Bisi Adeleye-Fayemi. No obstante, si alguien me preguntara si soy feminista, respondería de manera negativa.
No soy feminista.
Antes de que algunos -sí, hay hombres feministas- me lancen piedras y vociferen que no me importa la realización de la mujer porque, sacrilegio entre los sacrilegios, no soy feminista, les pido que se calmen. Los debates intelectuales no se hacen gritando. Deseo de corazón la realización de la mujer, y sobre todo la de la mujer africana. Soy africana, vivo en un país africano y veo a diario todos los matices de las relaciones hombre-mujer. Al menos, en mi país.
Sé que lo más fácil sería hacer un melindagates: venirte a África -porque si estuviste en un país africano, estuviste ya en toda África- y caminar durante kilómetros con mujeres africanas que deben cargar sus hijos a la espalda para conseguir agua porque sus maridos no consideran que ocuparse de sus propios hijos sea un trabajo de hombres. O también asistir a la preparación de las numerosas comidas de las que los hombres africanos parecen tener una enorme necesidad y llegar a la conclusión de que las mujeres africanas están oprimidas y encorvadas bajo el peso del patriarcado.
Considero que este tipo de conclusión simplista, sobre todo en lo que a la mujer africana concierne, no aporta nada al debate. Como si ya los hombres occidentales, que participan en el cuidado de los niños y/o la preparación de la comida, estuvieran más evolucionados que sus homólogos africanos, que no hacen otra cosa que beber té y conversar bajo un gran baobab. Y además, ¿quién dice que los hombres africanos no cuiden de sus hijos? Así que no, Melinda Gates, y no a todas esas personas que se preguntan, con cierta pena, cómo lo hacen las mujeres africanas, antes de decidir que... si todas las mujeres están oprimidas, las africanas lo están más.
Pero volvamos a mí y a mi declaración. No soy feminista porque el feminismo parece basarse en ese hecho de que "todas las mujeres están oprimidas" y esto es a causa de los hombres. Incluso si dices que no es tu caso, hay feministas que te dirán que no eres consciente de tu opresión. Y en el caso en el que se acepte el hecho de que podría ser que no estuvieras oprimida -aunque si vivimos bajo el enorme peso del patriarcado, según el feminismo, ¿cómo podemos no estar oprimidas?-, las otras mujeres si lo están.
Tengo ganas de decir "y ¿qué?". El hecho de que las otras sean "oprimidas" ¿me impediría decir que no soy feminista? ¿Mi declaración me impediría desarrollar programas sobre la cuestión de género, tomar mi bolígrafo y denunciar tal o cual injusticia?
Lo que me incomoda con el tema del feminismo es el hecho de que, si las mujeres estamos oprimidas, ¿por qué esperamos que el cambio venga de los hombres?
"Si los hombres cambian, las cosas van a cambiar para nosotras". "Las cosas son como son porque los hombres no quieren abandonar sus privilegios". Oigo decir cosas así. Pero si los hombres son tan privilegiados como pensamos, ¿por qué ellos abandonarían sus privilegios sin que les forzaran a hacerlo?
Thomas Sankara dijo: "Oigo el ruido del silencio de las mujeres" ¿Por qué ese silencio era/es tan clamoroso? ¿Leyes? ¿Tradiciones? ¿Mentalidades tanto de hombres como de mujeres?
Mientras escribo este artículo, tengo ante mí el blog de Prisca Kouacou, una coach marfileña para el desarrollo personal. No sé si es feminista. En una entrada de su blog sobre cómo sobreponerse a una infidelidad en la pareja, pide a las mujeres que se reexaminen a sí mismas.
"¿Por qué se fue a ver lo que había fuera? ¿Qué es lo que no le doy?", nos pregunta, antes de aconsejarnos que colmemos de atenciones al señor en cuestión ya que, dice, "debemos hacer la competencia a su otra cliente".
¿Dónde está el desarrollo personal que empuja a la esposa ultrajada a buscar su autoestima y a darse cuenta de que, en caso de problemas de pareja, la mejor manera de resolverlos no es correr envuelta en los paños de otra mujer, sino hablar, como harían los adultos?
Hay un problema de autoestima aquí. Todos hemos visto el caso de mujeres despampanantes a las que han engañado ¿En qué momento de nuestra adolescencia, de nuestra vida adulta, cuando frecuentamos a nuestro hombre, hablamos de lo que nunca aceptaremos? ¿O se trata del matrimonio a cualquier precio? Al leer ciertos comentarios, eso es lo que parece. En el punto 7 de su entrada, Prisca Kouacou evoca la posibilidad del divorcio. Ciertas comentaristas se oponen porque quieren conservarlo ¿A cualquier precio? ¿Es un objeto?
Algunos dirán que "cuando no estás casada, la sociedad no te respeta". A eso respondo que la sociedad son los hombres y las mujeres. Una mujer consciente de su valor es una mujer realizada, una mujer que sabe que factores exteriores no determinan su felicidad, sino que está en su interior.
Una mujer que se ama no va a esperar que un hombre le alquile una villa o que la invite a comer pollo. Una mujer consciente de su valor tendrá un buen trabajo, porque sabrá fijarse objetivos. Sabrá que la felicidad, la prosperidad, están en su cabeza antes que nada.
Soy consciente de que hay leyes en nuestros países africanos que crean problemas. Los que estamos en la sociedad civil, los intelectuales, vemos el sufrimiento de nuestras madres, tías, hermanas, que no pueden heredar el fruto de su duro trabajo y decidimos que, en base a los acuerdos que nuestros estados firman aquí y allá, hay cosas que no deben ser así. Peleemos, hombres y mujeres, para ver esas leyes implantadas. La libertad se toma, no se da. Y, en África, necesitamos ser más que simples habitantes y convertirnos en ciudadanos.
No suscribo el enésimo ismo: la cuestión de género es una cuestión de derechos humanos. Soy antes un ser humano que una mujer.
(*) Edwige Renée Dro es marfileña. Periodista, escritora, traductora, bloguera y pluma seleccionada por el proyecto Africa39 como uno de los 39 mejores escritores menores de 40 años en África subsahariana. Dirige un club de lectura en Abiyán, centrado en literatura africana y denominado Abidjan Lit (Abiyán lee), y forma parte de incontables proyectos de creación y difusión literaria panafricanos. Lo suyo es el 'writivism', una mezcla de escritura y activismo.
Hay 1 Comentarios
La percepción de la palabra "feminismo" cambia en función del país en el que se esté.
Publicado por: Asesoría Granada | 03/05/2016 10:56:05